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Crear un nuevo renacimiento creativo


4 de mayo de 2020

«Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, era el siglo de la locura, era el siglo de la razón, era la edad de la fe, era la edad de la incredulidad, era la época de la luz, era la época de las tinieblas, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, lo teníamos todo, no teníamos nada, íbamos directos al Cielo, íbamos de cabeza al Infierno”

 Un texto que parece escrito para hoy. Pero no, fue escrito por Charles Dickens, en su novela Historia de Dos Ciudades, situada a comienzos de la Revolución Francesa. Un momento histórico que fue uno de los mas dramáticos y a la vez esperanzadores. Una época marcada por grandes conflictos, con visiones opuestas, y también, por transformaciones, con profundos progresos con una gran influencia posterior.

¿Y si las fragmentaciones y los progresos estuvieran unidos? Si analizamos los momentos históricos, nos damos cuenta de que muchos de los pensadores mas creativos, no nacieron en épocas calmadas, ni en lugares centralizados con pensamientos homogéneos. Por el contrario, muchos de ellos nacieron en épocas marcadas por divisiones o revoluciones. Pero lo que encendió el crecimiento de su potencial creativo no fue la fragmentación en si, sino la enorme diversidad que esta produjo, enriqueciendo sus pensamientos.

La antigua Grecia, un lugar dividido por números estados, con visiones muy distintas, fue cuna de los mayores pensadores de la historia. Lo mismo ocurrió en la Italia del Renacimiento, con ciudades rivales hirviendo diferentes visiones, donde nacieron enormes talentos como Rafael, Miguel Ángel, Dante o Leonardo. También la Alemania que estaba dividida en pequeños principados, vio crear a Bethoven, Mozart, Hegel o Goethe. Y esos pensadores ilustrados como Rousseau, Descartes, Diderot o Voltaire, vivieron una época con números conflictos sociales y políticos. Sin olvidarnos de la Primera Guerra Mundial, que en medio de países desestructurados y un clima de gran incertidumbre, emergieron Wittgenstein, Heidegger o Benjamin revolucionando la filosofía. Y si, también la Segunda Guerra Mundial, dejó grandes innovadores en campos muy variados como Robert Capa, Roberto Rossellini, Bauhaus o Picasso. 

Pero no solo crecieron en momentos marcados por divisiones, sino que la mayoría, además vivieron en entornos que les abrieron las voces de la diversidad, mostrándoles diferentes puntos de vista desde su infancia. Esa actitud, aprovechando también la época en la que les había tocado vivir, produjo un florecimiento de su creatividad. Además, gracias a esta mentalidad promovida en sus entornos, tuvieron la capacidad de unir tanta diversidad y complejidad de forma armoniosa, encontrando conexiones entre todas las perspectivas y transformándolas en visiones únicas del mundo.

En nosotros está convertir el momento tan turbulento que nos ha tocado vivir, en un nuevo renacimiento creativo. En lugar de taparnos los ojos, resignarnos quejándonos o atarnos a nuestro punto de vista, podemos conseguir que uno de los capítulos mas surrealistas de la historia cuente también que aprendimos a ser mejores. Seamos como esos ilustrados, que observaban la ignorancia, la tiranía y la superstición del momento que les había tocado vivir. Pero también, la esperanza, la fe en la razón y la cooperación. Veamos ambas visiones de Dickens a la vez, las tinieblas y la luz, entendamos más allá y profundicemos en ellas. El progreso llegará si sabemos escuchar todas las voces, integrar visiones diversas y crear aprendizaje compartido, conectando los hilos que enlazan los diferentes problemas que vivimos y convirtiéndolos en un brote creativo.