Yo…tú…nosotros
Es evidente que las personas no pueden desligarse de lo que viven, de lo que sienten, de lo que saben, de lo que son. Y es evidente también, que las organizaciones se alimentan de todo lo anterior. Por eso, si queremos conseguir los mejores resultados a título individual y grupal, debemos funcionar como un equipo.
Yo siento- Tú sientes- Nosotros sentimos
Cuando uno es capaz de conocer lo que le mueve, es capaz de identificar sus emociones y marcarse objetivos y acciones para llegar allí.
Del mismo modo, una empresa conoce su estado emocional, cuando conoce su clima laboral, esto es, la suma de «sentires» y de valores que mueven las conductas de sus trabajadores.
Yo me movilizo- Tú te movilizas- Nosotros nos retamos
Parálisis por análisis que decía una buena amiga. Pero ¿y si la parálisis es por la emoción? Esta peligrosa situación puede llegar a convertirnos en víctimas de nuestras emociones.
Si queremos desarrollar nuestra inteligencia emocional, debemos ser capaces de autogestionar nuestras emociones y canalizarlas para emprender o continuar la marcha.
Del mismo modo, en las organizaciones, una actitud emocionalmente sana es la que gestiona a las personas en su totalidad, fomentando su desarrollo, trabajando su talento, su alineación con la empresa, focalizándola hacia objetivos comunes… La acción es inherente a la inteligencia emocional.
Yo me conozco – Tú te conoces – Nosotros nos entendemos
Cuanto más alto sea el nivel de conocimiento que tengamos de nosotros mismos, mejor preparados estaremos para entender y conocer las cosas y a las personas desde otros prismas.
En las empresas pasa igual, la organización debe trabajar para identificar las necesidades de las personas, comprender sus conductas y promover espacios de encuentro para generar sinergias y entendimiento mutuo.
Yo pedaleo- Tú pedaleas- Nuestro tándem funciona
Si decides pedalear, debe ser en la misma dirección: Emoción y Acción – Persona y Empresa