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Etiqueta: mentoring

Feedback de combate

El feedback es una actividad esencial en los procesos de aprendizaje. Es la oportunidad para ampliar la perspectiva: de saber cómo impactas en otros, de obtener información que puede ayudarte a enriquecer una idea…

Lamentablemente, en muchas ocasiones desechamos su valor, o lo relativizamos, tal vez porque el proceso de comunicación está mal construido (sentimos que nos atacan, tal vez porque de hecho nos atacan), o porque no damos autoridad a la persona que nos da el feedback.

En algunas ocasiones, también rechazamos el feedback por nuestra falta de disposición al aprendizaje, que a veces disfrazamos de argumentos, como nuestra fe en la idea y nuestra obligación a defender aquello en lo que creemos. Es lo que nos pasa cuando decimos “en realidad es envidia” o “él no sabe de lo que habla, no lo ha trabajado como yo”.
A menudo, convertimos los procesos de feedback en auténticos combates, en los que es mucho más importante legitimar nuestra idea que exprimir la opinión del otro. En algunas situaciones, esto entraña un grave riesgo, porque es realmente peligroso entrar en una “guerra” de argumentos para justificar y dar réplicas a las críticas que otros nos puedan hacer.

Máxime, si esos otros son nuestros clientes, nuestros responsables… Poco que ganar, mucho que perder.

Por supuesto, a veces el “cómo se dice” puede desvirtuar mucho el “qué se dice”. Un feedback mal dado puede generar un impacto emocional que hace mucho más difícil extraer un aprendizaje. Pero como receptores sería bueno, aun así, que separáramos el grano de la paja,  y extrajéramos aquella información que de hecho amplía nuestra visión de las cosas y por lo tanto, abre líneas de actuación.

No es obligatorio que cambiemos nuestro pensamiento o actuación ante el feedback que nos dan. Tampoco es necesario que nos quedemos callados, y obviemos nuestro punto de vista.

Por supuesto, si el feedback que recibimos supera los límites de la buena educación, puede convenir acortar el momento o incluso defender nuestra dignidad como personas.

Pero cambiar la oportunidad de aprendizaje que el feedback de otros nos proporciona, por la oportunidad de buscar la “victoria” en el combate de argumentos, es una práctica que lleva a pérdidas, nos enroca y nos impide crecer.

¿Cómo saber si necesitas un coach?

Mucho se ha hablado sobre la enorme evolución del coaching como metodología de desarrollo personal en los últimos 10 años. ¿Moda? ¿Tendencia a largo plazo? Difícil de saber.

OPORTUNIDADES 

El coaching presenta algunas oportunidades interesantes, principalmente asociadas a la posibilidad de personalizar el proceso de desarrollo: trabajar a partir de las fortalezas y necesidades individuales, con un timing adaptado al individuo, con la posibilidad de realizar un continuo ajuste/evolución del proceso…

En este sentido, el coaching es una metodología muy atractiva, con más valor que acciones formativas más tradicionales, en grupo, cuya adaptación a cada individuo es imposible, pues todos tenemos necesidades de desarrollo diferentes, fortalezas distintas en las que asentar los procesos de mejora, y tiempos y estilos de aprendizaje diferentes.

Trabajar con un coach, cuando este es bueno, te da la posibilidad de enriquecer el observador que hay en ti, subjetivo y parcial. Incrementa las posibilidades de disponer de una percepción más completa de la realidad y ofrecerte nuevos paradigmas para interpretarla, que no tienen por qué ser mejores que los tuyos, pero sin duda, complementarán los tuyos y abrirán el abanico de alternativas de actuación.

Por lo tanto, sumergirse en un proceso de coaching, es una gran oportunidad para personas que necesitan ampliar el campo de observación, apoyarse en otros que le ayuden a profundizar en el conocimiento de sí mismos. Y necesitan, además, la intimidad que ofrece un proceso personalizado. El sosiego para desarrollar procesos de aprendizaje profundos y sostenibles.

AMENAZAS

En cambio, hay motivos también poderosos que deberían quizás invitarte a elegir una metodología diferente al coaching para poner en marcha un proceso de aprendizaje.

Antes hemos utilizado la palabra “sumergirse”, y la hemos utilizado con toda intención: el aprovechamiento de un proceso de coaching, solo es posible cuando la persona está dispuesta a comprometerse con ejercicios en algunos casos complejos en lo emocional, introspectivos, tal vez dolorosos… Lo superficial está reñido con el coaching efectivo, en nuestra experiencia.

Esto exige, además, un nivel de confianza muy alto en el coach, no en lo relativo a seguir sus recomendaciones (mal coach sería si se dedicara a hacer recomendaciones continuamente), pero sí en lo relativo a vivir sus preguntas y reflexiones como una oportunidad para buscar respuestas en nuevos lugares, y no como amenazas a la zona de confort. Si quien busca un coach, es un erizo, que rápidamente saca a pasear sus púas al verse amenazado, mejor sería que no perdiera el tiempo y el dinero.

En definitiva, somos muy fans de cualquier proceso de desarrollo personal, como el coaching, que nos ayuda a salir de nuestra zona de confort, conocer mejor nuestras fortalezas para afrontar nuestras áreas de mejora, a nuestro propio ritmo… Pero consideramos de vital importancia una alta disposición al aprendizaje por parte del participante, y una actitud de “no miedo” ante los descubrimientos que, seguramente, van a producirse.

¿Dónde estoy? ¿Dónde quiero estar?

Un proceso de desarrollo personal, creemos que ha de surgir de un análisis del gap entre “dónde estoy”/ “cómo estoy”, con respecto de “dónde quiero estar”/ “cómo quiero estar.

Esto implica, como punto de partida del proceso, que es necesario realizar un ejercicio profundo y a menudo complejo para identificar el ESTADO del coachee, haciendo que aflore su estado emocional, y que también su cerebro racional analice su momento y valore el nivel de satisfacción.

Hay una parte de este ejercicio de identificación que es introspectivo: el participante debe bucear en sus experiencias, en sus emociones…Aunque en general es un ejercicio que no tiene por qué ser complejo, hay personas a las que les puede generar dolor, al mirarse en el espejo y no verse como les gustaría verse…

Nuestra experiencia nos dice que, en muchas ocasiones, no es tanto verse peor de lo que querrían lo que genera dolor, sino la consciencia de las incoherencias que han hecho que el sujeto se haya alejado del camino que deseaba seguir para conseguir sus propósitos. 

Y por supuesto, también hay muchas ocasiones en que el ejercicio es atractivo para el coachee, ¡sobre todo por lo novedoso! Es impresionante la cantidad de personas que te dicen que nunca se habían parado a pensar en ellos: en lo que quieren, en cómo de lejos están de ello, en el camino para conseguirlo…

Naturalmente, este descubrimiento, que es esencial para iniciar un proceso de desarrollo personal, abre alternativas de actuación inexploradas y es frecuente que dé lugar a un estado emocional ilusionado, que estimule la proactividad.

Con frecuencia, es mucho más sencillo identificar “dónde quiero estar”, o “cómo quiero estar”, pues a ello sí se dedica de manera consciente o inconsciente mucho más tiempo.

Pero en este caso, es muy importante que el sujeto identifique indicadores que le ayuden a saber “cómo saber” que ha llegado al estado deseado: cuál sería el diálogo interior, las sensaciones, los retos conseguidos…

Una vez identificado el estado actual y el estado deseado, hay que identificar los caminos que llevan del uno al otro. Pero ya será en otro post.

 

Cuando una promoción se convierte en una maldición…

Una promoción profesional es una noticia generalmente bien recibida. El aumento de la responsabilidad es un reconocimiento de la empresa por los resultados conseguidos y va acompañado de un incremento salarial. Pero la promoción también implica la adaptación a una nueva situación profesional que no siempre se ve apoyada internamente y, que en algunas ocasiones, se convierte en un duro proceso de aprendizaje con algunos obstáculos en el camino: problemas en las relaciones con otros compañeros ante el cambio de atribuciones, estrategias anticuadas para los nuevos problemas, miedos ante el incumplimiento de las expectativas generadas, etc.  

Ante esta situación, algunos profesionales buscan este soporte en el Personal Training y encuentran el asesoramiento y el acompañamiento para conseguir una rápida y eficaz adaptación a la promoción. De esta forma, sortean “la maldición” de los primeros 100 días de la nueva posición.  

Desde nuestra experiencia en el apoyo en estos procesos, los profesionales que consiguen el éxito en la promoción se caracterizan por los siguientes comportamientos:

  • Aunque tienen una especialidad profesional, saben abrirse a desarrollar otras nuevas, lo que les permite hacerlo bien en diversas de posiciones.
  • Transmiten serenidad y tranquilidad ante situaciones de estrés.
  • Saben aceptar los errores y aprenden de ellos.
  • Se centran en los problemas relevantes, discriminándolos de aquellos que aunque hagan mucho “ruido” no tienen importancia estratégica.
  • Saben gestionar y relacionarse con todo tipo de personas.

El personal training para la rápida adaptación al cambio de posición ayuda a enfocarse a lo que es realmente prioritario y a adquirir las nuevas estrategias que garanticen la empleabilidad presente y futura.

Si quieres conocer más sobre estos procesos…

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