El camino del voluntariado
Muchos jóvenes al terminar la vida académica reglada se encuentran con la tesitura de decidir, ¿cuál será mi siguiente paso? ¿Qué hago ahora?
Hay varias posibilidades y cada persona encuentra un camino diferente. Una de las opciones que se puede tomar es la decisión de hacer algún voluntariado, no solo como “gap year” antes de empezar la universidad o la formación profesional sino también como posibilidad de continuarlo a lo largo de la carrera académica.
Luis A. Aranguren Gonzalo, Coordinador del Programa de Voluntariado de Caritas Española nos propone tres elementos que conforman la experiencia nuclear del voluntariado:
- Éxodo: Es preciso salir de la propia casa, de la mentalidad milimétricamente amueblada, de los esquemas previos, de los prejuicios; salir y fiarse de que lo que viene es bueno, que finalmente convendrá porque lo desconocido en las periferias del dolor alumbra buenas dosis de humanización.
- Dejarse tocar por el otro: desde el silencio, la queja, la protesta, la reciprocidad, el encuentro que despierta mil inseguridades y alguna que otra vinculación profunda. Es el momento de quedarse con el otro, de modo responsable, acompañando al que sufre. Es el encuentro cara a cara, el estar, que ni pide activismos ni admite suplencias.
- Determinación: para embarcarse, con otros, en un proceso de acción colectiva que haga justicia a los más débiles. Al momento del quedarse como conmoción le sigue el quedarse como conversión, lo que significa establecer vínculos de proyecto compartido. No es un quedarse para estar solamente, sino un quedarse para salir juntos y participar de un destino común.
Un voluntariado es una oportunidad, para conocer otras realidades, ampliar la mirada hacia tu entorno más próximo a entornos o realidades diversas de las cuales no sabías mucho antes. Descubres muchas cosas de ti mismo si te das la oportunidad de “mojarte” con la experiencia, hacerte preguntas.
A modo más personal una de las cosas que no me esperaba al hacer un voluntariado fue que me di cuenta del impacto que tenían mis acciones en las demás personas, como el mover pequeñas piececitas y pensar desde lo que necesita la persona en ese momento, podía llegar a tener un impacto a mi modo de verlo tan grande en los demás porque pequeños actos que van en una dirección que favorece el desarrollo de las personas es asombroso el giro interior que pueden provocar en la persona y en el entorno que la rodea.
Es uno de los momentos que con más cariño recuerdo y que más hondo me han tocado, esa mirada, ese agradecimiento y ese dar y recibir muchísimo más de lo que das.
Los voluntariados no son “para hacer CV” son para tocar y dejarse tocar, son catalizadores de experiencias, de sensaciones, de emociones, de transformación de uno mismo. No son algo que esté acotado a un ámbito en concreto uno puede ayudar a otro cuando lo ve necesario también en el día a día en lo cotidiano, con paciencia, explicando algo que la persona desconoce, ayudando en las labores del hogar.
¿Recuerdas un momento en el que te hayan ayudado a algo y te haya marcado una gran diferencia?
Esos gestos, los desinteresados, tocan por dentro, nos tocan, emocionan y mueven. ¿Y si tuviéramos un poquito más de eso en nuestro día a día? ¿Cómo cambiaría?
Referencias bibliográficas empleadas:
http://www.pastoraljuvenil.es/el-voluntariado-como-forma-de-participacion-de-los-jovenes/