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Estar o no estar, ¿esa es la cuestión?


29 de abril de 2015

Una persona, rara quizás, podría querer vivir en una tierra sin árboles. Pero si quiere llevar a la realidad sus deseos, va a tener que cambiarse de planeta. Naturalmente, puede decidir vivir como si no existieran, pero si estamos en pleno verano, con 40 grados a la sombra y estoy al borde de la deshidratación, no cobijarse en ese árbol solitario que se ve allá a lo lejos, parece una temeridad.

Todavía muchos nos seguimos preguntando si queremos o no queremos estar en facebook, en linkedin… Si queremos tener whatsapp o telegram o no…

Sin duda, a quien tiene un árbol en el jardín y sus raíces están fastidiando las tuberías, como le ocurre a mi cuñado, los árboles son un mal invento… Pero igual que, salvo los más raros, no cuestionan su razón de ser, las nuevas tecnologías y nos nuevos canales de comunicación tienen un sentido, tanto más claro cuanto global sea nuestro mundo.

Una de las principales críticas que se realizan a los nuevos canales de comunicación es que ponen en peligro los contactos considerados más “humanos”: una cita, una reunión, una llamada de teléfono… (Naturalmente, las llamadas de teléfono también podrían ser consideradas por los más puristas como una alienación del hombre…)

Yo tiendo a pensar que las nuevas tecnologías y los nuevos canales de comunicación, lejos de poner en peligro las relaciones sociales, son fortalecidas por ellas y permiten convertir nuestras vidas en más eficientes. Porque podemos estar conectados con más gente, que está más lejos, más rápido. Incluso los más críticos, no desaprovechan una llamada de skype para conectar con un hijo que se ha ido de Erasmus a estudiar…

Las redes sociales o el ya ultraconocido whatsapp, no impiden que podamos encontrarnos físicamente con alguien. Esa es una decisión que podemos seguir tomando. Pero si encontrarme con alguien me obliga a recorrer grandes distancias o a perder mucho tiempo, lo que puede ocurrir es que esas relaciones sean cada vez más frías hasta que, tal vez, desaparezcan. Por ello, aunque pueda parecer una contradicción, yo considero que estos “fríos” canales de comunicación, calientan relaciones que podrían estar en peligro si no existieran.

Naturalmente, luego está el problema del uso que se da a las herramientas… A todas… Y qué duda cabe que estas nuevas tecnologías son utilizadas de forma muy lamentable por las personas… Pero no culpemos al martillo de clavar mal el clavo.

Y luego está el “tsunami” que todo lo arrastra… Las nuevas generaciones… Es y será cada vez más difícil comunicarnos con ellas de una manera eficaz si no somos capaces de manejar sus canales de comunicación, nos gusten más o menos…

En Dynamis lo sabemos bien: en un proyecto dirigido a universitarios, que tiene como objetivo la identificación y desarrollo de talento joven, hicimos dos cosas: una, poner carteles en las Universidades… 600 euros, 40 inscritos… Luego hicimos una campaña en Facebook y en diferentes blogs y e-mailings… 60 euros, 250 inscritos…

Es decisión nuestra seguir torrándonos al sol y en peligro de coger una insolación porque no me gustan los árboles… Yo, desde luego, buscaré la sombra de ese viejo árbol frondoso… El mismo que nos destroza las tuberías…

Yo os invito a vivir con naturalidad con las nuevas tecnologías. A evitar mirarlas con recelo. A descubrir las oportunidades. Y por supuesto, a no dejar de proteger esos límites de nuestra intimidad, que quizás hoy estén más en peligro que antes debido al crecimiento de estos nuevos canales de comunicación.