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Etiqueta: salario emocional

¿Quién es tu cliente?

Reconocerlo y gestionarlo correctamente es la clave del éxito o el fracaso.

A veces en el mundo empresarial nos obsesionamos con la cuenta de resultados y con las cifras que cierran cada ejercicio, sin pararnos a pensar en qué cosas han propiciado que haya sido un buen año o un año para olvidar.

Muchas veces focalizamos nuestra atención en el proceso de venta puramente, sin pensar que antes de ejecutar ese proceso, hay una serie de factores, circunstancias y personas que entran en juego y hacen que la balanza caiga de un lado o de otro. Y es que para que una venta sea fructífera y haya muchas como ésa a lo largo de un ejercicio fiscal, debe haber previamente formación, motivación, objetivos claros, estrategia definida y personas comprometidas con tales fines. Y esto obviamente no viene implícito al proceso de vender, sino al proceso de atraer, fidelizar y retener a tu capital humano, aquel que hace posible la buena marcha de una empresa.

Una de las cosas que más preocupan hoy en día a los responsables de las organizaciones es precisamente esta gestión del talento, su contratación, formación y la generación de un contexto y circunstancias que propicien una sana motivación del empleado por hacer su trabajo y hacerlo de la mejor manera posible.

¿Y qué contexto o qué factores dibujan ese contexto favorable? Pues podríamos enumerar varios, aunque me quedo con tres que me parecen fundamentales:

  • Una retribución justa y acorde al grado de dificultad y tiempo necesario para el desempeño de la tarea encomendada.
  • Un espacio adecuado de trabajo, para que el trabajador se sienta cómodo, libre y con todos los recursos necesarios para su ejecución.  
  • Un buen salario emocional que contemple ítems como la flexibilidad, la valoración, la libertad de ejecución y toma de decisiones, la cobertura de necesidades personales y familiares…

Si consigues que todo lo anterior funcione, tu primer cliente (el interno, tu empleado) querrá trabajar y querrá hacerlo del mejor modo posible. Y gracias a esto, seguramente, tu segundo cliente (el que te compra y por el que facturas) hará que cierres tu balance positivamente.

¿Escuchamos a nuestros empleados?

A veces nos quejamos porque presenciamos la fuga de talento o capital intelectual en nuestras organizaciones. Trabajadores y trabajadoras preparados que buscan nuevas oportunidades movidos a veces por proyectos más atractivos, por enfrentarse a nuevos retos que les permita el crecimiento personal y/o profesional o muchas veces porque no encuentran su sitio en nuestra organización debido a la inflexibilidad con que se aplican las políticas de trabajo.

Uno de nuestros grandes retos hoy día es integrar nuevos modelos de relaciones laborales en los que las políticas de conciliación permitan a los empleados sentir que el trabajo es una parcela más de su vida, pero no la única. Y creemos firmemente que no se trata de una moda, sino de una necesidad real que se demanda cada vez más por mujeres y hombres que quieren disfrutar trabajando, pero también realizando otras actividades.

Estas medidas no suponen necesariamente altas inversiones para las empresas, sin embargo el retorno que se obtiene de ellas es muy superior a veces a los incrementos de salario o a determinados beneficios sociales.

Si queremos tener talento entre nosotros, debemos atender a sus necesidades casi  de manera individual agudizando el ingenio para ir más allá de las tradicionales medidas por maternidad o condiciones de flexibilidad con carácter temporal.

Una persona comprometida, identificada con nuestro proyecto, será una persona productiva, feliz y agradecida. En su agradecimiento, puede producirse el efecto “llamada” donde el  talento busca al talento y este hecho puede convertirse en nuestro gran aliado a la hora de conseguir atraer y retener el talento que todos queremos en nuestras organizaciones.

Factores como ser reconocido, tener la certeza de aportar valor al desarrollo de un proyecto, contar con el estímulo de saberse parte de un todo, recibir pruebas concretas de confianza en uno mismo y en el trabajo realizado, forman parte de un salario conocido como “emocional” que la mayoría de las veces tiene más peso que el meramente económico, y esto no puede pasarse por alto.

Nuestra responsabilidad empresarial empieza siendo responsables con nuestro personal y esto no puede pasar por alto la escucha de sus necesidades y demandas y la aplicación de medidas que las satisfagan.

Un gran reto para un nuevo año que acabamos de empezar, ¡ahí es nada!