¡Dios mío, que llego tarde!
Durante el último semestre hemos participado como asesores en un proyecto dirigido a emprendedores. Estos emprendedores han tenido formación y entrevistas individuales en cuatro ámbitos, uno de ellos el de las habilidades. Para nuestra sorpresa, por abrumadora mayoría, los emprendedores han solicitado asesoramiento sobre la gestión del tiempo; el Conejo Blanco de Alicia se hacía presente en cada entrevista individual.
Esta situación no tendría el carácter de tendencia formativa si solo fuera un hecho aislado. En el último año, hemos recibido numerosas peticiones de clientes sobre acciones formativas cuyo objetivo es la mejora en la gestión del tiempo a solicitud de los clientes internos.
Nuestra experiencia en estas acciones formativas está siendo realmente gratificante más por las ganas de aprender de los participantes que por lo atractivo de la temática. En algún cliente hemos realizado una evaluación previa a la acción formativa y otra tras un periodo de aplicación de acciones de mejora, y los resultados fruto de la aplicación han demostrado avances notables. Aunque el indicador más evidente es el “boca a boca” con el que se ha prescrito internamente el programa en diferentes empresas.
Numerosos profesionales saben que sus hábitos en la gestión del tiempo han quedado obsoletos debido a los cambios del entorno (tecnología, globalización, cortoplacismo, polivalencia funcional, etc.) y demandan nuevas prácticas más eficaces. En esta ocasión, el retorno de la inversión está casi asegurado; los destinatarios de estas acciones son conscientes de la necesidad. Nunca había sido tan necesario como ahora, dedicar tiempo a pensar en el uso del tiempo.