Skip to main content

Etiqueta: experimentar

Creatividad frente al mar

Pensamos en la creatividad como un artista pintando en su taller, un publicista ideando en su agencia y un músico componiendo en su estudio. De repente, todo encaja y se les ilumina la “bombilla” que les lleva a la idea perfecta. Pero… ¿te has preguntado cómo es su vida más allá de ese taller, agencia y estudio?

Pensamos que salir fuera implica distraerse con estímulos externos que contaminan nuestro objetivo creativo. Entonces, nos encerramos en nosotros mismos, amarrados a esos lugares conocidos. En las sesiones de innovación hay algo que es siempre muy difícil de conseguir con los equipos implicados: impulsarles a salir fuera. Es un reto enorme conseguir que se empapen de opiniones ajenas, cambien de lugar y observen sin juzgar. Nos han enseñado siempre a crear entre cuatro paredes. Pero la antesala a cualquier proceso creativo, la base de esta mentalidad, se encuentra fuera.

Las ideas creativas surgen de inputs guardados en el “almacén” de nuestro cerebro, que generar después conexiones que llevan a la creatividad. Estos inputs son vivencias en forma de conversaciones, relaciones, viajes, retos, lecturas… que combinados con emociones y reflexiones propias generan nuevas asociaciones. Es imposible enriquecer estas vivencias reduciendo nuestros estímulos a cuatro paredes. 

El secreto de las personalidades creativas es una curiosidad insaciable por la vida, que les lleva a generar una enorme diversidad de experiencias. Lo que creamos es único porque nuestras experiencias vitales lo son. Robert Glasper, pianista y compositor, asegura: “si no tuviera vida más allá del piano me daría miedo pensar cómo sonaría” y Elvira Sastre, escritora, confiesa: “en la poesía es inevitable dejar una parte de uno mismo”.

Necesitamos salir al mundo y combinar nuestras percepciones de formas diferentes. Inventemos nuevos retos y caminos que alimenten áreas de nosotros que desconocíamos. Exploremos lo  desconocido. Este verano, imaginemos, pero mejor frente al mar. Vivamos, para poder ser y crear con identidad. Porque no hay nada mas potente que dejar una parte de ti en cada creación.

Bendita paciencia

Palabras que habremos oído mil veces, en nuestros padres, y aún más en nuestros abuelos. Y mi impresión es que vivimos una época en la que la paciencia está infravalorada.

En este mundo nuestro, en el que todo va tan rápido, en el que “dentro de 10 minutos” ya es tarde; en el que parece que no vivirlo todo en el próximo año, hará que “se te pase el arroz”, la reflexión, la paciencia, el sembrar y regar, son actividades percibidas a menudo como pérdidas de tiempo.

Muchos lectores conocerán la historia del bambú japonés, cuya semilla se siembra y se riega y durante años no asoma ni un pequeño tallo. Y de pronto, en semanas puede crecer más de 30 metros.

Hace poco tiempo, un joven amigo (las nuevas generaciones llevan aún peor lo de la paciencia), me dijo que empezaba a trabajar en una conocida empresa y que tenía ganas. Seis semanas después me lo crucé casualmente, y me dijo que ya lo había dejado, porque había tardado poco en descubrir que aquello no era lo suyo. Hombre: está claro que si crees que estás perdiendo el tiempo, lo mejor es dejar de perderlo cuanto antes. ¿Pero cuánto tiempo se necesita para saber que una dinámica no es la que uno desea?

Me pregunto si no perdemos oportunidades de aprendizaje y de gran disfrute, porque no damos tiempo a las experiencias para se desarrollen, para que se consoliden en nuestro interior. No todo es bonito en el minuto 1. Las experiencias maduran. Muchas veces, descubrir la riqueza de una actividad, es algo que solo se alcanza cuando ya no hay tanto esfuerzo inicial, ese que se necesita para generar los hábitos. Muchas cosas son más bellas a medida que las conoces.

En algunos procesos de coaching, propongo a mis coachees que hagan un pacto con ellos mismos: que se den todo el tiempo que necesiten para tomar una decisión a la hora de elegir un camino u otro. Pero una vez tomada, les propongo que recorran el camino un mínimo de 3 meses, sin ningún juicio durante ese tiempo. Y después de 3 meses, valoramos el global. Cuántas veces ha pasado que lo que mal empieza, bien acaba. Aunque no sea así el refrán.