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Etiqueta: coaching

Feedback de combate

El feedback es una actividad esencial en los procesos de aprendizaje. Es la oportunidad para ampliar la perspectiva: de saber cómo impactas en otros, de obtener información que puede ayudarte a enriquecer una idea…

Lamentablemente, en muchas ocasiones desechamos su valor, o lo relativizamos, tal vez porque el proceso de comunicación está mal construido (sentimos que nos atacan, tal vez porque de hecho nos atacan), o porque no damos autoridad a la persona que nos da el feedback.

En algunas ocasiones, también rechazamos el feedback por nuestra falta de disposición al aprendizaje, que a veces disfrazamos de argumentos, como nuestra fe en la idea y nuestra obligación a defender aquello en lo que creemos. Es lo que nos pasa cuando decimos “en realidad es envidia” o “él no sabe de lo que habla, no lo ha trabajado como yo”.
A menudo, convertimos los procesos de feedback en auténticos combates, en los que es mucho más importante legitimar nuestra idea que exprimir la opinión del otro. En algunas situaciones, esto entraña un grave riesgo, porque es realmente peligroso entrar en una “guerra” de argumentos para justificar y dar réplicas a las críticas que otros nos puedan hacer.

Máxime, si esos otros son nuestros clientes, nuestros responsables… Poco que ganar, mucho que perder.

Por supuesto, a veces el “cómo se dice” puede desvirtuar mucho el “qué se dice”. Un feedback mal dado puede generar un impacto emocional que hace mucho más difícil extraer un aprendizaje. Pero como receptores sería bueno, aun así, que separáramos el grano de la paja,  y extrajéramos aquella información que de hecho amplía nuestra visión de las cosas y por lo tanto, abre líneas de actuación.

No es obligatorio que cambiemos nuestro pensamiento o actuación ante el feedback que nos dan. Tampoco es necesario que nos quedemos callados, y obviemos nuestro punto de vista.

Por supuesto, si el feedback que recibimos supera los límites de la buena educación, puede convenir acortar el momento o incluso defender nuestra dignidad como personas.

Pero cambiar la oportunidad de aprendizaje que el feedback de otros nos proporciona, por la oportunidad de buscar la “victoria” en el combate de argumentos, es una práctica que lleva a pérdidas, nos enroca y nos impide crecer.

Las habilidades profesionales también se entrenan

“¿Qué es mejor ser submarinista o surfista?, o lo que es lo mismo, ¿coaching o personal training?”

Las palabras son importantes, delimitan el significado de lo que nominan y limitan su espacio de actuación. Muchos profesionales han oído hablar del coaching e incluso, se atreverían a definirlo con bastante acierto. No ocurre lo mismo con el término personal training; veamos sus lugares comunes y sus diferencias…

PROCESOS DE DESARROLLO PERSONALIZADOS

Ambas acciones son procesos de desarrollo personalizados, es decir, únicos e irrepetibles, que una persona acomete acompañado por un profesional especializado en comportamiento humano cuando se encuentra con una dificultad asociada a sus habilidades y/o formas de pensamiento que si superase tendría un impacto positivo en su desempeño.

Como ocurre con un surfista y un submarista, el “terreno de juego” es el mismo, ambos buscan los mares, salen de su habitat natural para descubrir nuevos escenarios y desarrollar otras destrezas. Hasta aquí los comunes.

¿Dónde están las diferencias? El surfista se mantiene en la superficie del personal training y el submarinista, en las profundidades del coaching.

PERSONAL TRAINING: BUENAS PRÁCTICAS PARA CRECER

El símil es muy visual; un proceso de personal training se ocupa de realizar cambios de actuación sencillos que generalmente simplemente requieren la práctica consciente de comportamientos no habituales hasta el momento. En estos casos, suele existir falta de conocimiento de determinadas buenas prácticas y el descubrimiento de estas suele llevar a una mejora relativamente rápida.

Cuando hablamos de coaching, el proceso requiere bajar a las profundidades personales, el obstáculo no es la falta de conocimiento; puede haber miedos, hábitos asociados a afectos no conscientes, pensamientos automatizados obsoletos, etc.

COACHING: SUMERSIÓN EN EL AUTODESCUBRIMIENTO

El coaching requiere un trabajo de exploración vertical progresivo para conocerse y tomar conciencia de los motivos que impulsan nuestra forma de actuar. Sin esta primera etapa de autoexploración será difícil ampliar la perspectiva e incorporar nuevas actuaciones que se sostengan en el tiempo.

El fin, la mejora en el desempeño, es común en ambos. La metodología de trabajo, su duración y el esfuerzo son diferentes. El cuidado, las medidas de precaución para evitar daños, del profesional que acompaña en el proceso también es diferente. En el coaching, hay que ir con más miramiento y sosiego, siguiendo con el símil, un submarista antes de bajar, aprende a vencer el mareo, la desorientación o el frío de las profundidades.

¿ES MEJOR LA SUPERFICIE O LA PROFUNDIDAD?

Nuestro pensamiento dicotómico, blanco o negro, bueno o malo… nos lleva a esta disyuntiva que se responde con otra pregunta. ¿Tú qué necesitas?, ¿dónde está el obstáculo?  

No es lo mismo buscar ayuda para aprender a hablar en público porque no se sabe estructurar un mensaje con impacto, que tener tanto miedo escénico que hablar ante más de 15 personas es una empresa casi imposible porque el pensamiento se queda en blanco, las palabras parece que no conectan unas con otras, etc.

El escenario es el mismo, el obstáculo no. El personal training te enseña a deslizarse y girar en las olas de la superficie, el coaching a conocer los efectos que tiene la inmersión en tu persona y aprender a manejar.

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Si quieres mantenerte en la brecha, observa, escucha y muévete.

Lo que hasta hoy era determinante a la hora de encontrar o conservar un puesto de trabajo, va a cambiar o está cambiando. ¿somos conscientes de ello? En base a esto, ¿cómo nos planteamos nuestro futuro laboral?

Ya no vale con saber hacer algo y hacerlo siempre y siempre igual. Para mantenerse activo y conseguir que las empresas demanden nuestros servicios, debemos entrenar permanentemente y poder dar así las respuestas necesarias a un mundo que está en constante cambio. Un cambio que sin duda está afectando a nuestro día a día profesional, con movimientos políticos, económicos o sociales, cambios en las profesiones tradicionales, cambios por la creciente demanda de la especialización en determinadas ramas, por el incremento de la incertidumbre generada por los rápidos cambios tecnológicos…

Ante estos nuevos escenarios, lo mejor para seguir creciendo, es adoptar una actitud “curiosa” donde prime la capacidad de observación y escucha, donde no tenga cabida el quedarse quieto viendo la “vida pasar”, sino donde podamos anticiparnos a las nuevas demandas y trabajar día a día nuestro talento y nuestra capacidad de adaptación para poder ofrecer las mejores respuestas.

El reto, comienza en nosotros y si queremos avanzar, debemos estar en permanente movimiento.

Tiempo invertido…éxito conseguido

Cuando comienzas a hacer una cosa nueva que sabes te va a suponer un esfuerzo, ¿cuál es tu actitud? ¿qué pensamientos se te vienen a la cabeza?

  • Comienzo a hacerlo y veo hasta dónde soy capaz de llegar…
  • A la mínima dificultad que encuentre lo dejo…
  • Aunque no lo logre, al menos lo habré intentado…
  • Si veo que no puedo, paro, me relajo, lo pienso bien o me entreno mejor y lo retomo…

¿Con qué premisa te identificas más? Es importante ante un nuevo reto, dedicar unos minutos a reflexionar si el tiempo que vamos a invertir en tratar de conseguirlo o los recursos que van a ser necesarios para ello nos van a merecer la pena, sea cuál sea el resultado que obtengamos.

¿Por qué? porque a veces nuestros comportamientos y decisiones, vienen condicionados por un montón de agentes externos y no somos conscientes de que esa realidad exterior nos lleva en una dirección que a veces no coincide con la que queremos para nosotros. Por eso es tan importante, dedicarse un tiempo para reflexionar concienzudamente, lo que de verdad quiero hacer, conociendo mis limitaciones, identificando mis prioridades, los recursos de que dispongo y sólo de ese modo, garantizar el éxito de mi decisión, a pesar de que la acción propuesta no llegue finalmente a ejecutarse, porque al menos, habrá sido una decisión tomada por mí, aceptando previamente el resultado que pueda venir, sea éste positivo o negativo.

¿Cómo saber si necesitas un coach?

Mucho se ha hablado sobre la enorme evolución del coaching como metodología de desarrollo personal en los últimos 10 años. ¿Moda? ¿Tendencia a largo plazo? Difícil de saber.

OPORTUNIDADES 

El coaching presenta algunas oportunidades interesantes, principalmente asociadas a la posibilidad de personalizar el proceso de desarrollo: trabajar a partir de las fortalezas y necesidades individuales, con un timing adaptado al individuo, con la posibilidad de realizar un continuo ajuste/evolución del proceso…

En este sentido, el coaching es una metodología muy atractiva, con más valor que acciones formativas más tradicionales, en grupo, cuya adaptación a cada individuo es imposible, pues todos tenemos necesidades de desarrollo diferentes, fortalezas distintas en las que asentar los procesos de mejora, y tiempos y estilos de aprendizaje diferentes.

Trabajar con un coach, cuando este es bueno, te da la posibilidad de enriquecer el observador que hay en ti, subjetivo y parcial. Incrementa las posibilidades de disponer de una percepción más completa de la realidad y ofrecerte nuevos paradigmas para interpretarla, que no tienen por qué ser mejores que los tuyos, pero sin duda, complementarán los tuyos y abrirán el abanico de alternativas de actuación.

Por lo tanto, sumergirse en un proceso de coaching, es una gran oportunidad para personas que necesitan ampliar el campo de observación, apoyarse en otros que le ayuden a profundizar en el conocimiento de sí mismos. Y necesitan, además, la intimidad que ofrece un proceso personalizado. El sosiego para desarrollar procesos de aprendizaje profundos y sostenibles.

AMENAZAS

En cambio, hay motivos también poderosos que deberían quizás invitarte a elegir una metodología diferente al coaching para poner en marcha un proceso de aprendizaje.

Antes hemos utilizado la palabra “sumergirse”, y la hemos utilizado con toda intención: el aprovechamiento de un proceso de coaching, solo es posible cuando la persona está dispuesta a comprometerse con ejercicios en algunos casos complejos en lo emocional, introspectivos, tal vez dolorosos… Lo superficial está reñido con el coaching efectivo, en nuestra experiencia.

Esto exige, además, un nivel de confianza muy alto en el coach, no en lo relativo a seguir sus recomendaciones (mal coach sería si se dedicara a hacer recomendaciones continuamente), pero sí en lo relativo a vivir sus preguntas y reflexiones como una oportunidad para buscar respuestas en nuevos lugares, y no como amenazas a la zona de confort. Si quien busca un coach, es un erizo, que rápidamente saca a pasear sus púas al verse amenazado, mejor sería que no perdiera el tiempo y el dinero.

En definitiva, somos muy fans de cualquier proceso de desarrollo personal, como el coaching, que nos ayuda a salir de nuestra zona de confort, conocer mejor nuestras fortalezas para afrontar nuestras áreas de mejora, a nuestro propio ritmo… Pero consideramos de vital importancia una alta disposición al aprendizaje por parte del participante, y una actitud de “no miedo” ante los descubrimientos que, seguramente, van a producirse.

¿Dónde estoy? ¿Dónde quiero estar?

Un proceso de desarrollo personal, creemos que ha de surgir de un análisis del gap entre “dónde estoy”/ “cómo estoy”, con respecto de “dónde quiero estar”/ “cómo quiero estar.

Esto implica, como punto de partida del proceso, que es necesario realizar un ejercicio profundo y a menudo complejo para identificar el ESTADO del coachee, haciendo que aflore su estado emocional, y que también su cerebro racional analice su momento y valore el nivel de satisfacción.

Hay una parte de este ejercicio de identificación que es introspectivo: el participante debe bucear en sus experiencias, en sus emociones…Aunque en general es un ejercicio que no tiene por qué ser complejo, hay personas a las que les puede generar dolor, al mirarse en el espejo y no verse como les gustaría verse…

Nuestra experiencia nos dice que, en muchas ocasiones, no es tanto verse peor de lo que querrían lo que genera dolor, sino la consciencia de las incoherencias que han hecho que el sujeto se haya alejado del camino que deseaba seguir para conseguir sus propósitos. 

Y por supuesto, también hay muchas ocasiones en que el ejercicio es atractivo para el coachee, ¡sobre todo por lo novedoso! Es impresionante la cantidad de personas que te dicen que nunca se habían parado a pensar en ellos: en lo que quieren, en cómo de lejos están de ello, en el camino para conseguirlo…

Naturalmente, este descubrimiento, que es esencial para iniciar un proceso de desarrollo personal, abre alternativas de actuación inexploradas y es frecuente que dé lugar a un estado emocional ilusionado, que estimule la proactividad.

Con frecuencia, es mucho más sencillo identificar “dónde quiero estar”, o “cómo quiero estar”, pues a ello sí se dedica de manera consciente o inconsciente mucho más tiempo.

Pero en este caso, es muy importante que el sujeto identifique indicadores que le ayuden a saber “cómo saber” que ha llegado al estado deseado: cuál sería el diálogo interior, las sensaciones, los retos conseguidos…

Una vez identificado el estado actual y el estado deseado, hay que identificar los caminos que llevan del uno al otro. Pero ya será en otro post.

 

Crecer a través de un proceso de coaching

En los procesos de desarrollo personal,  no todos los caminos llevan a Roma, pero no existe una única forma de conseguir avanzar hacia los retos del coachee. Existen siempre varias alternativas, y es importante que el coachee participe en la identificación de las mismas, con ayuda del coach.

Un buen coach, ayuda al coachee a descubrir alternativas, acciones, miniretos, una vez que el coachee ha explicitado su estado deseado, pero no debería condicionar, no debería posicionarse en cuanto a cuál es el camino que ha de seguir el coachee. El camino elegido, con absoluta libertad, ha de ser decidido por el coachee, y esta es una de las grandes claves de éxito de los procesos de coaching. 

El avance en procesos de desarrollo personal y profesional exige de un alto nivel de compromiso del coachee, y éste es muy difícil de conseguir, cuando lo único que ha de hacer es seguir unas consignas que le marca su coach.

Tanto los retos, como las acciones para darles respuesta, han de ser una elección personal, una obra en la que el coachee no es un mero obrero, sino que es el arquitecto. Ello sí permitirá que la predisposición para dar lo mejor de sí mismo en el proceso de desarrollo sea excelente.

La convivencia del proceso de desarrollo personal con otras muchas responsabilidades del coachee (su trabajo, su familia, etc.), condicionan en gran medida el timing del proceso. Nuevamente, es el coachee el que ha de marcar la pauta, y colocar su proceso de desarrollo a partir de su propia escala de prioridades. El coach no es un “papi” o un “tutor” que tiene que fiscalizar el proceso; es solo un apoyo que ayuda a pensar con buenas preguntas, y genera alternativas de actuación que puedan al coachee y visualizar la realidad de diferentes maneras.

Naturalmente, puede ocurrir que el proceso de coaching esté tan abajo en la escala de prioridades del coachee, que los avances sean inexistentes. Nosotros consideramos que esta posibilidad sí debe ser puesta por el coach encima de la mesa, realizando una valoración conjunta de si “estamos perdiendo el tiempo” y hay que buscar otro momento para que el proceso sea más efectivo.

Y el sueño se hizo realidad

Hace muchos años en una céntrica zona de Madrid se gestaba un proyecto empresarial centrado en el talento joven. Una idea que dio vueltas por algunas cabezas y se mantuvo latente durante bastante tiempo hasta que un día, los astros confluyeron y el proyecto soñado vio la luz y empezó a dar sus primeros pasos hacia la realidad. “El futuro es joven”, rezaba el primer slogan.

Hoy, tres años después de su presentación oficial, Dynamis puede asegurar con mucha satisfacción que este proyecto soñado, Factoría de Talento Adecco, se ha convertido en un programa referente en la selección y desarrollo del talento joven. Un proyecto ideado por personas con mente joven y centrado en los jóvenes que quieran desarrollar sus competencias profesionales y sondear su espíritu emprendedor.

Hace unos días celebrábamos la clausura de la III edición con un acto lleno de emotividad, agradecimiento y unos proyectos ideados por los talents de esta III edición llenos de pragmatismo, realidad y carga social.

Fueron muchos los amigos y colaboradores que nos acompañaron en un día tan especial marcado por la suma de talento y que cerró con un broche de oro al recibir la actuación sorpresa de Paco Montalvo, el violinista más joven del siglo XXI en debutar en el Carnegie Hall de New York y candidato a seis grammys por su primer disco.

Con la resaca que nos dejó la suma de talentos y un ávido afán de superarnos y llegar a más jóvenes cada año, seguiremos dando pasos para conseguir que “el talento compartido, sea más”.                                                                        

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Cuando una promoción se convierte en una maldición…

Una promoción profesional es una noticia generalmente bien recibida. El aumento de la responsabilidad es un reconocimiento de la empresa por los resultados conseguidos y va acompañado de un incremento salarial. Pero la promoción también implica la adaptación a una nueva situación profesional que no siempre se ve apoyada internamente y, que en algunas ocasiones, se convierte en un duro proceso de aprendizaje con algunos obstáculos en el camino: problemas en las relaciones con otros compañeros ante el cambio de atribuciones, estrategias anticuadas para los nuevos problemas, miedos ante el incumplimiento de las expectativas generadas, etc.  

Ante esta situación, algunos profesionales buscan este soporte en el Personal Training y encuentran el asesoramiento y el acompañamiento para conseguir una rápida y eficaz adaptación a la promoción. De esta forma, sortean “la maldición” de los primeros 100 días de la nueva posición.  

Desde nuestra experiencia en el apoyo en estos procesos, los profesionales que consiguen el éxito en la promoción se caracterizan por los siguientes comportamientos:

  • Aunque tienen una especialidad profesional, saben abrirse a desarrollar otras nuevas, lo que les permite hacerlo bien en diversas de posiciones.
  • Transmiten serenidad y tranquilidad ante situaciones de estrés.
  • Saben aceptar los errores y aprenden de ellos.
  • Se centran en los problemas relevantes, discriminándolos de aquellos que aunque hagan mucho “ruido” no tienen importancia estratégica.
  • Saben gestionar y relacionarse con todo tipo de personas.

El personal training para la rápida adaptación al cambio de posición ayuda a enfocarse a lo que es realmente prioritario y a adquirir las nuevas estrategias que garanticen la empleabilidad presente y futura.

Si quieres conocer más sobre estos procesos…

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Coaching, ¿para qué?

Quizás deberíamos responder a una pregunta anterior y es: ¿qué es coaching? Podemos hablar del coaching como una herramienta de desarrollo personal y profesional que nos permite descubrir y potenciar nuestras habilidades. Se trata de que, a través de un encuentro a dos, una conversación seria, comprometida y buscada, una persona mire al futuro con intención real de generar acciones o conductas nuevas que puedan traerle cambios a su vida.

Una vez resuelta la duda, podemos ir desgranando la flor e ir analizando aquellos fines para los que puede usarse esta técnica de desarrollo.

Si estás buscando trabajo, debes partir de dos premisas básicas: el autoconocimiento y la motivación. Debes saber hacia dónde quieres encaminar tus pasos en base a tu experiencia, tu valía, tus cualidades, tus proyectos vitales y dar siempre pasos adelante con una actitud mental positiva.

La persistencia, la constancia y el trabajo diario tienen sus recompensas y si además muestras tu mejor versión el éxito está casi asegurado.

Si debes elegir estudios,  el coaching puede ser un buen aliado para despejar tus dudas. A veces, éstas son consecuencia de la no autoexploración y el escaso autoconocimiento de nuestras habilidades, valores y preferencias. Las sesiones personalizadas de coaching permiten ponernos en el camino para encontrar el talento que tenemos, nuestras habilidades y cómo desarrollarlas. Además suponen una inyección de autoestima y confianza, tan necesarias para la gestión de los cambios y el descubrimiento de lo que quiero hacer a futuro.

Si necesitas mejorar algún aspecto de tu vida profesional (mejorar tu rendimiento, gestionar un conflicto, enfrentarte a determinados cambios) puedes apoyarte en el coaching. Aclarando que el coaching no es la varita mágica que soluciona nuestros problemas, sino que nos ayuda a removernos interiormente para sacar a la luz, actitudes, visiones, comportamientos y desde esos aspectos reales y concretos, generar un cambio para conseguir los objetivos que hasta el momento no he podido alcanzar.

Hoy día, los motivos por los que una empresa o profesional decide invertir en coaching pueden ser varios, pero todos tendrán un denominador común: la necesidad de trabajar sobre áreas de desarrollo acordes a los objetivos de la organización y del cargo que se ocupe. Algunas de las competencias que un coach podrá trabajar con su coachee  serán: el liderazgo, el trabajo en equipo, la inteligencia emocional, la gestión del tiempo, etc.

Si te animas a querer descubrir tu yo, esta herramienta sin duda te ayudará en tu objetivo. » Que la fuerza te acompañe».

 

 

 

 

 

¿Preparado para cambiar y alcanzar tus objetivos?

Hoy te ofrecemos la posibilidad de conseguirlo a través del “personal training”, una herramienta de desarrollo personal y profesional orientada a la mejora del desempeño.

Por centrarnos en un caso real, vamos a exponer el desarrollo de un  trabajo realizado con un mando medio del departamento informático de una empresa del sector automoción. Una persona con una demostrada capacidad técnica y alta orientación a la estrategia corporativa, propuesto incluso para una promoción interna.

La situación era la siguiente: dado su estilo de relación, la comunicación con otras áreas o personas a su cargo era complicada. Especialmente evidente era la complicada relación con el equipo comercial donde se generaban tensiones importantes debido a una actitud poco flexible.

Se decidió intervenir para cambiar esta situación, marcando un objetivo primordial: mejorar las habilidades y estrategias de relación y comunicación con las personas de aquellos departamentos que intervenían en el trabajo, especialmente el departamento comercial en un periodo de tiempo no superior a los 3 meses.

Para ello el proceso a seguir fue el siguiente:

  • Punto de partida: se llevó a cabo una primera reunión de análisis de la situación y propuesta de trabajo (objetivo, metodología a seguir, compromisos adquiridos) y se utilizó un cuestionario de autoconocimiento: MBTI.
  • Se ejecutaron una serie de reuniones individuales, con aquellas personas intervinientes en el proceso de trabajo abordando diferentes contenidos: ámbitos de preocupación e influencia; creencias limitantes y percepción selectiva; análisis del grado de empatía; canales de comunicación empleados y control de los elementos de comunicación no verbales.
  • Indicadores de éxito: se analizaron una serie de ítems que fueron los medidores del éxito y buen funcionamiento del proceso: la promoción a la jefe de departamento y un premio a la “simpatía” en las votaciones anuales internas de los Servicios Generales.
  • Tras el término del proceso, la persona que vivió el personal training compartió con nosotros una reflexión sobre cómo se había desarrollado el mismo y lo que había conseguido: “…en estos momentos y tras un periodo interesante de trabajo conmigo mismo, afronto las situaciones de una forma diferente; tengo gran parte de responsabilidad a la hora de buscar una solución satisfactoria para todas las partes implicadas en un determinado escenario. Ahora tomo conciencia de la necesidad de no focalizarme en la crispación que me generaban determinadas situaciones, sino en trabajar con una actitud más positiva y colaboradora, no creando conflictos donde no los hay”. 

 

La actitud, una elección personal

Todas las especies nacen, crecen, evolucionan y desparecen. También ocurre en el ser humano que si quiere subsistir, debe adaptarse a los cambios. De ahí, que hoy día en el ámbito empresarial, se valoren especialmente algunas competencias profesionales como la flexibilidad, la innovación, la creatividad…ya que gracias a ellas, una persona es capaz de reinventarse, de crear y adaptarse al contexto o circunstancia que le toque abordar.

Tanto si eres empleado como emprendedor, debes tener en cuenta lo importante que es rodearse de personas con estas habilidades y con una buena actitud, ¿por qué? Sin duda enfrentarnos a la vida personal o profesional con un talante positivo, mejorará nuestra calidad de vida y la de los que nos rodean.

Y es tan fácil como decidir que es así como queremos actuar. Una buena o mala actitud sólo depende de nosotros, no así lo que nos sucede, pero sí el modo en que lo afrontamos. Recuerda por tanto, que tienes un cien por cien de influencia sobre tu actitud.

En las organizaciones, los profesionales con actitud positiva son clave para propiciar un buen ambiente de trabajo, fomentar la creatividad,  crear líneas de actuación y encontrar oportunidades. No siempre somos conscientes de que esta actitud no aparece de forma automática, sino que debemos activarla y trabajarla para conseguir que contagie al de la persona que tengo más cerca y mejorar así mi entorno.

Un proceso de coaching, puede ser un buen método para sacar la mejor versión de nosotros mismos y  responder a los hechos desde la actitud positiva. Así pues, después de saber que la actitud es una elección meramente personal, ¿tú qué decides?

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