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Etiqueta: conocimiento

Una reflexión sobre las formas de aprender

Desde que somos pequeños en el colegio entendemos que para avanzar hay que aprobar exámenes, y para aprobar exámenes hay que estudiar. Lo que he descubierto a lo largo de mi vida es que existen tantas maneras de estudiar como personas hay en el mundo, y que no todos tenemos los mismos mecanismos de aprendizaje. El estudio se puede convertir en una tarea muy tediosa cuando se hace incorrectamente. ¿Te gusta estudiar? Si respondes sí a esta pregunta me atrevo a decir que vas por el camino correcto o que has tenido suerte con el camino. Si tu respuesta es negativa, te hago otra pregunta, ¿te gusta aprender?

Si te gusta aprender, pero no te gusta estudiar creo que es un buen momento para que mires desde fuera cómo y qué estás haciendo para estudiar. También sería interesante revisar el sistema educativo en el que has aprendido a estudiar para replantearse (sus) técnicas, y por lo tanto también las tuyas. Aunque creo que muchas cosas están cambiando, nuestro sistema de enseñanza se basa en la teoría y su principal mantra es la memorización. ¿Qué ocurre con las personas que aprenden más fácilmente a través de la experiencia? Sería sencillo suponer que tendrán que hacer esfuerzos más grandes para conseguir resultados, y como consecuencia de ello, se perciban como estudiantes a los que les cuesta más.

Hace unas semanas quedé con un grupo de amigos para jugar a un juego de mesa. Escuché atentamente las reglas del juego, leí con mucha concentración varías veces las instrucciones y a nada estuve de sacar papel y bolígrafo para hacerme un esquema (que de poco hubiera servido). Nos pusimos a jugar y durante la primera ronda no dí ni una, no entendí nada del juego, y para qué negarlo me sentí algo tonta. Como ya me conozco en estas situaciones, a lo largo de la partida interrumpí con cierta frecuencia para hacer preguntas sobre la mecánica del juego.

¿Os imagináis qué me ocurrió en la segunda partida? Había entendido perfectamente el juego: había aprendido a jugar. A diferencia de las otras personas que lo entendieron con las instrucciones, yo necesité experimentarlo y vivirlo.

Con esta anécdota quiero destacar el valor de la diversidad y abrir interrogantes sobre la existencia de escenarios que conciencien sobre ella. Específicamente dentro de las aulas de colegios y universidades para que los estudiantes no repliquen patrones que no les identifican y encuentren los propios, en el campo del estudio, y en general en el de su identidad. Porque estudiando también se construyen personas.

A mí siempre me ha gustado ver los apuntes de mis amigos. ¡Unos tan distintos de otros! Esquemas llenos de símbolos, líneas, abreviaturas… Textos llenos de colores diferentes, mapas mentales… He utilizado técnicas de estudio muy diferentes según la edad que tenía o la materia que estaba estudiando. Más o menos visuales, con más o menos repetición o buscando más o menos la aplicación práctica de los libros y textos. Pero, ¿sabéis cuál ha sido el primero paso para llegar a generar estas técnicas de estudio? Poder responder a la siguiente pregunta: ¿y yo de qué manera aprendo mejor? Solo así pude deshacerme de aquello que no me servía y empezar a buscar lo que sí, asumiendo mis limitaciones y tratando de encontrar soluciones creativas.

De vendedor a fundador. Hoy nos sentamos con Quique Cadórniga

La Generación Z está entrando en el mundo laboral. Una generación digital, inconformista y comprometida que da la vuelta a todo.

El 40% tienen la inquietud de ser emprendedores. Una tendencia que transforma por completo el camino que habían seguido los jóvenes hasta ahora. Hoy acercamos la visión y motivaciones de uno de ellos.

Quique Cadórniga es un emprendedor lucense especializado en marketing digital. A sus 23 años ha fundado varias empresas y ha trabajado en compañías tecnológicas como Twitter o Google. Además, fue finalista de la primera edición de nuestro programa, Factoría de Talento Adecco.

 Cuéntanos Quique, ¿qué te ha llevado a emprender?

Es una inquietud que he tenido desde pequeño; con 10 años vendía helados en verano en el patio de mi comunidad, con 15 montamos un proyecto basado en vender libros escolares de segunda mano el día de las notas… Emprender me divierte, me gusta ser un camino para que las personas tengan lo que necesitan.

¿Qué papel han jugado los mentores en este camino?

Han jugado un papel muy importante. No he tenido mentores-consultores pero si personas que me han inspirado mucho con sus actos. La primera mi madre, la emprendedora de la casa, que me ha inculcado la valentía empresarial y me ha prometido tener una cama y un plato de comida si las cosas salen mal… así es más fácil arriesgarse. No todo el mundo juega con una red de mínimos.

Además cuento con mi particular “mentoría estructurada”, la suerte de pertenecer a una comunidad de gente creativa y proactiva como la que forma Factoría de Talento. Es imposible no contagiarte de la energía de tus compañeros.

¿Qué tres habilidades han sido claves en tu camino al emprendimiento?

Curiosidad: Ir por la calle con los ojos abiertos fijándote en todos los negocios. Preguntarte por qué la tienda A está llena y la B no tiene clientes, intentar calcular qué margen tiene el negocio por X producto… En definitiva, ser observador, plantearte muchas cuestiones e intentar darles respuesta cuando coges un ordenador.

Esfuerzo: El número de horas que trabajamos es de las pocas variables que podemos controlar al emprender. Lamentablemente, no puedo hacer nada para ser más listo, o tener más talento, pero si puedo dormir 3 horas menos. Es lo que está en mi mano.

Jugar en el largo plazo: Creo que las buenas cosas en la vida requieren tiempo, trabajo y constancia. Intento tomar cualquier tipo de decisión en mi vida con esa mentalidad y dejar a un lado el cortoplacismo y “los pelotazos”.

 ¿Cuál es tu mayor obstáculo para seguir creando?

Ninguno, cualquier cosa que te diga sería una excusa. Por supuesto que hay barreras al emprendimiento, muchas de ellas impuestas por la administración, pero la mayoría están fuera de nuestro radio de actuación, así que tenemos que intentar que esas dificultades nos quiten la menor energía posible y centrarnos en aquello sobre lo que podemos generar un cambio.

¿Cómo crees que se puede impulsar el espíritu emprendedor en los jóvenes en una cultura que promueve la comodidad y huye del riesgo?

 Creo que hay que promover los valores del emprendimiento más que el emprendimiento en si. Como dice Mark Cuban “Business is the ultimate sport” no hay ninguna actividad tan competitiva en el mundo; a veces se venden ciertas historias de éxito que pueden llevar a la gente a pensar que esto es fácil cuando lo normal es que salga mal.

Dicho eso… cada vez hay menos relaciones laborales y más mercantiles… puede que dentro de unos años emprender sea una obligación más que una elección. Hay que estar preparado para ello.

En mi opinión, la mejor forma de impulsar esos valores es a través de la educación. No me refiero a poner asignaturas de emprendimiento en el colegio (que daño no harían…) sino a integrar las soft-skills del mundo empresarial en todo el proceso formativo de una manera práctica: resolver problemas del mundo real en lugar de ejercicios ficticios, desarrollar habilidades de ventas, trabajar en equipo e inteligencia emocional.

 

 

 

 

 

 

UP

Mítica película de la factoría Pixar. Un viejito que se queda viudo e inicia el viaje que siempre quiso hacer, con la casa a cuestas, elevada a los cielos por un montón de globos llenos de helio.

Pero a medida que el helio pierde su energía inicial, la casa no logra mantener la altura, y el viejito se ve obligado a tirar por las ventanas todo aquello que pesa, para poder volver a ascender. Y así se queda con lo esencial, con aquello que merece la pena que siempre nos acompañe.

Sentirse ligero. Sacar de la mochila todo aquello que no nos deja avanzar rápido, lo que genera caos en nuestra vida. En Dynamis creemos en el poder depurativo de las mudanzas o al menos, de los cambios de mobiliario, que invitan a tirar papeles amarillentos, bolígrafos secos y recuerdos que están olvidados.

Los profesionales de éxito aprenden continuamente. Y afilan la sierra, para garantizar que están preparados para los retos cambiantes que van a ir surgiendo, muchos de los cuales son imposibles de prever.

Y como no es cierto que el saber no ocupa lugar, porque sí que ocupa, los profesionales de éxito desaprenden, se cuestionan y cuestionan. Y ello les permite tener en cuenta nuevas perspectivas, nuevas opciones de aprendizaje.

En definitiva, creemos que el mundo actual nos invita a ir ligeros de equipaje. A no acumular paradigmas, a no acumular pasado. O al menos, a convertir esas acumulaciones en píldoras sintéticas fácilmente transportables, que se interiorizan rápido pero no impiden seguir avanzando en el crecimiento personal y profesional.

 

 

Sé fuerte

Aunque este era el texto de cierto sms que dio mucho que hablar entre Rajoy y Bárcenas en el pasado, no es a él al que nos queremos referir en esta ocasión…

Aunque podamos pensar que es más habitual el grupo humano que no ofrece su ayuda hasta que no tiene más remedio, no es menos frecuente el grupo humano que no la solicita, por muy diversos motivos.

Es interesante profundizar en el tema, porque la omnipotencia es otro de los ladrones del tiempo que Taibi Kahler descubrió allá por los años 70. El “yo puedo con todo”, “no necesito la ayuda de nadie”, “pedir ayuda es de débiles”, es un tipo de paradigma que está muy arraigado en la sociedad actual. Y es verdad que el ser humano tiene una enorme fortaleza, que a veces solo aflora en las condiciones más extremas, pero también es cierto que a menudo realizamos esfuerzos innecesarios o improductivos, que tardamos siglos en hacer algo que lograríamos hacer en unos minutos si pidiéramos ayuda.

Es un clásico el caso del padre que no quiere preguntar cómo se llega a un sitio, para poner de manifiesto a la familia su papel como “macho alfa”, y mientras no hace sino dar vueltas en círculo, perdiendo su tiempo y haciendo perderlo a toda la familia.

La acumulación de tareas como muestra de poderío, o la ejecución de acciones sin un conocimiento adecuado para evitar explicitar un desconocimiento, son comportamientos de personas a las que este poderoso ladrón les roba un tiempo precioso.

Pues no: no podemos con todo. Y no: pedir ayuda no es necesariamente síntoma de debilidad. Y sí: cuando pedimos ayuda, el otro tiene boca para decirnos que no puede ayudarnos, si le viene mal o no sabe. Así que no nos hagamos trampas, pensando que molestamos.