De vendedor a fundador. Hoy nos sentamos con Quique Cadórniga
La Generación Z está entrando en el mundo laboral. Una generación digital, inconformista y comprometida que da la vuelta a todo.
El 40% tienen la inquietud de ser emprendedores. Una tendencia que transforma por completo el camino que habían seguido los jóvenes hasta ahora. Hoy acercamos la visión y motivaciones de uno de ellos.
Quique Cadórniga es un emprendedor lucense especializado en marketing digital. A sus 23 años ha fundado varias empresas y ha trabajado en compañías tecnológicas como Twitter o Google. Además, fue finalista de la primera edición de nuestro programa, Factoría de Talento Adecco.
Cuéntanos Quique, ¿qué te ha llevado a emprender?
Es una inquietud que he tenido desde pequeño; con 10 años vendía helados en verano en el patio de mi comunidad, con 15 montamos un proyecto basado en vender libros escolares de segunda mano el día de las notas… Emprender me divierte, me gusta ser un camino para que las personas tengan lo que necesitan.
¿Qué papel han jugado los mentores en este camino?
Han jugado un papel muy importante. No he tenido mentores-consultores pero si personas que me han inspirado mucho con sus actos. La primera mi madre, la emprendedora de la casa, que me ha inculcado la valentía empresarial y me ha prometido tener una cama y un plato de comida si las cosas salen mal… así es más fácil arriesgarse. No todo el mundo juega con una red de mínimos.
Además cuento con mi particular “mentoría estructurada”, la suerte de pertenecer a una comunidad de gente creativa y proactiva como la que forma Factoría de Talento. Es imposible no contagiarte de la energía de tus compañeros.
¿Qué tres habilidades han sido claves en tu camino al emprendimiento?
Curiosidad: Ir por la calle con los ojos abiertos fijándote en todos los negocios. Preguntarte por qué la tienda A está llena y la B no tiene clientes, intentar calcular qué margen tiene el negocio por X producto… En definitiva, ser observador, plantearte muchas cuestiones e intentar darles respuesta cuando coges un ordenador.
Esfuerzo: El número de horas que trabajamos es de las pocas variables que podemos controlar al emprender. Lamentablemente, no puedo hacer nada para ser más listo, o tener más talento, pero si puedo dormir 3 horas menos. Es lo que está en mi mano.
Jugar en el largo plazo: Creo que las buenas cosas en la vida requieren tiempo, trabajo y constancia. Intento tomar cualquier tipo de decisión en mi vida con esa mentalidad y dejar a un lado el cortoplacismo y “los pelotazos”.
¿Cuál es tu mayor obstáculo para seguir creando?
Ninguno, cualquier cosa que te diga sería una excusa. Por supuesto que hay barreras al emprendimiento, muchas de ellas impuestas por la administración, pero la mayoría están fuera de nuestro radio de actuación, así que tenemos que intentar que esas dificultades nos quiten la menor energía posible y centrarnos en aquello sobre lo que podemos generar un cambio.
¿Cómo crees que se puede impulsar el espíritu emprendedor en los jóvenes en una cultura que promueve la comodidad y huye del riesgo?
Creo que hay que promover los valores del emprendimiento más que el emprendimiento en si. Como dice Mark Cuban “Business is the ultimate sport” no hay ninguna actividad tan competitiva en el mundo; a veces se venden ciertas historias de éxito que pueden llevar a la gente a pensar que esto es fácil cuando lo normal es que salga mal.
Dicho eso… cada vez hay menos relaciones laborales y más mercantiles… puede que dentro de unos años emprender sea una obligación más que una elección. Hay que estar preparado para ello.
En mi opinión, la mejor forma de impulsar esos valores es a través de la educación. No me refiero a poner asignaturas de emprendimiento en el colegio (que daño no harían…) sino a integrar las soft-skills del mundo empresarial en todo el proceso formativo de una manera práctica: resolver problemas del mundo real en lugar de ejercicios ficticios, desarrollar habilidades de ventas, trabajar en equipo e inteligencia emocional.