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¿Existe el bien común?


12 de noviembre de 2020

El bien común es un concepto que surge en el marco de un proyecto económico abierto a las empresas y promovido por el economista austríaco Christian Felber que pretende implantar y desarrollar una verdadera economía sostenible y alternativa a los mercados financieros en la que necesariamente tienen que participar las empresas.

La oportunidad de participar en los últimos meses en un proyecto colaborativo basado en los principios de la economía del bien común, me han hecho pensar en el sentido de este tipo de modelos de participación ciudadana, máxime en un tiempo como el que vivimos.

No hay forma de entender estos modelos sin valores como la generosidad, la disposición a aprender o el compromiso. Este último, en un doble sentido: el compromiso con la sociedad, que nos invita a salir de nuestra burbuja. Y el compromiso con nosotros mismos, integrando en nuestra agenda una actividad que se sale de los cánones de la más pura economía financiera, en la que el tiempo se invierte solo si es rentable.

Por ser estos los valores que subyacen, es fácil encontrar en estos modelos colaborativos a personas especiales, de las que amplían tu mirada y te ayudan a dar luz a las flores que hay en los bordes del camino, fuera de él.

Pienso, eso sí, lo complejo que es embarcarse en uno de estos proyectos, que exige una renuncia a los intereses individuales en tanto no están supeditados a los objetivos comunes. En un mundo en el que demasiada gente considera que todo está bien cuando se gana, pero perder se lleva fatal, los valores del bien común encajan con dificultad.

Pero es que además, no me parece sencillo definir qué es eso del bien común, y es de lo que considero que hay que partir. Ese grupo de personas solidarias han de empezar definiendo cuál es el ámbito de influencia en el que desean actuar, y qué significa exactamente para ellas bien común. En caso contrario, es fácil que la utopía, en lugar de potenciar el movimiento, lo frene.

Y luego está el problema de la responsabilidad personal. Este tipo de modelos colaborativos se basan en la predisposición de las personas a dar sin esperar nada a cambio. ¿O no? ¿O siempre que se da, se espera al menos un equilibrio en la ecuación entre dar y recibir de quien participa? Es difícil responder a esta pregunta en profundidad, porque algunas expectativas pueden operar a nivel inconsciente.

La solución que abordan los equipos para responder al dilema del compromiso altruista, es hablar claro: “yo puedo entregar esto, y espero esto de vosotros”. Pero en mi opinión, no es suficiente. Creo que nadie, salvo cada uno, puede valorar de verdad si debe participar en una actividad de estas características, leyendo si la relación entre lo que se da y lo que se recibe, está equilibrada en el grupo. Y tomar decisiones proactivas, sin necesidad de normas y requisitos, que chocan contra la filosofía del modelo.