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Etiqueta: observación

A veces mirarse en otros espejos ayuda

Siempre he tenido presente una frase que de pequeña me han repetido hasta la saciedad: No  te fijes tanto en la mota del ojo ajeno como en la viga propia. Y con esta frase siempre presente cuando emito algún tipo de juicio, intento aprender. Y es que creo que, mirarse en el espejo de otros a veces nos ayuda a crecer y mejorar.

Ayer asistí sorprendida a un espectáculo deportivo donde el ambiente se fue caldeando a medida que avanzaba el tiempo en el marcador. Un partido donde los niños eran los protagonistas y donde vivimos un juego agresivo, sucio en algunos momentos y con una tensión que fue aumentando progresivamente.

Es verdad que llevo pocas horas de vuelo como asistente a este tipo de espectáculos, pero siempre había oído que se trataba de un deporte donde por regla general el respeto y los valores de la deportividad primaban. ¡Menuda sorpresa!

Aquello se fue caldeando hasta el punto de que la mayoría de los allí presentes, comenzamos a contagiarnos del “calor” que se respiraba sin ser conscientes de que entre todos contribuíamos a empeorar el ambiente.

Lo que vi y escuché me generó un movimiento interior tal, que en algunos momentos me costaba controlar y gestionar. Mis emociones a flor de piel hablaban de mí.

Al término del partido pensaba en el ejemplo que los mayores habíamos dado a los niños, que no solo estaban jugando, también se estaban “educando” en un contexto deportivo, donde por momentos, curiosamente, faltó la deportividad y a veces hasta el respeto.

Y es que, como decía al principio, cuando estamos dispuestos a mirar en otros espejos y nos vemos reflejados en ellos, a veces toca hacer un ejercicio de análisis para extraer lo bueno y malo que vemos en esa imagen proyectada. Podemos analizar en qué y cómo podríamos cambiar lo que no nos gusta y, tratar en definitiva, de ser un poco mejores evitando aquello que no educa, que no respeta, que puede llegar a dañar a otros. Y es que, no olvidemos que todos tenemos una responsabilidad con nosotros mismos si queremos ser mejores y también con aquellos que en un momento dado puedan llegar a mirarse en nuestros espejos.

“Modo avión” o cómo estar encendido sin estar despierto

Creo que todos sabemos lo que es el modo avión… Esa funcionalidad que tienen los dispositivos electrónicos, por la cual puedes mantenerlos encendidos, pero sin conexión con el mundo, de forma que no afecte por ejemplo a la electrónica de los aviones.

Está encendido, pero no suena. No recibe ni envía mensajes…

Seguramente las personas también deberíamos tener un “modo avión”, que nos permitiera desconectar de manera coyuntural, centrarnos en nosotros mismos, reflexionar… Es desde la reflexión desde la que se puede realizar un análisis del pasado, que también permita realizar una proyección a futuro. Además, la reflexión que permite la desconexión, permite matizar las emociones y encontrar nuevos equilibrios.

Tampoco se puede vivir demasiado, en este mundo nuestro, en “modo avión”. Una desconexión excesiva, hace que podamos perdernos mucha información y que cuando volvamos a conectarnos, nos sintamos fuera de juego.

A veces me pregunto si algunas personas, se pusieron en “modo avión” hace mucho tiempo, y se han olvidado de volver a conectarse… Estas personas que viven en la vorágine, a toda velocidad, pero con poca interacción con las personas que le rodean, con el mundo que le rodea.

Hace unos días, un directivo me contaba compungido que uno de los mejores profesionales de su equipo le había dicho que se iba de la empresa, sin motivo aparente y sin haber dado señales previas. Me pregunto si esto posible, o tal vez, el directivo había pasado demasiado tiempo en “modo avión”.

Nos ocurre también con clientes descontentos, con hijos que parece que se hacen mayores de un día para otro, con vecinos a los que hemos ido perdiendo con el tiempo…

Gestionando bien el “modo avión”, es una funcionalidad estupenda. Activar el modo avión para encontrar la reflexión y el sosiego, es una medida necesaria. Mantenerlo demasiado tiempo apagado, nos aleja del mundo. Y en la era de las relaciones, esto tiene graves amenazas.