El liderazgo no es genético, pero se desarrolla desde el día en el que naces. Tanto más dependiente es un niño o un adolescente de sus padres, tantas menos posibilidades de explorar su liderazgo. Un joven que no toma decisiones, porque otros le protegen de la dificultad de tomarlas o porque él mismo las rehúye por el temor a fallar, es una persona que difícilmente podrá liderar en momentos de necesidad.
El liderazgo, cuando somos estudiantes, es una competencia que está en plena etapa de entrenamiento, que es decisiva para poder aspirar a un rol de líder en contextos profesionales. Queremos aportar algunas claves para el desarrollo del liderazgo en estudiantes, que esperamos que permitan identificar contextos y actividades en el día a día que faciliten su entrenamiento:
El liderazgo empieza en uno mismo
La mayor parte de las personas, entienden el liderazgo como una habilidad que permite influir en otros, guiar a otros… Pero eso es muy difícil cuando uno no se lidera a sí mismo. Ello significa tener objetivos, ser persistente en su búsqueda y superar obstáculos que siempre surgirán. Quien no es capaz de mantener rutinas exigentes consigo mismo y “flojea” a las primeras de cambio, difícilmente va a liderar a otras personas.
El liderazgo tiene que ver con tomar decisiones
Especialmente en situaciones de incertidumbre. Cuando acierta, los resultados mejoran su visibilidad ante quien les rodea. Y cuando falla, el líder tiene la oportunidad de poner de manifiesto que no se hunde, sino que aprende, se levanta y vuelve a intentarlo. El liderazgo en estudiantes, seguramente conlleva buscar actividades en las que hay que tomar decisiones de cierta complejidad, que pueden afectar a terceras personas: representación estudiantial, asociacionismo, proyectos de emprendimiento… Todos estos ejemplos pueden ser buenos caldos de cultivo.
El liderazgo se observa especialmente en momentos de dificultad
Porque es en ellos en los que uno se gana la autoridad de las personas. Utilizando una metáfora deportiva, tirar un tiro en el último minuto cuando tu equipo ya gana por 20 puntos, es algo que puede hacer todo el mundo. Otra cosa es buscar el balón cuando el partido está empatado, y la pelota parece que quema en las manos. Los “líderes” que se esconden cuando llega el peligro, o cuando vienen mal dadas, pierden autoridad a raudales.
El liderazgo es una habilidad que tiene que ver con la capacidad de crear ideas y planes atractivos, motivantes…
Proyectos a los que la gente le gustaría subirse… Esto tiene que ver por supuesto con el potencial de las ideas, pero también con la capacidad para contarlas de forma ilusionante. Nuevamente, el estudiante tiene que buscar contextos específicos para entrenar este aspecto, pues no es sencillo que en el ámbito de las clases universitarias exista esta oportunidad.
Es posible que haya personas leyendo esto, que estén pensando que no todos valen para ser líderes y que, de hecho, puede haber gente que prefiera que sean otros quienes lideren, a hacerlo ellos mismos. Esto es cierto, pero conviene que seamos conscientes de que preferir un rol secundario, sin llevar la iniciativa, el peso de las decisiones, manteniendo una actitud positiva, pero de apoyo, nos hace menos empleables.
Trabajar con la incertidumbre, los cambios y promover… te hace empleable:
Los contextos profesionales actuales, suelen demandar personas que tengan disposición y capacidad para trabajar con incertidumbre, impulsar los cambios, promover proyectos, gestionar dificultades e ilusionar a las personas. Y que, por supuesto, tengan también la capacidad de adaptación necesaria para asumir el liderazgo de otros, siendo buenos trabajadores en equipo.
Siendo difícil que en contextos académicos tradicionales sea posible desarrollar esta competencia, conviene que los estudiantes busquen espacios y proyectos que permitan entrenar su liderazgo cuando aún son jóvenes, el riesgo derivado de fallar es menor y la capacidad de aprendizaje sigue siendo máxima.
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