La ilusión de ser proactivo
De entre los 5 “ladrones” de tiempo que el psicólogo americano Taibi Kahler identificó en la década de los 70, destaca al llamado “apresúrate”: ¡muévete!, ¡actúa!, ¡ahora!
Peter Senge, en su fantástico libro sobre el pensamiento sistémico llamado La quinta disciplina (que debería ser de obligada lectura periódica), hace referencia a la llamada ilusión de hacerse cargo, y dice que “está de moda ser proactivo, lo que significa que hay que enfrentar los problemas cuanto antes, no esperar a que alguien haga algo”.
Pero si nuestra actuación no está basada en una reflexión previa, en una planificación a partir de las prioridades y en una comunicación con otras personas que puedan estar afectadas por nuestra actuación, los riesgos de perder el tiempo, aunque se desee justo lo contrario, son grandes.
Es fácil encontrar ejemplos de esto en el día a día: vamos a hacer la compra en un hueco libre, o porque pasamos por la puerta del supermercado, pero como no hemos hecho la lista, se nos olvidan cosas y toca volver. O como no hemos consultado con la pareja, resulta que ahora tenemos botes de tomate en la despensa como si fuera a haber una guerra…
En un ámbito profesional, el “apresúrate” se pone de manifiesto cada día, en esa respuesta irreflexiva a un correo que nos llega en copia, en esa incidencia del ordenador que nos “invita” a arreglarlo y acabamos por estropearlo más, en esa tarea que le corresponde a otros, pero la realizamos por agradar y entonces nos encontramos con la tarea realizada dos veces porque el otro pensó lo mismo.
El ladrón “apresúrate”, cobra vida en ese post-it en el que anotamos tareas a modo de check list, y que vamos tachando a medida que vamos haciendo.
Obsérvese que la intencionalidad del “apresúrate” puede ser muy positiva: querer ganar tiempo, quitar tareas a otros, querer hacer más, o más rápido. Pero como dice Senge, “a menudo la proactividad es reactividad disfrazada”. Nos ponemos las pilas para defendernos de un posible “enemigo” que nos impida responder a la tarea en el futuro, o de un enemigo que creemos que no hará lo que tiene que hacer. “Si lo hago ahora, queda hecho”, dicen los robados por este ladrón.
Pero este ladrón es agotador y descuida las prioridades, con lo cual, a la larga, lejos de ganar, perdemos. Senge recuerda que la “verdadera proactividad ha de ser un producto de nuestro modo de pensar, no de nuestro estado emocional”. Pensar antes de actuar, preguntar, comunicar nuestras acciones… Esto también es ser proactivo, aunque pueda dar lugar, tras la reflexión, a una inacción, o a un aplazamiento de la misma.