Talentos ocultos
En 1940, Gillian era una estudiante muy problemática en el cole. Sus profesores estaban desesperados con su actitud indolente y conflictiva. Pidieron a sus padres que la llevaran al psicólogo, pues consideraban que podía haber algún tipo de trastorno. Sus padres, asustados, fueron obedientes y la llevaron a uno, que en la primera charla, se puso a hablar con Gillian de una manera casual, divertida, sobre las cosas que le gustaba hacer los findes, o cómo serían unas vacaciones ideales… La niña se fue sintiendo cada vez más cómoda y la conversación se alargó más de una hora.
En un momento dado, el psicólogo la dijo: «Gillian, voy a salir un momento a hablar con tus padres, pero tú quédate aquí mirando los libros o haciendo lo que quieras». El psicólogo invitó a los padres a salir de la sala, pero antes, puso un poco de música para Gillian. Al salir, llevó a los padres a una ventana, y les pidió que miraran lo que ocurría dentro, sin que Gillian les viera.
La niña se había puesto a bailar de una manera maravillosa, y todo su lenguaje no verbal delataba felicidad. El psicólogo dijo a los padres: «su hija está perfectamente. Baila como los ángeles. Llévenla a una academia de baile». Con el tiempo, Gillian Lyne se convirtió en una de las bailarinas y coréografas más importantes del siglo XX, famosa por haber diseñado los musicales de Cats y El fantasma de la ópera.
Esta historia la cuenta Sir Ken Robinson en «El elemento», su libro más conocido. Y me parece un ejemplo fascinante de lo que ocurre cuando alguien identifica su talento y encuentra la forma de hacerlo brillar. Mucha gente necesita ayuda para hacerlo. La sociedad no siempre facilita que los niños y los jóvenes descubran sus talentos ocultos. Algunas personas, como Paulo Coelho, superó por sí mismo todas las resistencias, y exploró el talento de la escritura que había en él y le apasionaba. Otras personas no son conscientes de sus talentos por sí mismas y necesitan las miradas de otras, como la madre de Thomas Edison, que creyó en él cuando nadie lo hacía.
Me preguntó cuántos talentos quedan ocultos porque nadie les da luz. Y cuánto pierden las personas y la sociedad por todo ello.