Entre los límites de la duda metódica y la verdad absoluta, existe un enorme campo de reflexión.
Hay personas que tienen tanto miedo al error, que necesitan tal nivel de seguridad para decidir, que cuando se mueven, si es que se mueven, es con tal falta de convicción, que parece que cualquier comportamiento alternativo habría sido mejor.
Por el contrario, hay personas que tienen tal nivel de seguridad en sí mismas, una aparente visión tan preclara de la realidad, que pareces estúpido si lo ves de otra manera.
Es peligroso confundir el mapa con territorio. Porque en esta era de modernidad líquida de la que habla el sociólogo Zygmunt Bauman, los territorios cambian. Y cuando uno considera que su mapa es el verdadero, se va a perder inexorablemente.
Por otro lado, los territorios cambian, pero quizás no tan rápido como a veces pensamos… Y hombre: con un buen mapa (o unos cuantos), puedes afrontar la realidad con ciertas garantías de que no te sales del Planeta Tierra.
Esta semana, una amiga me puso sobre la pista del Efecto Dunning-Kruger. En 1996, David Dunning, profesor de psicología social de Cornell, desarrolló una investigación con su alumno Justin Kruger. Pretendían analizar si nos ocurre que, cuanto menos sabemos más creemos saber. Y viceversa: si quienes son más competentes, más dudas tienen sobre sí mismos.
Por lo visto un año antes, un hombre llamado Wheeler, había robado dos bancos a plena luz del día, sin ningún tipo de cuidado en cuanto a tapar su rostro. Fue arrestado una hora después, cuando su imagen fue mostrada en las noticias. Cuando le arrestaban, le dijo a la policía: “Es extraño que me hayan localizado, porque me empapé la cara de zumo de limón”.
El ladrón estaba convencido de que el zumo de limón generaba una película sobre su cara que le hacía invisible. La idea se la sugirieron dos amigos, y él la validó, haciendo una prueba con su propia cámara. A saber cómo se hizo la foto.
La investigación de Dunning y Kruger dio unos resultados sorprendentes. Efectivamente, comprobaron que existe una correlación entre “creer que sabes más” y saber menos. Precisamente porque en esencia, las habilidades que se necesitan para hacer algo bien, son las habilidades necesarias para evaluar cómo lo estoy haciendo.
En cambio, las personas más “capaces”, tienden a dudar porque dan como normales sus conocimientos, y no los consideran especiales.
Así que atentos: duden de aquellos que parecen contar con el paradigma de la verdad. Y en cambio, “pongan la oreja” ante aquellos que se manifiestan con dudas o inseguridades, porque a lo mejor tienen más que aprender de ellos.