Skip to main content

Etiqueta: cambio

Dejarnos y dejar evolucionar

El mirarnos con perspectiva es una actividad bastante común cuando llega el final de un año. ¿Quiénes somos a 31 de diciembre? ¿Quiénes éramos el 1 de enero? ¿Quiénes queremos ser el 31 de diciembre del año al que ahora damos comienzo? Establecemos propósitos, introducimos cambios. Todo nacido de un afán de mejorar: queremos evolucionar.

Pero no es solo que queramos evolucionar, es que existir significa estar en continuo cambio. Coincidimos todos en que la niñez es un periodo de evolución abismal: aprendemos a dar los primeros pasos, a hablar, a reconocer a quien está a nuestro alrededor, a hacer un número muy amplio de movimientos y acciones por primera vez. Sin embargo, al transitar la juventud, se nos empuja a encontrar un camino, a perseguir la tranquilidad, a tener el objetivo de aferrarnos a alguien y a un lugar. Conforme nos vamos haciendo adultos, es frecuente que nuestro entorno se sorprenda si cambiamos de dirección, de idea, de opinión o de rumbo. Quizá porque creemos que la identidad se construye de nuestras elecciones, nuestros pensamientos y nuestras opiniones más que de nuestros valores. Y quizás también porque creemos que la búsqueda y el desarrollo de la identidad tiene un final. Hace poco encontré en un libro la siguiente frase: “si miras atrás y no piensas <<qué estúpido era hace un año>> es porque no has aprendido mucho en el último año”.

Cambiamos día a día. Esto se ve en el ámbito científico de manera muy clara: lo que hoy sabemos que es cierto, puede que mañana se vea ampliado, matizado o que incluso deje de ser cierto. A mí, personalmente, a veces me cuesta ponerme en la mente del científico. Me cuesta mirar a mi yo de hace uno, dos, tres o diez años. Me cuesta verme en vídeo. Volver a abrir mis trabajos. Releer las palabras que utilicé en un escrito de hace algún tiempo. Me cuesta pensar que dediqué cuatro años a una carrera que ha dejado de interesarme tanto. Pero de ahí también nace querer grabarme de nuevo, seguir escribiendo, explorar nuevas áreas de conocimiento. Dice el diseñador Miguel Milá en su libro “Lo esencial”: “Me metí en el mundo del diseño sin saber lo que era el diseño. En realidad, todavía no lo sé. No lo sé porque creo que el diseño va cambiando. Por eso yo, con el tiempo, voy redefiniendo la idea que tengo sobre el diseño. Es decir, he aprendido a vivir con pocas certezas. También a administras esas pocas verdades”.

Aceptar que existen pocas verdades nos hace ser conscientes de que tan importante es asumir que nuestra evolución es constante como dejar evolucionar a aquellas personas a las que acompañamos. Dejarles experimentar sus propias vivencias, cometer sus propios errores, sacar sus propias conclusiones, llegar a sus propias verdades. Termina Miguel Milá el prólogo de su libro con lo siguiente: “Con ochenta y ocho años esto es lo que pienso. Que quede claro que puedo cambiar de opinión”. Y es que, sin importar la edad, la generación o la etapa vital, lo único que podemos dar por certero es que nunca dejamos de evolucionar, tengamos o no propósitos de año nuevo.

Viviendo en bucle

Buenas, me presento, soy estudiante universitaria de último curso, tengo 22 años y al mismo tiempo estoy realizando las prácticas curriculares.

El otro día una persona muy especial fue capaz de resumir todas mis frustraciones en una única frase: “estamos viviendo para el futuro”. Quizás en primera instancia no refleje con total claridad a lo que me refiero. Sin embargo, tras varias conversaciones con diferentes jóvenes entre 20 y 25 años, me he dado cuenta de que es más común de lo que parece. Posiblemente se deba a la situación que estamos viviendo actualmente, o quizá sea cosa de la edad.

Nos sentimos estancados, como si la vida estuviera en pausa. No significa que no hagamos cosas, pero hay un sentimiento común de no estar disfrutando al 100% de lo que tenemos. Muchos señalan la poca oferta para realizar prácticas laborales, otros la dificultad de encontrar trabajo, la falta de libertad, restricciones sociales, y por consecuencia, la pérdida de ganas. Me sorprendió ver que la mayoría compartía la misma sensación de vivir en un bucle. Siguen formándose, estudiando, esperando… “estamos viviendo para el futuro”. Esta frase no deja de resonar en mi cabeza. Pero ¿y qué podemos hacer? Realmente las razones anteriormente mencionadas, se escapan de las manos de cualquiera. En parte, considero que la principal razón por la que nos sentimos de esta manera se debe a la rápida adaptación a la que nos hemos visto obligados de pasar todo a la vía online. Clases online, teletrabajo, formaciones por ordenador, nos despertamos y no hace falta ni cambiarnos la ropa para empezar el día. Para colmo los días son tan cortos que cuando terminas tu jornada ya ha anochecido. No quiero transmitir una visión negativa sobre la tecnología, todo lo contrario. Sin embargo, acarrea ciertas consecuencias, y claramente esta es una de ellas.

Tras reflexionar y dar vueltas en torno a la misma idea, quería compartir la importancia de cuidar nuestro cerebro. Es muy importante no perder de vista la salud mental de cada uno. El estado de ánimo va de la mano de nuestros pensamientos y maneja nuestros sentimientos y en consecuencia nuestras acciones. Es difícil salir del bucle y por ello debemos trabajar diariamente en nosotros mismos. Ahora más que nunca, es importante llegar a desconectar diariamente de la tecnología durante unas horas, salir de casa, cuidar las relaciones sociales, la alimentación, estar física e intelectualmente activo.

Nadando en filtros burbuja

Empieza la mañana. Ponemos Spotify mientras nos duchamos, escuchando nuestra lista de canciones recomendadas. Desayunando vemos las noticias en la tele, programada en nuestro canal favorito. De camino al trabajo escuchamos opiniones en la emisora de radio de cada día. Antes de empezar a trabajar vamos seleccionando publicaciones en Instagram para ponernos al día. En un rato que tenemos libre, nos metemos en Amazon para ver las últimas novedades de nuestros vendedores preferidos. Por la noche, abrimos la aplicación de comida para llevar y elegimos entre nuestra lista personalizada de restaurantes. Al llegar a casa, sofá y dejar que Netflix nos recomiende la nueva serie de moda en base a nuestros gustos. Pulsamos, mañana será otro día.

Desde que te levantas hasta que te acuestas te personalizan cada paso, te lo pintan con una alfombra a tu medida, no necesitas hacer esfuerzo al tener que elegir entre millones de opciones, deciden por ti. Solo recibes lo que realmente te interesa, haciéndote la vida más cómoda, un traje a medida. Una personalización que es todo un alivio en un mundo lleno de información, un mundo donde las decisiones a tomar a diario son infinitas.

Pero, espera…¿Quién decide lo que ves, oyes, opinas, comes y vistes? ¿Quién te hace las listas con las que vives? ¿Eres tú o son los filtros? Filtros burbuja, donde solo llega aquello que encaja con nuestra forma de vida. Pero al igual que como sociedad hemos sido capaces de crear estos maravillosos algoritmos que nos facilitan la vida, también tenemos defectos, como el sesgo de confirmación que hace que demos la razón a aquello que refuerza nuestra visión del mundo.

Buscamos personas completamente afines y al conversar solo en ciertos grupos vamos adoptando una posición cada día más extrema. Nos distanciamos por completo de otras burbujas, a las que juzgamos de tener la culpa de todo lo que ocurre en el mar. Terminamos actuando en base a la reducida parcela que se adapta a la versión que tenemos de la realidad, blanca o negra. Es muy posible que con un trozo del mapa, cortado por nuestra parte favorita, en base a lo que hemos visto en otras ciudades, no lleguemos a conocer nunca la ciudad. Cabe preguntarse si somos libres cuando solo hemos visto una burbuja, o si la libertad consiste en decidir la opción preferida una vez hemos visto un mundo amplio.

Esto influye en la forma de vivir, de crear, de ser. Tocar la puerta de otras burbujas da mucho miedo, porque cuestionan nuestra manera de entender el mundo. Pero es importante recordar que creamos lo que somos, y es imposible crear con valor si no tenemos una mochila diversa. Una mochila que se crea caminando por los trazados que no están marcados en las guías. Una mochila que llene de color un mundo pintado en blanco y negro. La riqueza está en la interconexiones y para ello tenemos que descubrir burbujas que se salgan de nuestros filtros, que rompan nuestros esquemas. Aunque al principio duela, perder un poco el equilibrio es necesario para ser libres.

Contra la juventud

Releo estos días Contra la juventud, el libro de Pablo D’Ors que cuenta la aventura de un aspirante a escritor llamado Eugen, en la sorprendente Praga tan fría como acogedora, que le ofrece tanto y tan poco de lo que buscaba.

Porque uno que busca, siempre encuentra, pero no siempre encuentra lo que busca. Y esto es algo que puede resultar desesperante. Algunos optan, para evitar esa desesperación, por la estrategia de “dejarse llevar”, sin buscar nada en concreto. Pero ello lleva a menudo a la sensación de estar dando palos de ciego, de recorrer la vida en círculos, y estar cada cierto tiempo en el mismo punto desde el que se empezó.

Como dice una de las máximas del oráculo de Delfos, la clave seguramente se encuentre en no elegir “nada en exceso”. Porque ni tener un puerto claro al que dirigirse es garantía de nada, ni tampoco va a permitirte disfrutar la vida al 100% el “let it be” que cantaban los Beatles.

Eugen sale de Alemania con la esperanza de encontrar en Praga los éxitos que busca. Inicia el camino lleno de energía, sin distinguir la utopía de la realidad. Llega con ganas de comerse el mundo, como tantos y tantos jóvenes que como él, creen que la vida que no se viva en la juventud, ya no se vivirá jamás.

Eugen no se encuentra con el éxito, pero se encuentra con muchas otras cosas. Se encuentra con las dudas, con los vaivenes emocionales, y también con nuevos caminos que ni siquiera imaginaba que existían. Gracias a esos encuentros inesperados, descubre muchas facetas de su ser que desconocía.

Y esa es, en nuestra opinión, el gran motivo por el que el movimiento, la búsqueda, es la estrategia adecuada para desarrollarse como individuo. Porque aunque nunca encuentres lo que busques, siempre encontrarás algo. Y en esos encuentros, surgirán preguntas, no siempre fáciles. Surgirán ideas, no siempre válidas. Surgirán emociones, no siempre dulces. Pero serán tuyas. Y te harán más fácil descubrir de qué trata la vida.

Cerrar para crear

Llega el otoño y no solo hay frío fuera, también dentro. Hay frío en los comercios que han bajado las rejas, en las empresas que funcionan a medio gas y en los equipos que se mueven con miedo de dar el siguiente paso. Nos preguntamos cuándo se terminará este parón de hibernación que parece no tener final y saldremos a recuperar la velocidad y la cantidad de antes, volviendo a marcar todos los huecos de nuestra agenda, salvando nuestra libertad.

Muchos viven este momento como si fuera una hibernación, un letargo prologando para sobrevivir. Una palabra que viene de “hibernus”, que significa invierno. Pero es curioso, porque hay otra palabra derivada de invierno, que es invernadero, un lugar también cerrado, pero que en lugar de letargo, contiene desarrollo. Un espacio donde las plantas se protegen de la adversidad, pero al contrario que los animales, siguen creciendo, incluso más que fuera.

Parece que cuando las cosas se ponen mal, cuando hay frío fuera, solo podemos hibernar, quedarnos quietos, quejándonos del invierno y haciendo lo mínimo para sobrevivir. Hemos olvidado que en lo cerrado, como en esos invernaderos, también puede haber desarrollo. El tiempo de recogerse puede ser tiempo para crecer. Podemos avanzar, no en cantidad, ni en velocidad, sino en reflexión y cuidado. Entre el blanco y el negro de la vida sedentaria o el nomadismo frenético, hay otros colores valiosos. Dentro, con todo cerrado y la chimenea encendida, podemos leer, observar, conversar, regalándonos pensamiento, cuestionamiento y empatía. Podemos movernos, aún sin cambiar de sitio.  

Este momento en el que todo se ralentiza, es ideal para dedicar tiempo a repensar el camino con más sentido. La reflexión necesita tiempo, poco ruido y quietud, y qué mejor contexto que este. Una reflexión que nos lleve a cuestionar lo que todos hacen a gran velocidad, para interpretar y discernir el verdadero valor. No podemos ser innovadores si no aprendemos a mirar, y eso significa tomarse tiempo para dudar, analizar, empatizar. Tenemos que desarrollar el paladar para poder crear y esto requiere aprender con tiempo a saborear.

Una café con un cliente para entender mejor sus necesidades, una jornada de ideación con personas externas para traer nuevas miradas, unas horas de dinámicas para cohesionar más fuerte al equipo, una formación interna para aprender a observar el entorno… no será perder el tiempo, sino ganarlo. Tiempo imprescindible para crear luego de forma rica. En la quietud de estas actividades, como en los invernaderos, también hay movimiento. De hecho, la creatividad se alimenta de la quietud para poder mirar diferente.

Tanto pensar en grande que nos olvidamos de pensar en pequeño

Los primeros momentos del confinamiento nos llevaron a una buena parte de la sociedad a hacer un parón físico obligatorio. Parón que nos hizo tomar conciencia de una realidad que es sistémica pero que con el ritmo y la velocidad habitual, olvidamos.  

En esas primeras semanas también se generó un movimiento solidario por barrios y pueblos muy emocionante. De ahí, a los buenos propósitos pasamos en cuestión de horas.

Eran habituales los comentarios sobre la necesidad de cambiar una sociedad demasiado economicista, desproporcionadamente agitada, de un creciente individualismo…¿Cómo recoger esa inteligencia colectiva para que cuando saliésemos de esta coyuntura, esta no se diluyese en el ambiente?.

En Dynamis decidimos hacer una Alianza dentro de nuestra comunidad para recoger estas ideas con el compromiso de tenerlas presentes en el “post confinamiento”. La Alianza es un conjunto de compromisos no demasiado extensa, que se concreta en acciones individuales y colectivas aplicables en nuestra actividad cotidiana.

Para su construcción hicimos una tormenta de ideas colectiva a través de documentos compartidos e identificamos unos ámbitos: búsqueda de información rigurosa,  valoración y participación en las labores de cuidados; huella de las acciones en las tres áreas (planeta, los demás, uno mismo); gestión/uso del tiempo: dedicarlo a las personas, ayuda al pequeño comercio; fortalecimiento de los vínculos interpersonales; nuestros mayores; las personas: compañeros de trabajo, amigos, familiares y/o vecinos; educación: formación en habilidades para el empleo; cuidado en la salud propia; no perdamos lo bueno que hemos creado en este periodo de crisis: hemos descubierto nuestro tiempo y en lo que somos buenos.

Posteriormente nos organizamos en pequeños grupos de trabajo para definir conductas concretas en cada ámbito, y es aquí, donde nos dimos cuenta de que tanto pensar en grande nos ha hecho olvidar lo más próximo.

Muchas de las ideas de acción que surgían estaban dentro de nuestro campo de actuación personal y generalmente, el tiempo era el único recurso que requerían por nuestra parte. Pero, con la misma intensidad surgían ideas que incluían a grandes grupos de personas, la ocupación de las agendas de terceros (como si el tiempo fuera un recurso ilimitado) y generalmente con el soporte tecnológico de por medio. ¡En la construcción de una alianza que había surgido para consolidar lo que hemos aprendido de este momento, volvíamos por inercia a las prácticas anteriores al confinamiento!

Hemos oído tanto la frase piensa en grande, no te limites, llega a todo el mundo, etc. que lo de hacer algo dedicado a una solo persona, a nuestro vecindario o incluso a nosotrxs mismxs, nos resulta de poco valor. Como si el valor de una acción la determinara la cantidad de impactos que genera y no la acción en sí misma. ¿Tiene más valor lo grande o lo pequeño? ¿Acaso esta no es una pregunta tramposa de elección forzada?

 

 

 

 

¿Expectativas realistas?

Acabamos de finalizar el periodo de inscripciones de Factoría de Talento, con buenos resultados y con algunas reflexiones sobre la mesa.

¿Cuáles son tus miedos? Ha sido una de las preguntas que han tenido que responder los candidatos.

Dentro de la variedad de respuestas, hay algunas que se repiten de forma bastante significativa. Una de ellas, el miedo a tener una vida que no aporte valor a la sociedad. También, el defraudar a sus familiares. Llamativo en personas tan jóvenes que están finalizando sus estudios académicos, la media de edad son 22 años.

Coincidiendo con este momento, la Fundación Transforma está divulgando la iniciativa “Un proyecto para España” donde en su presentación mencionan esta paradoja, ”colectivamente estamos viviendo mejor que nunca, estamos en los mejores años de nuestra historia, sin embargo, los españoles, en nuestro vivir cotidiano reflejamos más sensaciones negativas de resignación, frustración, desesperanza y, sobre todo, de seguridad y temor”.

¿Qué relatos construimos? Parece que vamos de los escenarios más pesimistas a los más optimistas, como si la realidad estuviera polarizada cuando el día a día no es así.

Hemos oído tantas veces que “hay que cambiar el mundo” que parece que si no conseguimos un cambio revolucionario que embarque a cuanto más personas mejor, nuestra vida no es digna de valor. Con este mensaje es natural que la oportunidad de satisfacer las expectativas propias y de terceros, se convierta en una empresa difícilmente alcanzable.

Quiero mencionar aquí, a Elena Biurrun, la persona que ha sido alcaldesa de Torrelodones durante las dos últimas legislaturas. Cuando la escucho o la leo, me resulta muy inspirador su defensa de transformar nuestro mundo más inmediato: destaca el poder de influencia que tenemos cada uno de nosotros en nuestros ámbitos más próximos y de participar activamente en su evolución o incluso en su cambio, convirtiendo utopías en realidades paso a paso.

Me pregunto si los miedos o la frustración actual no se deben a expectativas poco realistas acerca de lo que se puede conseguir en los plazos en los que los planteamos o incluso en centrar en un solo ámbito de nuestra vida, toda nuestra autoimagen de valía.

No podemos privar a nadie de tener sueños y de querer conseguirlos, tal vez podemos facilitar los datos objetivos que le permitan emprenderlos con expectativas realistas. Cuando en Factoría de Talento las personas jóvenes nos describen sus sueños profesionales, en más de una ocasión, descubres las altas expectativas que vuelcan en ellos y casi exclusivamente en ellos. La frustración en más de un caso está asegurada.

Aprender que tenemos poder de influencia no es suficiente para empoderarnos; saber que la realidad tiene más elementos que uno mismo y que también ejercen su influencia ayuda a aportar valor desde el realismo.

¡Me siento competente ante los cambios pero, si es posible, que no sean imprevistos!

La generación de los jóvenes que se está cerca de incorporarse al mercado laboral ha nacido en una época de cambio y podríamos pronosticar que convive con éste de forma más adaptativa que generaciones anteriores. Veamos si es así… Hoy, compartimos con vosotros los resultados de la investigación[1] con el talento joven y el cambio.  

En este ámbito, hemos utilizado el modelo autoeficacia de Schwarzer. La autoeficacia hace referencia al sentimiento de confianza en las propias capacidades antes situaciones estresantes. A los indicadores de este modelo hemos añadido algunos indicadores específicos de la vivencia del cambio evitando hacer mención al sentimiento de autoeficacia.

Los datos indican que el sentimiento de autoeficacia general ante situaciones difíciles y estresantes es muy elevado. La respuestas a ítems como “tengo confianza en que podría manejar eficazmente situaciones inesperadas” se han concentrado en las frecuencias más altas de la escala: muy habitual y bastante. La mayoría de los ítems tienen porcentajes entre el 95-100% en este intervalo de la escala.

Si bien en este panorama de sentimiento de autoeficacia, hay dos ítems que destacan, siendo su porcentaje también alto, solo llegan al 70%. ¿Qué ítems son estos?

  • Las situaciones inesperadas me gustan.
  • Prefiero trabajar con gente que es diferente a mí, en opiniones, ideas…

Es paradójico que el mismo talento joven que declara  “mi deseo es encontrar un entorno profesional que me exija estar cambiando y aprendiendo continuamente” de forma abrumadora, también manifieste su dificultad para trabajar con personas diferentes a sí mismas y que no les agraden los imprevistos.

En la actualidad, son muchas las iniciativas que abogan por equipos multidisciplinares y diversos pues sus resultados suelen ser más innovadores. Pero para que esto ocurra es básico estar abierto a ver en lo diferente una oportunidad y no una amenaza; esta es la esencia del trabajo en equipo, generar sinergias en la diversidad.

Por otro lado, esperar cambio con control, es una expectativa algo irreal en muchos momentos, los imprevistos forman parte del día a día como los minutos o las horas…En todo caso, parece que el talento joven siente más capacidad para bregar en las aguas del cambio, que gusto por el cambio inesperado.

Teniendo en cuenta estas conclusiones, tal vez haya que considerar la necesidad de control que el talento joven parece desear y trabajar para reducir éste si se quiere que estén más adaptados a los cambios.      

 

[1] Con el objetivo de conocer cómo es el talento joven que está llegando a las empresas hemos abordado una investigación con jóvenes que están cursando sus últimos años universitarios y que han sido identificados por su talento para un programa de desarrollo en competencias: Factoría de Talento www.factoriadetalentoadecco.es

Dynamis Consultores, entidad adherida a la estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven del Gobierno de España.

El Ministerio de Empleo y Seguridad Social ha incluido a Dynamis Consultores de RRHH como entidad Adherida a la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven del Gobierno de España.

Se trata de una iniciativa de dicho Ministerio aprobada en febrero de 2013, tras un proceso de diálogo y participación con los Interlocutores Sociales, para dar respuesta a la situación laboral en la que se encuentran muchos jóvenes en España.

Contempla actuaciones para mejorar la empleabilidad, facilitar la inserción en el ámbito laboral, promover el emprendimiento y mejorar su situación dentro del mercado de trabajo.

Dynamis ha sido incluida en esta lista de entidades adheridas por la puesta en marcha de su proyecto Factoría de Talento, un intenso programa de entrenamiento en ámbitos como el liderazgo, la innovación, la comunicación, dirigido a jóvenes de últimos años de carrera universitaria o formación profesional. Cada participante, tiene un coach personal que le asesora en el proceso de inserción al mundo laboral.

En su tercera edición y patrocinado por Adecco este proyecto tiene dos objetivos principales, por un lado la identificación de jóvenes con talento y el desarrollo de competencias profesionales y el espíritu emprendedor en personas que están cerca de incorporarse al mundo laboral, y por otro, promover iniciativas que permitan acercar a los jóvenes al mercado laboral, con mejores recursos y capacidades.

Para conocer más sobre Factoría, pincha el link

Si quieres conocer más sobre la iniciativa Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven, pincha el link.

Cambios en la demanda formativa de las organizaciones

Mientras tomamos un café, reflexionamos sobre algunos cambios que estamos viviendo desde hace ya muchos meses a causa de la crisis. La mayoría de las empresas han pasado y pasan por momentos complicados, que han afectado de manera significativa a sus políticas de formación y desarrollo.

En Dynamis, que desde hace años llevamos colaborando en la ejecución de esos planes de formación en las organizaciones, sabemos que en muchos casos, han experimentado notables reducciones presupuestarias y que incluso han podido paralizar proyectos en curso.

Sin embargo, podemos decir que en los últimos dos años, estamos volviendo a experimentar un incremento en la demanda de propuestas formativas, muchas de las cuales retoman procesos parados. Además, observamos que comparten algunos puntos en común. Fijémonos por ejemplo en aspectos que van más allá de la mera formación y que nos solicitan mucho por considerarse importantes:  

  1. por ejemplo, trabajar con una metodología atractiva, que permita que los participantes interactúen mucho, que disfruten, que salgan motivados. De alguna manera, se espera que la formación permita, no solo aprender, sino también curar algunas “heridas” que puedan haberse producido en los últimos años, entre tantas malas noticias.
  1. O la importancia de conseguir una formación eficiente, que vaya más “al grano”, especificando muy bien la necesidad de los participantes para mejorar su desempeño en el día a día y reduciendo estas intervenciones a periodos de tiempos más breves.

No olvidemos tampoco, que más allá del condicionamiento que nuestra especialización en Comunicación, Liderazgo y Cambio supone en algunas de las demandas formativas que recibimos, observamos que cada vez es menos frecuente abordar cursos tipo como los de antaño:  Trabajo en Equipo; Gestión del Tiempo… Ahora nuestros clientes, ponen nombre y apellidos a sus formaciones y éstas se diseñan, concretan y alinean con sus necesidades y las de su personal.

En Dynamis, siguiendo esta línea de personalización de cada acción formativa, ofrecemos además un seguimiento gratuito al término de la misma, para facilitar la integración de lo aprendido en el día a día de las personas.

De este modo, aunque la demanda y el planteamiento de las acciones formativas haya cambiado, nosotros nos sumamos a ese cambio para seguir construyendo y creciendo desde él.

Liderazgo, Comunicación y Cambio. Resumen Investigación 2015


Dynamis Consultores
, ha querido llevar a cabo en esta II edición de Factoría de Talento Adecco una investigación basada en el estudio de tres competencias muy demandadas entre profesionales y que se han podido observar fácilmente entre los candidatos y participantes del programa a lo largo de esta edición. Las competencias en cuestión son: el liderazgo, los estilos de comunicación y por último, la forma de asimilar y vivir el cambio.

Nuestro compañero José Mª Elola, nos ha preparado un informe con los resultados de las encuestas que se enviaron a 61 participantes de la I y II Edición del programa, de los cuales hemos contado finalmente con los datos de 38 de ellas y que pasamos a detallar según el análisis de nuestro compañero.

El objeto de dicha investigación, se centraba en determinar las características y peculiaridades más comunes en este conjunto de jóvenes que ponen de manifiesto durante el proceso de selección y desarrollo del programa, su talento y sus habilidades. ¿Existen aspectos que comparten entre sí? ¿Algún patrón común que los identifique?…

Los resultados volcados en dicha investigación los podéis encontrar en un pdf pinchando el link