Macguffin y las tramas relevantes
Van dos viajeros en un tren. Y uno de ellos le dice al otro: “Oiga, ¿qué es eso que lleva usted en el portaequipajes?”. A lo que el otro responde: “¡Ah! Eso de ahí arriba es un Macguffin”. El primero de los viajeros, sorprendido, insiste “¿Y qué es un Macguffin?”. El aludido, un poco escandalizado de que el otro no sepa lo que es, responde secamente: “Pues hombre: un Macguffin es un aparato que sirve para cazar leones en Escocia”. Perplejo, el primero de los pasajeros comenta: “¡Pero si en Escocia no hay leones!”. A lo que el segundo, con mucha seriedad, termina la conversación diciendo: “¡Ahhh! Entonces eso de ahí arriba, no es un Macguffin”.
He aquí un ejemplo de una tontuna de historia como la copa de un pino, pero que ha consumido la friolera de 116 palabras, de las 400 totales que puedo alcanzar en este post… El párrafo anterior es un ejemplo de Macguffin, un término que acuñó Alfred Hitchcock, el gran mago del suspense. Con este término, hace referencia a una excusa argumental, que carece de relevancia en sí misma, pero sirve para el desarrollo de una trama y unos personajes. Todas sus películas tienen Macguffins.
La cuestión está en que los Macguffins en el cine, pues bueno: forman parte de la ficción. Son necesarios y no hacen daño. ¿Pero y nuestras vidas? ¿Tienen excusas argumentales con las cuales “vamos caminando”, pero carecen de relevancia y no nos llevan a ningún sitio? ¿Cuánta energía dedicamos a ellas? Cada vez que nos quejamos por cosas que no dependen de nosotros, o que dedicamos tiempo a actividades sin saber muy bien por qué lo hacemos, nos alejamos de las tramas verdaderamente relevantes, y nos adentramos en el mundo de los Macguffins.
La clave para salir de ese mundo se encuentra cuando establecemos prioridades claras y ordenadas para nuestra vida: no demasiadas, porque si muchas cosas son prioritarias, ninguna lo es. Y después, salimos de los Macguffins a través de la consciencia de nuestros hábitos, y la valoración de cómo se relacionan con las prioridades, para impulsar aquellos que nos mueven hacia ellas y rechazar aquellos que nos alejan.
Tampoco nos volvamos locos: un Macguffin de vez en cuando, tampoco viene mal para dar un toque surrealista y original a nuestra vida. El problema es que sean demasiado habituales y como decía John Lennon, “la vida se nos pase mientras estamos demasiado ocupados en otras cosas”.