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Etiqueta: retener

¿Atraer o retener?

Algunas prácticas empresariales están dando a entender que es más fácil atraer talento joven que retenerlo, incluso algunas organizaciones asumen la rotación como una situación con la que hay que convivir y simplifican las políticas de retención, potenciando sus políticas de reclutamiento  y selección.

Sorprende con qué naturalidad se habla de la necesidad de buscar talento joven de forma masiva para que se garantice un flujo de entrada de jóvenes que, al menos, neutralice la salida que se da de forma continua. Esta situación dice mucho del “músculo” de las áreas de selección, quienes se están acercando cada vez más a las universidades para identificar talento joven y persuadir con una marca corporativa atractiva.

Lo que a veces no se cuenta es, que esa persuasión en numerosas ocasiones dura poco tiempo. A los primeros meses de entusiasmo en la empresa, le sucede el desencanto al encontrarse con el muro de la rutina. Y si algo caracteriza al talento, es la intolerancia a los muros de la rutina; donde hay rutina, el talento no se queda mucho tiempo.

Las personas jóvenes aprenden cada vez más rápido, la conexión que existe entre ellas y el intercambio de información se ha convertido en cotidiano y una fuente de prescripción natural. El talento joven no busca el ranking de las empresas con la “mejor marca empleadora”, directamente preguntan a otros jóvenes que trabajan en esas empresas. Más pronto que tarde, el talento joven empezará a preguntar sobre las políticas de retención del talento antes de incorporarse a una empresa, y la persuasión de una marca tendrá que fundamentarse con indicadores de retención si quiere atraer.

Indagarán sobre el estilo directivo corporativo, las posibilidades de movilidad interna, los proyectos transversales existentes, los indicadores de rotación, los de diversidad, etc. El talento joven no encuentra la vinculación en la seguridad o en la retribución, esta es una de sus diferencias. Al talento lo moviliza el aprendizaje constante, la autonomía y la convivencia con otras personas de talento.

En un estudio realizado con la cantera de talento joven de Dynamis sobre el estilo directivo preferido, los dos estilos con puntuaciones más destacadas han sido el estilo visionario y el timonel. Ambos son altamente retadores, lo que permite sortear el muro de la rutina. Cuando algunas empresas se enfocan únicamente en captar talento sin tener políticas adecuadas de retención posterior, están deteriorando su marca empleadora a medio plazo. Y aunque las empresas podamos tener cierta miopía empresarial, los jóvenes talento no la tienen.

¿Quién es tu cliente?

Reconocerlo y gestionarlo correctamente es la clave del éxito o el fracaso.

A veces en el mundo empresarial nos obsesionamos con la cuenta de resultados y con las cifras que cierran cada ejercicio, sin pararnos a pensar en qué cosas han propiciado que haya sido un buen año o un año para olvidar.

Muchas veces focalizamos nuestra atención en el proceso de venta puramente, sin pensar que antes de ejecutar ese proceso, hay una serie de factores, circunstancias y personas que entran en juego y hacen que la balanza caiga de un lado o de otro. Y es que para que una venta sea fructífera y haya muchas como ésa a lo largo de un ejercicio fiscal, debe haber previamente formación, motivación, objetivos claros, estrategia definida y personas comprometidas con tales fines. Y esto obviamente no viene implícito al proceso de vender, sino al proceso de atraer, fidelizar y retener a tu capital humano, aquel que hace posible la buena marcha de una empresa.

Una de las cosas que más preocupan hoy en día a los responsables de las organizaciones es precisamente esta gestión del talento, su contratación, formación y la generación de un contexto y circunstancias que propicien una sana motivación del empleado por hacer su trabajo y hacerlo de la mejor manera posible.

¿Y qué contexto o qué factores dibujan ese contexto favorable? Pues podríamos enumerar varios, aunque me quedo con tres que me parecen fundamentales:

  • Una retribución justa y acorde al grado de dificultad y tiempo necesario para el desempeño de la tarea encomendada.
  • Un espacio adecuado de trabajo, para que el trabajador se sienta cómodo, libre y con todos los recursos necesarios para su ejecución.  
  • Un buen salario emocional que contemple ítems como la flexibilidad, la valoración, la libertad de ejecución y toma de decisiones, la cobertura de necesidades personales y familiares…

Si consigues que todo lo anterior funcione, tu primer cliente (el interno, tu empleado) querrá trabajar y querrá hacerlo del mejor modo posible. Y gracias a esto, seguramente, tu segundo cliente (el que te compra y por el que facturas) hará que cierres tu balance positivamente.