No me da la vida ¿Cómo organizo mi tiempo? Caso real paso a paso
Seguro que los estudiantes de carreras técnicas (e incluso muchos de los que no lo son), han oído hablar alguna vez de la Ley de Conservación de la Energía, que dice que esta, la energía, ni se crea ni se destruye: solo se transforma.
Dando por válida esta ley, estaremos de acuerdo en que la energía que una persona tiene, y que por lo tanto puede dedicar a las actividades que forman parte de su día a día, no es ilimitada y por lo tanto, hay que ser eficiente en la gestión de la misma.
Cuando María me contó, en la primera entrevista de nuestro proceso de coaching, que “se sentía agobiada” y “no le daba la vida”, lo primero que hice fue contarle la Ley de Conservación de la Energía.
A ella, la energía se le escapaba por múltiples grietas, en actividades que la consumían y además, con sensaciones de poca productividad. Pero es que además, no cuidaba en absoluto dos cuestiones que están in-directamente relacionadas con la organización del tiempo:
- Descansar bien. Es muy, muy difícil, ofrecer la mejor energía a las actividades que se realizan, cuando no se duerme un mínimo de 7-8 horas diarias. Es un tema más que investigado por la medicina. No os imagináis cómo cambió la cosa, cuando María se exigió a sí misma acostarse una hora antes de lo que se estaba acostando.
- Alimentarse bien. “Olvidarse” de dedicar tiempo a desayunar bien, comer bien, cenar bien… Es algo que nos deja el depósito vacío con mucha facilidad. Y diría más. Cuando hablo de alimentarse, también me refiero a alimentar nuestra mente, nuestra motivación… Y esa se alimenta de alegría, de disfrute, de espacios de esparcimiento que nos permiten desconectar y “ponernos las pilas”. Seguramente, el deporte, la naturaleza, el tiempo para los hobbies, serán una fuente de alimentación muy importante. Aunque sudemos 😉
María era una gran amante del running… Pero nunca encontraba tiempo para correr. Y la expresión “picamos algo rápido mientras trabajamos”, era un clásico en su vida. Cambiar estos hábitos, que fue algo muy complicado, produjo resultados fantásticos.
Si no tenemos energía, es imposible que podamos darla. En nuestra organización del tiempo, nuestra agenda debe estar protegida para los periodos de descanso y alimentación, si no queremos ver “que no nos da la vida” con más frecuencia de la que deseamos.
Pero además, hay una segunda cuestión que es esencial. Un ser humano puede hacer un montón de cosas en un mismo periodo de su vida, pero seguramente, no todas a la vez. En la vida, hay que elegir, y eso implica a veces “decir no” a cosas que pueden apetecernos, o pueden demandarnos aunque no nos apetezcan.
Para poder elegir bien, pedí a María que elaborara una lista de todas las actividades a las que daba respuesta en una semana normal. Todas. Desayunar, comer, cenar… Ir a clase. Estudiar. Desplazarse. Hacer teatro. Asociación de Estudiantes. Clases particulares. Academia de Inglés.
Después, le pedí que las ordenara por orden de prioridad, diciéndole que estaba prohibido poner dos en paralelo. Obviamente, muchas de las actividades eran compatibles por horario. Pero mi pregunta a María era: ¿qué pasaría si no lo fueran? Ahí es donde se define la prioridad, y donde entra la organización del tiempo como clave para la elección de qué hacemos.
Una vez identificadas las prioridades, la pedí que ubicara las tres primeras en la agenda, después de haber situado en ella los periodos para DESCANSAR y ALIMENTARSE.
RESOLUCIÓN DEL CASO: ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO
Y casi con esas tres prioridades, la agenda de María se llenó, y llegó el drama: tener que “decir no”, a cosas que no eran tan prioritarias para María.
Tres claves por tanto, para una correcta organización del tiempo. Qué sencillo, ¿o no?:
- Descansar
- Alimentarse
- Elaborar la agenda a partir de tus tres primeras prioridades.
¡SOLICITA INFORMACIÓN SOBRE NUESTROS PROCESOS DE COACHING Y PERSONAL TRAINING PARA ESTUDIANTES!