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Autor: Dynamis Consultores

Impulsando HUMANUP LAB, primera aceleradora de potencial emprendedor

La misión es despertar el talento emprendedor de los jóvenes, transformando su potencial en proyectos de vida real y con ello en fuerte motor de crecimiento para cada comunidad de España.

HUMANUP LAB nace de nuestra experiencia en Dynamis Consultores, con un equipo especializado en identificación y desarrollo de talento. El aprendizaje que llevamos dentro es la chispa para esta nueva aventura.

El mayor obstáculo para el emprendimiento en España es la falta de habilidades emprendedoras. Se necesitan grandes ideas, pero sobre todo, personas con una mezcla especial de actitud y competencias para ponerlas
en marcha. Personas capaces de impulsarse a si mismas.

Somos conscientes de que el inicio de un camino emprendedor no tiene certezas absolutas sino curvas en las que explorar continuamente. Por ello, ayudaremos a jóvenes inquietos y creativos a explotar y desarrollar sus
capacidades y canalizar su energía para que sean ellos mismos quienes aceleren su propia naturaleza emprendedora.

Un laboratorio de emprendimiento que cambia las reglas. Una experiencia de dos meses con una combinación de la vertiente humana, a través el desarrollo de competencias emprendedoras clave y la vertiente startup,
permitiendo a los jóvenes becados conectar con el mundo emprendedor, descubrir su talento, trabajar su marca personal, canalizar su energía y aprender metodologías de innovación.

La primera edición tendrá lugar en junio en el espacio de innovación y emprendimiento La Nave en Madrid. El 1 de mayo abriremos inscripciones y empezará el proceso de selección de 20 jóvenes inquietos, curiosos y creativos con gran potencial emprendedor de entre 18 y 25 años. Toda la experiencia en https://humanuplab.es

#HUMANUPLAB

Macguffin y las tramas relevantes

Van dos viajeros en un tren. Y uno de ellos le dice al otro: “Oiga, ¿qué es eso que lleva usted en el portaequipajes?”. A lo que el otro responde: “¡Ah! Eso de ahí arriba es un Macguffin”. El primero de los viajeros, sorprendido, insiste “¿Y qué es un Macguffin?”. El aludido, un poco escandalizado de que el otro no sepa lo que es, responde secamente: “Pues hombre: un Macguffin es un aparato que sirve para cazar leones en Escocia”. Perplejo, el primero de los pasajeros comenta: “¡Pero si en Escocia no hay leones!”. A lo que el segundo, con mucha seriedad, termina la conversación diciendo: “¡Ahhh! Entonces eso de ahí arriba, no es un Macguffin”.

He aquí un ejemplo de una tontuna de historia como la copa de un pino, pero que ha consumido la friolera de 116 palabras, de las 400 totales que puedo alcanzar en este post… El párrafo anterior es un ejemplo de Macguffin, un término que acuñó Alfred Hitchcock, el gran mago del suspense. Con este término, hace referencia a una excusa argumental, que carece de relevancia en sí misma, pero sirve para el desarrollo de una trama y unos personajes. Todas sus películas tienen Macguffins.

La cuestión está en que los Macguffins en el cine, pues bueno: forman parte de la ficción. Son necesarios y no hacen daño. ¿Pero y nuestras vidas? ¿Tienen excusas argumentales con las cuales “vamos caminando”, pero carecen de relevancia y no nos llevan a ningún sitio? ¿Cuánta energía dedicamos a ellas? Cada vez que nos quejamos por cosas que no dependen de nosotros, o que dedicamos tiempo a actividades sin saber muy bien por qué lo hacemos, nos alejamos de las tramas verdaderamente relevantes, y nos adentramos en el mundo de los Macguffins.

La clave para salir de ese mundo se encuentra cuando establecemos prioridades claras y ordenadas para nuestra vida: no demasiadas, porque si muchas cosas son prioritarias, ninguna lo es. Y después, salimos de los Macguffins a través de la consciencia de nuestros hábitos, y la valoración de cómo se relacionan con las prioridades, para impulsar aquellos que nos mueven hacia ellas y rechazar aquellos que nos alejan.

Tampoco nos volvamos locos: un Macguffin de vez en cuando, tampoco viene mal para dar un toque surrealista y original a nuestra vida. El problema es que sean demasiado habituales y como decía John Lennon, “la vida se nos pase mientras estamos demasiado ocupados en otras cosas”.

Las relaciones comerciales del futuro pasan por los chatbots

El desarrollo de la inteligencia artificial está cada vez más presente en nuestro día a día y su importancia irá en aumento gracias al impulso que están aportando las grandes empresas tecnológicas.

Hoy profundizaremos en los chatbots y el impacto que pueden crear en el mundo profesional.  Pero para comenzar…¿Qué significa este concepto?:

La palabra chatbot se refiere a un software de inteligencia artificial diseñado para realizar una serie de tareas por su cuenta. Explicado de manera sencilla, es un robot capaz de simular una conversación con una persona, por lo que suelen estar presentes en las aplicaciones de mensajería. Se utilizan para reproducir interacciones poderosas con los usuarios, ayudar en procesos comerciales, actuar como asistente personal…

El primer chatbot fue desarrollado por el profesor del MIT Joseph Weizenbaum en 1966 pero no fue hasta el 2009 con la aplicación de mensajería WeChat cuando esta tecnología empezó a investigarse más a fondo. A través de su plataforma, la compañía asiática ha sido una de las empresas que más ha facilitado la creación de chatbots simples, permitiendo que los especialistas en marketing reduzcan el trabajo que realizan al interactuar con los clientes en línea.

Hay dos factores que explican el avance que se ha producido en los últimos meses en esta rama técnica:

Los chatbots desarrollados a partir de la década de los 60 se usaron como referencia y marco para los que siguieron. Por supuesto, la tecnología y su compresión han mejorado mucho con el tiempo.

Otro factor importante es el aumento de la mensajería móvil. El número de usuarios activos mensuales de las 4 principales aplicaciones de mensajería (Messenger, WhatsApp, WeChat y Viber), superó en 2015 al número de usuarios activos mensuales de las principales redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram y Google +).

Una de las grandes ventajas de los chatbots es que, a diferencia de las aplicaciones, no se descargan, no ocupan espacio en la memoria del teléfono y pueden recibir notificaciones. Otra gran ventaja es, que podemos tener integrados varios servicios en un mismo chat. De esta forma nos evitaríamos estar saltando de una aplicación a otra según lo que necesitemos en cada momento.

¿Qué ha provocado esto?

Experiencias de usuario más agradables e interacciones con los servicios de las compañías más rápidas y sencillas, por lo que es una herramienta con un potencial excepcional.

Uno de los aspectos que suelen causar confusión y que está siendo motivo de controversia es la inteligencia de los bots. Los sistemas IA aprenden de una serie de algoritmos y no tienen vida propia, por lo que son totalmente configurables y pueden fallar sin el conocimiento adecuado detrás de ellos.

Gartner predijo que el 85% de las relaciones entre los clientes y las empresas se gestionarán sin seres humanos en 2020. ¿Estás preparado para sacar partido a esta tecnología?

Detrás de un momento “eureka”

Solemos pensar en la creatividad como un talento reservado para unos pocos elegidos. Esos a los que se les enciende la bombilla que conduce a una idea revolucionaria mientras están sentados en el sofá, de repente. Como si al nacer miraran a nuestros padres y dijeran: “Enhorabuena, le vendrán las ideas solas, lo lleva en la sangre.”

Sin embargo, la creatividad es más bien un motor activado a través de experiencias y conexiones diversas. No es aleatorio, es un potente proceso, una habilidad que puede ser practicada y nutrida de forma diaria. Las personas más creativas comparten una curiosidad por la vida en todos los aspectos.

Hay una serie de prácticas que impulsan el potencial creativo:

  1. Lánzate a vivir experiencias emocionales

Todas las experiencias que reunimos a lo largo de nuestra vida, como viajes, eventos y conversaciones, forman una potente base sobre la que se construye la creatividad. Se almacenan en nuestro banco de memoria y aunque muchas veces no somos conscientes de tenerlas, en ciertos momentos las emociones surgidas de estas vuelven a nosotros si somos capaces de conectarlas. No es casualidad que las personas más inquietas suelen ser más creativas. Por ejemplo, Brian Chesky, fundador de Airbnb, decidió alquilar un colchón que le sobraba porque necesitaba dinero y así poder también conocer gente internacional. Esa experiencia fue el inició de una de las empresas con más crecimiento de los últimos años.

  1. Crea sinergias con personas diferentes

 La colaboración entre personas que han vivido experiencias vitales diferentes o profesionales de disciplinas complementarias multiplica la creatividad, pues aumenta el banco de recuerdos que entre los dos tienen almacenado. Además, permite enriquecerse de un proceso creativo diferente. Pensamos que la creatividad esta asociada solo al arte y en realidad la innovación se encuentra en la intersección de múltiples campos. Aprovecha cualquier momento para conocer más allá de lo aparente, escuchar activamente y dejarte sorprender.

  1. Ábrete al juego

 El juego acelera la creatividad pues nos permite estimular el cerebro de forma diferente a las actividades a las que estamos acostumbrados. Perdemos estos momentos según vamos creciendo pero son los que nos permiten usar nuestros talentos de forma libre. Escribir un blog, pintar en un diario o incluso actividades como los juegos de enigmas en equipo entrenan nuestro cerebro para destapar el pensamiento lateral. Grandes empresas como Google y Amazon reservan un día a la semana para realizar juegos al margen de cualquier tarea profesional.

  1. Guarda cada detalle

 Si observas a algunas de las personas más creativas hay algo que tienen en común: llevan siempre una libreta o apuntan ideas en alguna aplicación del teléfono. Capturar reflexiones o impresiones permite interiorizarlas, visualizarlas y generar más tarde conexiones. Apunta, fotografía o dibuja todo aquello que te inspire. Combina el mundo digital con el analógico, porque la creatividad también está en las manos. Son las asociaciones las que encienden la creatividad.  

 Las grandes ideas nunca vienen de un momento de “eureka”, de un golpe de suerte repentino, sino que son el regalo a personas locas por vivir experiencias enriquecedoras, lanzarse a lo nuevo, conocer profundamente a otros y jugar sin pensar en la edad. Personas con curiosidad insaciable y con inquietud por vivir al máximo.

 

 

Yo…tú…nosotros

Es evidente que las personas no pueden desligarse de lo que viven, de lo que sienten, de lo que saben, de lo que son. Y es evidente también, que las organizaciones se alimentan de todo lo anterior. Por eso, si queremos conseguir los mejores resultados a título individual y grupal, debemos funcionar como un equipo.

Yo siento- Tú sientes- Nosotros sentimos

Cuando uno es capaz de conocer lo que le mueve, es capaz de identificar sus emociones y marcarse objetivos y acciones para llegar allí.

Del mismo modo, una empresa conoce su estado emocional, cuando conoce su clima laboral, esto es, la suma de «sentires» y de valores que mueven las conductas de sus trabajadores.

Yo me movilizo- Tú te movilizas- Nosotros nos retamos

Parálisis por análisis que decía una buena amiga. Pero ¿y si la parálisis es por la emoción? Esta peligrosa situación puede llegar a convertirnos en víctimas de nuestras emociones. 

Si queremos desarrollar nuestra inteligencia emocional, debemos ser capaces de autogestionar nuestras emociones y canalizarlas para emprender o continuar la marcha.

Del mismo modo, en las organizaciones, una actitud emocionalmente sana es la que gestiona a las personas en su totalidad, fomentando su desarrollo, trabajando su talento,  su alineación con la empresa,  focalizándola hacia objetivos comunes… La acción es inherente a la inteligencia emocional.

Yo me conozco – Tú te conoces – Nosotros nos entendemos

Cuanto más alto sea el nivel de conocimiento que tengamos de nosotros mismos, mejor preparados estaremos para entender y conocer las cosas y a las personas desde otros prismas.

En las empresas pasa igual, la organización debe trabajar para identificar las necesidades de las personas, comprender sus conductas y promover espacios de encuentro para generar sinergias y entendimiento mutuo.

Yo pedaleo- Tú pedaleas- Nuestro tándem funciona

Si decides pedalear, debe ser en la misma dirección: Emoción y Acción – Persona y Empresa 

 

 

¿Cómo desarrollar el talento en la universidad?

La etapa de la universidad puede vivirse desde dos puntos totalmente opuestos: como un mero ir y venir a clase y estudiar para los exámenes o como una época de crecimiento y desarrollo previo a la etapa profesional que nos ofrece oportunidades extra curriculares que no se deben desaprovechar.

Esta última opción regala experiencias únicas y aporta habilidades que además de servir para el desarrollo profesional del joven,  son valoradas por muchas empresas a la hora de incorporar a una persona en su plantilla. Participar en este tipo de actividades, indica una gran iniciativa por parte de la persona y probablemente un mejor desarrollo del talento ya en la universidad. Veamos algunas:

En la mayoría de universidades suele haber diferentes asociaciones relacionadas con diferentes ámbitos de actuación. Ser parte de una asociación te ayudará a poder poner en práctica todo lo que aprendas en las aulas, conocer a personas con las mismas inquietudes que tú y desarrollar habilidades que posteriormente necesitarás en el mundo laboral.

  1. Erasmus.

 Actualmente, existen muchísimas oportunidades para realizar un curso o cuatrimestre fuera de tu universidad. Vivir una experiencia fuera de tu casa, especialmente en otro país, te aportará grandes cosas además de aprender el idioma y la cultura del país. Salir de la zona de confort hace que desarrollemos la autoconfianza, el sentido de la responsabilidad, una mayor facilidad para solucionar problemas y tomar decisiones y una curiosidad por los nuevos desafíos.

  1. Programas de formación

 Participar en programas o cursos de formación bien relacionados con nuestro ámbito de estudio, bien de otro totalmente diferente, denota una curiosidad y una proactividad que además de proporcionarte un conocimiento mayor del que te facilitan los profesores, puede marcar la diferencia respecto a otras personas con la misma titulación.

  1. Hackatón

El hackatón es un encuentro de programadores con el objetivo de desarrollar de un modo colaborativo un software abierto. En estos eventos, cuya duración oscila entre dos días o una semana,  tienen cabida profesionales de diferentes ámbitos de actuación lo que enriquece más estos encuentros  y desde el punto de vista organizativo, suponen una dinámica horizontal e intensiva en donde los participantes complementan experiencias y habilidades individuales con el propósito de desarrollar soluciones concretas.

  1. Concursos

 Relacionado con los hackatones, también tenemos los concursos. Existen concursos de todo tipo y son una manera de poder crear currículo en tu etapa universitaria.

  1. Voluntariado

 Realizar un voluntariado es una experiencia única. Existen muchas formar de aportar en la sociedad, ya sea haciendo un voluntariado internacional o colaborando con una asociación u ong que trabaje cerca de ti. Además de poder ayudar a causas que lo necesitan, puedes aprender de otras personas y ganar experiencia.

  1. Hobbies.

 Los hobbies son una buena forma de seguir creciendo. Si estás estudiando ingeniería y te gusta escribir poesía o si estudias medicina pero te encanta dibujar, no dejes de hacerlo. En muchas ocasiones, pensamos que nuestros hobbies tienen que estar relacionados con aquello a lo que nos queremos dedicar, pero no necesariamente tiene por qué ser así. Potencia y desarrolla aquello que te gusta, por muy distinta que sea de la rama a la que te quieres dedicar.

Dime qué edad tienes y te diré por qué te buscan las empresas

Las empresas nos contratan por lo que somos y por lo que aspiramos a ser y, por ende, existen unas cuestiones determinantes relacionadas con la época laboral que estamos viviendo para entender en qué podemos destacar como profesionales. A pesar de que no se debe relacionar la carrera profesional con la edad, cada década personal tiene sus ventajas y su propio ADN y es fundamental analizarlas ya que pueden suponer una ventaja competitiva que facilite su acceso a una empresa.

Los 20 y la época de las oportunidades

El principal activo de los veinteañeros es que siguen queriendo formarse y aunque a veces no han aterrizado del todo sus ideales y no son aún conscientes de sus posibilidades, quieren aprender. Este colectivo de “milennials” aprecia los espacios abiertos y las estructuras planas. Además, el trabajo ocupa gran parte de sus vidas y aún no tienen prejuicios o estereotipos. Las empresas los contratan por su proactividad, su resiliencia y su capacidad de aprendizaje. Otro punto fuerte son las competencias digitales ya que forman parte de su día a día.

Los 30 y el desarrollo de la carrera profesional

A partir de los 30, los candidatos en búsqueda de empleo quieren sobre todo crecer. Ya han dejado atrás las épocas de las prácticas y quieren asumir nuevos retos utilizando el aprendizaje inicial. Este es el momento para conseguir el valor añadido que les identifique.

Uno de los factores que diferencia a este colectivo con el de los veinteañeros es que buscan una mejora económica y valoran la oportunidad de emprender en la empresa y adquirir responsabilidades.

El de los treintañeros, es un colectivo ambicioso que quiere asentar su carrera laboral y vislumbrar sus posibilidades, aunque no puede dedicarle tanto tiempo al trabajo, porque empiezan a tener cargas familiares y costes.

Las empresas se fijan en ellos porque quieren desarrollar su conocimiento, por su potencial (el hecho de que la inversión que hay en ellos tiene un retorno rápido y efectivo) y por su adaptabilidad a la hora de integrarse en equipos diferentes. También son contratados por poseer una carrera profesional desarrollada y aportar tanto conocimientos técnicos como aptitudes profesionales.

Los 40 y el compromiso

Este colectivo suele estar formado por personas que, o ya ocupan puestos de responsabilidad, o al menos cuentan con la experiencia y conocimientos necesarios para ascender.

Los 40 determinan la primera etapa de madurez laboral, por lo que suele ser un target atractivo para los cazatalentos que buscan a profesionales para ocupar puestos directivos en las empresas y aportar valor diferencial bajo un alto nivel de exigencia.

Según los expertos, en esta etapa laboral las empresas contratan a profesionales por su sensatez, su capacidad de ejecución, su estrategia y liderazgo, habilidades que han ido desarrollando a lo largo de su carrera profesional.  

Los años 50 y el liderazgo

Los cincuenteros se caracterizan por su estabilidad y paciencia en comparación a las generaciones más jóvenes. La aportación a la organización en la que trabajan es alta y productiva. Además aportan un valor añadido gracias a su capacidad de enseñanza. Empiezan a canalizar su experiencia en consejos, colaborando como asesores o ponentes. Las empresas les contratan por su conocimiento y su capacidad para conectar a diferentes profesionales. Son capaces de movilizar a las personas así como manejar situaciones difíciles cuyos errores puedan tener un mayor impacto.  

Los 60 y la marca personal

Durante esta etapa de la trayectoria laboral, los profesionales son conscientes de su marca personal y quieren seguir trabajando. Representan el respeto y la culminación de la vida laboral. Son capaces de mantener su autonomía sin la necesidad de estar sujetos por el paraguas de la empresa. Las organizaciones les contratan porque aprecian su alto nivel de conocimiento y su predisposición a compartirlo con otras generaciones. Además las empresas valoran su facilidad a la hora de resolver conflictos y aportar nuevas soluciones de forma rápida y efectiva dada su gran experiencia y su bagaje profesional.

 

Feedback de combate

El feedback es una actividad esencial en los procesos de aprendizaje. Es la oportunidad para ampliar la perspectiva: de saber cómo impactas en otros, de obtener información que puede ayudarte a enriquecer una idea…

Lamentablemente, en muchas ocasiones desechamos su valor, o lo relativizamos, tal vez porque el proceso de comunicación está mal construido (sentimos que nos atacan, tal vez porque de hecho nos atacan), o porque no damos autoridad a la persona que nos da el feedback.

En algunas ocasiones, también rechazamos el feedback por nuestra falta de disposición al aprendizaje, que a veces disfrazamos de argumentos, como nuestra fe en la idea y nuestra obligación a defender aquello en lo que creemos. Es lo que nos pasa cuando decimos “en realidad es envidia” o “él no sabe de lo que habla, no lo ha trabajado como yo”.
A menudo, convertimos los procesos de feedback en auténticos combates, en los que es mucho más importante legitimar nuestra idea que exprimir la opinión del otro. En algunas situaciones, esto entraña un grave riesgo, porque es realmente peligroso entrar en una “guerra” de argumentos para justificar y dar réplicas a las críticas que otros nos puedan hacer.

Máxime, si esos otros son nuestros clientes, nuestros responsables… Poco que ganar, mucho que perder.

Por supuesto, a veces el “cómo se dice” puede desvirtuar mucho el “qué se dice”. Un feedback mal dado puede generar un impacto emocional que hace mucho más difícil extraer un aprendizaje. Pero como receptores sería bueno, aun así, que separáramos el grano de la paja,  y extrajéramos aquella información que de hecho amplía nuestra visión de las cosas y por lo tanto, abre líneas de actuación.

No es obligatorio que cambiemos nuestro pensamiento o actuación ante el feedback que nos dan. Tampoco es necesario que nos quedemos callados, y obviemos nuestro punto de vista.

Por supuesto, si el feedback que recibimos supera los límites de la buena educación, puede convenir acortar el momento o incluso defender nuestra dignidad como personas.

Pero cambiar la oportunidad de aprendizaje que el feedback de otros nos proporciona, por la oportunidad de buscar la “victoria” en el combate de argumentos, es una práctica que lleva a pérdidas, nos enroca y nos impide crecer.

Innovación basada en las personas

El otro día leía un texto en el que se hacía un análisis de los procesos de innovación seguidos por diversas compañías durante los últimos años y me gustaría compartir algunas reflexiones sobre él.

La innovación es uno de los aspectos más importantes en cualquier organización o sociedad que quiera avanzar y es la razón por la que muchos proyectos han sobrevivido al paso del tiempo y otros han acabado cerrando. En esta época tan tecnológica, es una palabra que se usa mucho, pero lo cierto es que son bastantes las empresas que han incurrido en el mismo error en los últimos años: pensar que lo más importante es el funcionamiento de sus productos y no lo qué hacen o por qué lo hacen, no poniendo a las personas en el foco de la tecnología.

Pondré un par de ejemplos que se analizaban en el texto que leí:

Blockbuster era un servicio que permitía a los clientes alquilar películas desde cualquiera de sus tiendas en Estados Unidos y Europa. Durante muchos años, fue la compañía más exitosa del sector y sus responsables prefirieron centrarse en el alquiler (la estrategia que les había hecho líderes), antes de analizar cómo podían hacer más fácil el visionado de películas a sus clientes. De hecho, tuvieron la oportunidad de comprar Netflix pero no lo hicieron. No quisieron innovar y cuando esa misma empresa que se negaron a comprar, empezó a enviar películas por internet y los proveedores de televisión por satélite hicieron posible alquilar películas, quebraron.

Nokia Corporation era una empresa con sede en Finlandia orientada a la fabricación de teléfonos móviles. Fue líder mundial en este sector entre 1998 y 2011. La compañía consideró (cuando salió al mercado el primer iPhone) que el desarrollo de smartphones no tenía sentido siendo ya líderes y no invirtió dinero en ese ámbito, centrando todo su modelo de negocio en la robustez de los dispositivos ya creados. El mercado cambió por completo y Nokia quedó relegada a un plano residual hasta su venta a Microsoft y posterior cierre en el año 2014.

Como vemos, el principal problema reside en acomodarse en las cosas que hacemos bien, sin prestar atención a las necesidades y a la evolución que tienen nuestros clientes y nuestro entorno.

Hay una gran analogía de Guy Kawasaki (reconocido especialista en el ámbito de las nuevas tecnologías y el marketing) sobre la evolución de la industria del hielo, que ilustra perfectamente el hecho de que la mayor parte de las empresas se define por aquello que hace y no por el beneficio que genera a sus clientes.

En los tiempos anteriores a la refrigeración, la industria del hielo estaba formada por gente que lo recolectaba en las regiones de clima frío, usando sierras, caballos y trineos en los meses de invierno. En el año 1900, se recogieron 4536 toneladas de este modo.

Más tarde, surgieron las fábricas. Eran lugares donde el hielo se fabricaba en grandes cantidades y se vendía a los clientes. No hacía falta que fuera invierno, ni que las personas vivieran en regiones frías para recolectarlo.

Finalmente surgieron las empresas de neveras y congeladores: esta es la etapa actual de la industria del hielo. No tiene que ser invierno, no hace falta vivir en una región fría y no es necesario acudir a una fábrica de hielo. Cada usuario tiene su propia fábrica de hielo personal.

Lo curioso del caso, es que ninguno de los recolectores abrió una fábrica de hielo y ninguna de las fábricas, se convirtió en compañía de refrigeradores. Reflexionemos pues, sobre la complejidad de pasar al siguiente nivel y las diferentes formas que tenemos de innovar.

¿Puedo descubrir y desarrollar mi potencial?

Existen algunas personas que a lo largo de su vida o su trayectoria profesional se lamentan porque dicen o creen no haber descubierto su talento, su capacidad para hacer, su potencial para crear o desarrollar. Para descubrir aquello de lo que cada uno es capaz, son necesarias algunas premisas de partida que conviene recordar.

  1. Creer en uno mismo o en las personas que forman nuestros equipos de trabajo

Recordemos la historia de Ben Carlson, el que fuera precandidato republicano y que inspiró la película «Manos Milagrosas». Un neurólogo que saltó a la fama 1987 cuando logró separar con éxito y por primera vez en la historia a dos bebés siameses.

Carlson fue un mal alumno en su infancia y creció en barrios desfavorecidos de Detroit y Boston. Sin embargo el empeño de su madre porque leyera dos libros a la semana y el respaldo de uno de sus profesores que creyó en él, despertó en Carlson todo el potencial que años después lo lanzó a la fama.

En ocasiones, no basta con que otros crean en nosotros, el primer paso es que uno crea en sí mismo y en lo que puede dar o llegar a dar.

Existe muchas veces un símil entre la vida escolar y la profesional, cuando el maestro (que no profesor) consigue dotar de sentido el aprendizaje o cuando el líder es capaz de dibujar aquello que va a emocionar y por tanto a movilizar a su equipo de trabajo. En cualquiera de las dos circunstancias, las personas encuentran el porqué para activarse y moverse.

 

  1. Descubrir dónde puedes brillar

Un punto clave para conseguir descubrir y desarrollar nuestro potencial, es cuando conseguimos descubrir cuál es el vértice del triángulo que forman estas tres premisas básicas:

  • Qué es importante para mí
  • Qué me gusta hacer o me proporciona placer
  • En qué destaco o soy bueno
  1. Aprender del fracaso y aceptarlo como parte de nuestro desarrollo

Normalmente los grandes éxitos vienen detrás de numerosos fracasos. Debemos estar dispuestos a ello, sabiendo que éstos, nos acercan al sitio donde queremos llegar. Esto no siempre es posible, dado que no todas las empresas son capaces de proporcionar esa sensación de que «no pasa nada» si te equivocas o fracasas.

  1. Trabajar nuestra resiliencia

Si los padres de un niño que empieza a caminar, no dejan que éste caiga y se vuelva a levantar probablemente el niño no aprenderá que tiene la capacidad de enmendar su error y que la repetición le llevará a tener éxito. Las consecuencias de que las cosas sean fáciles a corto plazo, pueden traernos consecuencias negativas a largo plazo. Debemos aprender a salir fortalecidos de nuestros fracasos, para seguir intentándolo.

  1. Generar rutinas

De nada me sirve saber la teoría para patinar, sino me pongo a practicarlo. Nuestro cerebro se modela a través de repeticiones y de rutinas, también de pensamiento. Solo de este modo podremos educar nuestras emociones, que son clave para la acción.

  1. Aceptarse y trabajar el pensamiento positivo.

Aceptarnos significa querernos con nuestras virtudes y defectos, trabajando por y para nosotros, creyendo en lo que hacemos sin pensar en lo que otros pensarán sobre ello o sobre nosotros mismos. Solo cuando alineamos nuestro ser con nuestro hacer visualizando lo positivo de cada momento y acción, estaremos segregando endorfinas que harán que aflore nuestra capacidad para crear, para innovar y saldrá a la luz nuestro potencial.

 

De vendedor a fundador. Hoy nos sentamos con Quique Cadórniga

La Generación Z está entrando en el mundo laboral. Una generación digital, inconformista y comprometida que da la vuelta a todo.

El 40% tienen la inquietud de ser emprendedores. Una tendencia que transforma por completo el camino que habían seguido los jóvenes hasta ahora. Hoy acercamos la visión y motivaciones de uno de ellos.

Quique Cadórniga es un emprendedor lucense especializado en marketing digital. A sus 23 años ha fundado varias empresas y ha trabajado en compañías tecnológicas como Twitter o Google. Además, fue finalista de la primera edición de nuestro programa, Factoría de Talento Adecco.

 Cuéntanos Quique, ¿qué te ha llevado a emprender?

Es una inquietud que he tenido desde pequeño; con 10 años vendía helados en verano en el patio de mi comunidad, con 15 montamos un proyecto basado en vender libros escolares de segunda mano el día de las notas… Emprender me divierte, me gusta ser un camino para que las personas tengan lo que necesitan.

¿Qué papel han jugado los mentores en este camino?

Han jugado un papel muy importante. No he tenido mentores-consultores pero si personas que me han inspirado mucho con sus actos. La primera mi madre, la emprendedora de la casa, que me ha inculcado la valentía empresarial y me ha prometido tener una cama y un plato de comida si las cosas salen mal… así es más fácil arriesgarse. No todo el mundo juega con una red de mínimos.

Además cuento con mi particular “mentoría estructurada”, la suerte de pertenecer a una comunidad de gente creativa y proactiva como la que forma Factoría de Talento. Es imposible no contagiarte de la energía de tus compañeros.

¿Qué tres habilidades han sido claves en tu camino al emprendimiento?

Curiosidad: Ir por la calle con los ojos abiertos fijándote en todos los negocios. Preguntarte por qué la tienda A está llena y la B no tiene clientes, intentar calcular qué margen tiene el negocio por X producto… En definitiva, ser observador, plantearte muchas cuestiones e intentar darles respuesta cuando coges un ordenador.

Esfuerzo: El número de horas que trabajamos es de las pocas variables que podemos controlar al emprender. Lamentablemente, no puedo hacer nada para ser más listo, o tener más talento, pero si puedo dormir 3 horas menos. Es lo que está en mi mano.

Jugar en el largo plazo: Creo que las buenas cosas en la vida requieren tiempo, trabajo y constancia. Intento tomar cualquier tipo de decisión en mi vida con esa mentalidad y dejar a un lado el cortoplacismo y “los pelotazos”.

 ¿Cuál es tu mayor obstáculo para seguir creando?

Ninguno, cualquier cosa que te diga sería una excusa. Por supuesto que hay barreras al emprendimiento, muchas de ellas impuestas por la administración, pero la mayoría están fuera de nuestro radio de actuación, así que tenemos que intentar que esas dificultades nos quiten la menor energía posible y centrarnos en aquello sobre lo que podemos generar un cambio.

¿Cómo crees que se puede impulsar el espíritu emprendedor en los jóvenes en una cultura que promueve la comodidad y huye del riesgo?

 Creo que hay que promover los valores del emprendimiento más que el emprendimiento en si. Como dice Mark Cuban “Business is the ultimate sport” no hay ninguna actividad tan competitiva en el mundo; a veces se venden ciertas historias de éxito que pueden llevar a la gente a pensar que esto es fácil cuando lo normal es que salga mal.

Dicho eso… cada vez hay menos relaciones laborales y más mercantiles… puede que dentro de unos años emprender sea una obligación más que una elección. Hay que estar preparado para ello.

En mi opinión, la mejor forma de impulsar esos valores es a través de la educación. No me refiero a poner asignaturas de emprendimiento en el colegio (que daño no harían…) sino a integrar las soft-skills del mundo empresarial en todo el proceso formativo de una manera práctica: resolver problemas del mundo real en lugar de ejercicios ficticios, desarrollar habilidades de ventas, trabajar en equipo e inteligencia emocional.

 

 

 

 

 

 

¿Dónde puedo formarme para desarrollar las habilidades que necesito para trabajar?

“Primero hay que ver despertar el cerebro social, educar para la paz, y a partir de ahí, hay que poner el acento en los conocimientos, para poder después experimentar con las habilidades, los talentos o los conocimientos adquiridos, y compartirlos con los demás, construyendo ideas y proyectos con los que transformar la sociedad”.

Son palabras de Nora Rodríguez, fundadora de Happy Schools Institute quien piensa que el modelo educativo debe de cambiar ya que no se desarrollan habilidades como la autonomía, el liderazgo, la capacidad de reflexión, la proactividad o la gestión del tiempo.

El sistema educativo está articulado de tal manera que en las clases por norma general se imparten una gran cantidad de conocimientos, pero no se desarrollan este tipo de habilidades.

Son muchos los jóvenes que al acabar sus estudios con gran ilusión esperando adentrarse en el mercado laboral, se dan cuenta que no disponen de las habilidades necesarias para que su incorporación a este mundo sea de una manera cómoda. Esto puede suponer que los jóvenes no consigan obtener el puesto de trabajo al que aspiran para comenzar su carrera profesional y concluir con que el 68% de los jóvenes españoles crean que tendrán que trabajar de “lo que sea” para acceder al mercado laboral. 

Según Forbes, entre las habilidades profesionales más demandas por las empresas se encuentra tener una comunicación eficaz, capacidad de organización, resolución de problemas y la capacidad de trabajar en equipo.

Son muchas las horas de clase, los exámenes y trabajos realizados y a pesar de ello, en numerosos casos, los estudiantes no cuentan con estas habilidades tan demandadas en el mercado laboral. A esto se suma además, el que algunos de ellos acaben “quemados” tras su etapa universitaria, perdiendo gran parte de la actitud con la que empezaron sus estudios y que es demandada por las empresas.  

En los últimos siete años, el número de matriculados en másteres universitarios ha aumentado un 77,7%. Esto denota que no existe un desinterés por parte de los jóvenes por formarse, más bien existe una situación de no saber dónde poder adquirir esas habilidades que les son demandadas. Muchos de los jóvenes que han pasado por el programa Factoría de Talento nos han contado cómo se han dado cuenta de la carencia que tienen en la adquisición de estas habilidades y de la necesidad de desarrollarlas para convertirse en los profesionales que quieren ser. 

El problema no se encuentra en que los jóvenes no quieran adquirir estas habilidades o no tengan ganas de formarse. El problema reside en no saber dónde ni cómo poder desarrollarlas.