Skip to main content

Bendita paciencia


28 de octubre de 2018

Palabras que habremos oído mil veces, en nuestros padres, y aún más en nuestros abuelos. Y mi impresión es que vivimos una época en la que la paciencia está infravalorada.

En este mundo nuestro, en el que todo va tan rápido, en el que “dentro de 10 minutos” ya es tarde; en el que parece que no vivirlo todo en el próximo año, hará que “se te pase el arroz”, la reflexión, la paciencia, el sembrar y regar, son actividades percibidas a menudo como pérdidas de tiempo.

Muchos lectores conocerán la historia del bambú japonés, cuya semilla se siembra y se riega y durante años no asoma ni un pequeño tallo. Y de pronto, en semanas puede crecer más de 30 metros.

Hace poco tiempo, un joven amigo (las nuevas generaciones llevan aún peor lo de la paciencia), me dijo que empezaba a trabajar en una conocida empresa y que tenía ganas. Seis semanas después me lo crucé casualmente, y me dijo que ya lo había dejado, porque había tardado poco en descubrir que aquello no era lo suyo. Hombre: está claro que si crees que estás perdiendo el tiempo, lo mejor es dejar de perderlo cuanto antes. ¿Pero cuánto tiempo se necesita para saber que una dinámica no es la que uno desea?

Me pregunto si no perdemos oportunidades de aprendizaje y de gran disfrute, porque no damos tiempo a las experiencias para se desarrollen, para que se consoliden en nuestro interior. No todo es bonito en el minuto 1. Las experiencias maduran. Muchas veces, descubrir la riqueza de una actividad, es algo que solo se alcanza cuando ya no hay tanto esfuerzo inicial, ese que se necesita para generar los hábitos. Muchas cosas son más bellas a medida que las conoces.

En algunos procesos de coaching, propongo a mis coachees que hagan un pacto con ellos mismos: que se den todo el tiempo que necesiten para tomar una decisión a la hora de elegir un camino u otro. Pero una vez tomada, les propongo que recorran el camino un mínimo de 3 meses, sin ningún juicio durante ese tiempo. Y después de 3 meses, valoramos el global. Cuántas veces ha pasado que lo que mal empieza, bien acaba. Aunque no sea así el refrán.