Las consecuencias laborales de una vida de cien años
Hay numerosos estudios que nos dicen que se está produciendo un cambio demográfico en la población. La esperanza de vida aumenta y con ella aumentan también los años de vida laboral. Los modelos antiguos donde las jubilaciones y las pensiones parecían garantizadas, hoy día se tambalean.
Esto trae consigo nuevas formas de trazar una vida que se verá afectada, no solo en términos laborales sino también personales.
En una vida de 100 años, serán los jóvenes actuales sobre todo, los que tendrán que comenzar a visualizar y recorrer un camino profesional lleno de cambios y transformaciones para el que deberán prepararse.
Todo apunta a que serán determinantes las competencias que uno adquiera a lo largo de su vida, los conocimientos y experiencias no solo técnicos derivados de una formación específica, sino todos aquellos propios de enfrentarse a los cambios, a la toma de decisiones, a la gestión de la incertidumbre. Serán decisivas también las redes sociales que seamos capaces de tejer y mantener, ya que, gracias a ellas, nuestra capacidad de transformarnos y afrontar cambios con un menor grado de temor e incertidumbre aumentará. Será decisiva nuestra capacidad de aprendizaje continuado a lo largo de toda la vida. Ya no bastarán los conocimientos adquiridos en una licenciatura, grado o máster. Deberemos ser capaces de llenar nuestra mochila permanentemente, con aquellos conocimientos que vayan a ser claves y necesarios para afrontar con éxito, los numerosos cambios que experimentará nuestra vida laboral.
Todos estos activos intangibles, serán tan valiosos en una vida de 100 años, como los activos tangibles derivados de nuestro ejercicio profesional o de las buenas inversiones que podamos llegar a realizar y que serán las que nos ayudarán a afrontar nuestro retiro y nuestras pensiones futuras con un mayor nivel de tranquilidad.
En definitiva, debemos tener claro que las profesiones de hoy probablemente no existirán mañana. Esto, evidentemente, cambia las reglas del juego en un mercado laboral que ha pasado de ofrecer una cierta estabilidad profesional (el profesional antiguo desarrollaba su carrera en una o dos compañías y se retiraba con ciertas garantías) a ofrecer un mapa laboral lleno de cambios e incertidumbre, donde será precisamente la capacidad de adaptación, de desarrollar nuestras competencias, de generar y mantener una sólida red de contactos y de conocernos a nosotros mismos, los que harán posible nuestra transformación y nuestra perdurabilidad en el mercado laboral.
Una vida de 100 años puede ser algo agobiante, pero también puede ser una oportunidad apasionante para cultivar cuerpo y mente y disfrutar plenamente de ella durante mucho más tiempo que antes.