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Etiqueta: transformación

Crear un nuevo renacimiento creativo

«Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, era el siglo de la locura, era el siglo de la razón, era la edad de la fe, era la edad de la incredulidad, era la época de la luz, era la época de las tinieblas, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, lo teníamos todo, no teníamos nada, íbamos directos al Cielo, íbamos de cabeza al Infierno”

 Un texto que parece escrito para hoy. Pero no, fue escrito por Charles Dickens, en su novela Historia de Dos Ciudades, situada a comienzos de la Revolución Francesa. Un momento histórico que fue uno de los mas dramáticos y a la vez esperanzadores. Una época marcada por grandes conflictos, con visiones opuestas, y también, por transformaciones, con profundos progresos con una gran influencia posterior.

¿Y si las fragmentaciones y los progresos estuvieran unidos? Si analizamos los momentos históricos, nos damos cuenta de que muchos de los pensadores mas creativos, no nacieron en épocas calmadas, ni en lugares centralizados con pensamientos homogéneos. Por el contrario, muchos de ellos nacieron en épocas marcadas por divisiones o revoluciones. Pero lo que encendió el crecimiento de su potencial creativo no fue la fragmentación en si, sino la enorme diversidad que esta produjo, enriqueciendo sus pensamientos.

La antigua Grecia, un lugar dividido por números estados, con visiones muy distintas, fue cuna de los mayores pensadores de la historia. Lo mismo ocurrió en la Italia del Renacimiento, con ciudades rivales hirviendo diferentes visiones, donde nacieron enormes talentos como Rafael, Miguel Ángel, Dante o Leonardo. También la Alemania que estaba dividida en pequeños principados, vio crear a Bethoven, Mozart, Hegel o Goethe. Y esos pensadores ilustrados como Rousseau, Descartes, Diderot o Voltaire, vivieron una época con números conflictos sociales y políticos. Sin olvidarnos de la Primera Guerra Mundial, que en medio de países desestructurados y un clima de gran incertidumbre, emergieron Wittgenstein, Heidegger o Benjamin revolucionando la filosofía. Y si, también la Segunda Guerra Mundial, dejó grandes innovadores en campos muy variados como Robert Capa, Roberto Rossellini, Bauhaus o Picasso. 

Pero no solo crecieron en momentos marcados por divisiones, sino que la mayoría, además vivieron en entornos que les abrieron las voces de la diversidad, mostrándoles diferentes puntos de vista desde su infancia. Esa actitud, aprovechando también la época en la que les había tocado vivir, produjo un florecimiento de su creatividad. Además, gracias a esta mentalidad promovida en sus entornos, tuvieron la capacidad de unir tanta diversidad y complejidad de forma armoniosa, encontrando conexiones entre todas las perspectivas y transformándolas en visiones únicas del mundo.

En nosotros está convertir el momento tan turbulento que nos ha tocado vivir, en un nuevo renacimiento creativo. En lugar de taparnos los ojos, resignarnos quejándonos o atarnos a nuestro punto de vista, podemos conseguir que uno de los capítulos mas surrealistas de la historia cuente también que aprendimos a ser mejores. Seamos como esos ilustrados, que observaban la ignorancia, la tiranía y la superstición del momento que les había tocado vivir. Pero también, la esperanza, la fe en la razón y la cooperación. Veamos ambas visiones de Dickens a la vez, las tinieblas y la luz, entendamos más allá y profundicemos en ellas. El progreso llegará si sabemos escuchar todas las voces, integrar visiones diversas y crear aprendizaje compartido, conectando los hilos que enlazan los diferentes problemas que vivimos y convirtiéndolos en un brote creativo.

Reflexiones impulsando la creatividad en emprendedores

El mes de octubre estuvimos formando a emprendedores en habilidades transversales, dentro del programa Sherpa de FEDA en Albacete. Mientras volvía a Madrid en tren reflexioné sobre la experiencia. Las reflexiones en trenes y aviones no son causales para mí. Algo tienen que cuando subo a ellos y miro por la ventana siento que encuentro un oasis que canaliza toda la energía que tengo dentro, que da quietud a una cabeza en permanente ebullición, sentido a todo el movimiento, desconexión externa traducida en conexión conmigo misma, con mis valores, con dónde quiero ir y, sobre todo, por qué. Ojalá encontremos siempre un gran balance entre reflexión y acción, consiguiendo hacer una parada para no perder lo importante ante la rutina, para asimilar al aprendizaje diario.

Me fui interiorizando la gran necesidad que hay de impulsar a que los emprendedores en España rompan el miedo al riesgo y al fracaso que nos paraliza como país. Pero no desde un eslogan vacío que nos empuja a fracasar porque sí, como ovejas de un rebaño al precipicio, sino entender estrategias concretas para que el fracaso sea una oportunidad de aprendizaje creativo. La resiliencia no es solo sobreponerse de los baches del camino, sino ante todo, tener las perspicacia de romper paradigmas viejos y diseñar nuevas formas creativas de ver el camino.

Me fui convencida más aún de que no ser creativo hoy es ser analfabeto, de que es esta una de las grandes habilidades a potenciar. Me fui con la rabia de interiorizar cómo la educación nos corta el tesoro más poderoso que traemos de serie: una imaginación infinita. Si se corta de niños es muy complejo volverla a coser. Pero siento que es un reto apasionante que merece la pena cuando ves la emoción de aquellos que descubren lo que han perdido y se mueren por volverlo a recuperar. Es crítico abrir burbujas que nos condenan, para cuestionarnos modelos interiorizados y romper dogmas rígidos que nos encorsetan. La creatividad es una actitud ante la vida.

Me fui con la convicción de que todo cambio profundo empieza cambiando la mentalidad y que muchos conflictos externos son en realidad internos. Muchos de los obstáculos que vivimos vienen de no sabernos escuchar, de no querer profundizar, de no entender las razones ocultas por las que actuamos, de no encontrar lo prioritario. Ayudar a otros a destapar estas batallas internas es muy complejo pero tremendamente estimulante.

Me fui con la sensación más clara de una gran ironía de este siglo: en un mundo hiperconectado, la soledad es enorme. Muchos emprendedores lo que necesitan realmente es que se les escuche. Necesitan a alguien que les ayude a mirar desde fuera, a comprenderse, a entender su caos. Necesitan motivación, autoconocimiento y curar su autoestima. Necesitan un encuentro con alguien que les ayude a entender su montaña rusa. Buscan algo tan simple y tan complejo como sentirse escuchados, como un café al sol en medio de una discoteca oscura.

Me fui reforzando más mis porqués. Siempre que formo a otros y les ayudo a descubrirse o destapar acabo entendiendo mejor mis razones. Creo que no hay nada más potente para enfrentarse a la rutina del día a día y para dar sentido a los cambios, que entender el núcleo que te mueve. Quiero seguir creando innovadores, porque creo que es lo que nos dará valor en un futuro que es hoy. Quiero ayudar a que España descubra que tiene talento creativo, solo que necesita mantenerlo en el caso de los niños, potenciarlo en el caso de los jóvenes y repararlo en el caso de los adultos. Quiero seguir ayudando a otros a pensar de forma lateral, a romper dogmas, a escuchar con empatía, a redefinir problemas y a mirar desde nuevas perspectivas.

Me fui sabiendo que para aportar verdadero valor hay que haber sentido el barro. Quiero seguir viviendo experiencias diversas y enriqueciendo mi mochila para poder enseñar de forma profunda, expandiendo mi mundo para poder expandir otros mundos. Quiero no olvidarme nunca de seguir viviendo experiencias en la primera línea de batalla porque desde ahí se aprende realmente de qué va el juego, con mezclas y matices que no se aprecian desde  los mandos globales del cuartel. Creo que no hay que renunciar ni al cuartel ni a la batalla, pues el valor transversal se encuentra uniendo estrategia y experiencia, una alimentando a la otra. Quiero aplicarme mi propio cuento y seguir abriendo mi mente para enseñar mejor. Ser aprendiz antes que maestra.

 

 

 

 

 

¿Expectativas realistas?

Acabamos de finalizar el periodo de inscripciones de Factoría de Talento, con buenos resultados y con algunas reflexiones sobre la mesa.

¿Cuáles son tus miedos? Ha sido una de las preguntas que han tenido que responder los candidatos.

Dentro de la variedad de respuestas, hay algunas que se repiten de forma bastante significativa. Una de ellas, el miedo a tener una vida que no aporte valor a la sociedad. También, el defraudar a sus familiares. Llamativo en personas tan jóvenes que están finalizando sus estudios académicos, la media de edad son 22 años.

Coincidiendo con este momento, la Fundación Transforma está divulgando la iniciativa “Un proyecto para España” donde en su presentación mencionan esta paradoja, ”colectivamente estamos viviendo mejor que nunca, estamos en los mejores años de nuestra historia, sin embargo, los españoles, en nuestro vivir cotidiano reflejamos más sensaciones negativas de resignación, frustración, desesperanza y, sobre todo, de seguridad y temor”.

¿Qué relatos construimos? Parece que vamos de los escenarios más pesimistas a los más optimistas, como si la realidad estuviera polarizada cuando el día a día no es así.

Hemos oído tantas veces que “hay que cambiar el mundo” que parece que si no conseguimos un cambio revolucionario que embarque a cuanto más personas mejor, nuestra vida no es digna de valor. Con este mensaje es natural que la oportunidad de satisfacer las expectativas propias y de terceros, se convierta en una empresa difícilmente alcanzable.

Quiero mencionar aquí, a Elena Biurrun, la persona que ha sido alcaldesa de Torrelodones durante las dos últimas legislaturas. Cuando la escucho o la leo, me resulta muy inspirador su defensa de transformar nuestro mundo más inmediato: destaca el poder de influencia que tenemos cada uno de nosotros en nuestros ámbitos más próximos y de participar activamente en su evolución o incluso en su cambio, convirtiendo utopías en realidades paso a paso.

Me pregunto si los miedos o la frustración actual no se deben a expectativas poco realistas acerca de lo que se puede conseguir en los plazos en los que los planteamos o incluso en centrar en un solo ámbito de nuestra vida, toda nuestra autoimagen de valía.

No podemos privar a nadie de tener sueños y de querer conseguirlos, tal vez podemos facilitar los datos objetivos que le permitan emprenderlos con expectativas realistas. Cuando en Factoría de Talento las personas jóvenes nos describen sus sueños profesionales, en más de una ocasión, descubres las altas expectativas que vuelcan en ellos y casi exclusivamente en ellos. La frustración en más de un caso está asegurada.

Aprender que tenemos poder de influencia no es suficiente para empoderarnos; saber que la realidad tiene más elementos que uno mismo y que también ejercen su influencia ayuda a aportar valor desde el realismo.