Skip to main content

Etiqueta: prioridades

La leyenda del último minuto

Hace unos días alguien me advertía que pedir a los jóvenes que se apunten a un evento con una antelación de dos semanas, es casi ciencia ficción. Que hoy en día, la juventud sigue la teoría del “last minute”, que no planifica, que improvisa, que se apunta (y se desapunta) a los planes sobre la marcha. Yo le respondí que no todos son así, y que en cualquier caso, esos mismos jóvenes que viven al día (o a la hora) no actúan del mismo modo cuando tienen intención de asistir a un concierto de su cantante favorito en verano, y están bien pendientes de comprar sus entradas con meses de antelación.

Es la naturaleza de la actividad (más o menos prioritaria para cada uno), su gratuitad y creo que también el carácter de la persona (más o menos planificadora) la que hace que dejemos las cosas para el último minuto, o que tengamos a bien pensar que para que mañana puedan pasar cosas, hoy tenemos (o alguien tiene) que dedicar unos minutillos a prepararlas.

No estoy seguro de que seamos plenamente conscientes de las implicaciones que tiene el “ir viendo”, apuntándome o desapuntándome a planes con cierta ligereza.

Y es que a veces creo que las personas queremos los beneficios de vivir en sociedad, de formar parte de grupos, de vivir experiencias enriquecedoras, pero no los “deberes” que eso conlleva.

El respeto por la comunidad, debería limitar (si es posible tendiendo a cero), el número de veces en que me apunto a algo y luego no voy y ni siquiera aviso. Entiendo que, al menos, las personas que siguen esta práctica, no tendrían inconveniente en que dejen de ser invitados en el futuro.

Por otro lado, sería genial que quienes improvisan sus planes sobre la marcha, fueran conscientes de que pueden hacerlo porque otros no lo hacen: que es porque hay “rígidos controladores planificadores”, que han tenido en cuenta que habrá altas y bajas de última hora, por lo que muchos eventos pueden tener lugar, en un espacio donde las personas puedan estar cómodas, viviendo un concierto o una conferencia con un ponente sugerente.

Es verdad que el mundo gira muy rápido, que hay múltiples planes atractivos, que a veces es muy difícil salirse de la vorágine, elegir… Pero precisamente por ello, tanto más importante es que dediquemos tiempo a pensar antes de actuar, que apliquemos más rigor a la hora de decidir a qué nos comprometemos y a  que pensemos en el impacto que puede tener, en nosotros y en los demás, que nos convirtamos en individuos poco fiables.

Hay cosas que no se pueden planificar: hay montones de incidencias que pueden surgir, o cambios repentinos en las prioridades, que nos obligan a improvisar sobre la marcha. Tampoco se trata de que nos volvamos unos obsesos de la planificación, entre otras cosas porque nos frustraríamos mucho. Lo que debe importarnos son las tendencias: hasta qué punto somos personas que tienden a ir “un paso por detrás”, que no llegan a tiempo, que se bajan con frecuencia de un plan al que se habían comprometido, o que pierden oportunidades por apuntarse a última hora… Llevemos las riendas de nuestra vida, con responsabilidad y respeto a quienes quieren llevar las riendas de las suyas.

 

Los sistemas, los objetivos, los equilibrios.

Lo ha vuelto a hacer. Me removió la primera vez y, hoy que he vuelto a verla, sigo dándole vueltas a algunas cuestiones.

Whiplash, una película que narra la historia de dos personas que se encuentran a través de la música y de la interpretación que cada uno de ellos hace de la vida, sus vidas.

  • Una obsesión, que puede matar o encumbrar…aunque ¿dónde?
  • Una fijación que deja personas por el camino, cuando se trata de conseguir el objetivo…¿cuántas personas?¿qué representan esas personas?
  • Un objetivo, que te cuestiona a ti mismo, te reta, te descubre, te hace vibrar, te mata…
  • Un talento explotador y a veces mal explotado.
  • Un liderazgo cuestionable.
  • Un entorno donde los compañeros de sueños, fatigas y obsesiones, se «mimetizan» con el entorno…

Ese entorno del que hablábamos hace unos días, bajo el título «El sistema y yo» y donde precisamente apuntábamos las tres maneras que teníamos de relacionarnos con él: «mimetizarse», rebelarse contra él o salir de él. 

Nuestra joven promesa del jazz (Neiman, uno de sus protagonistas) prueba con las tres opciones y tras su particular travesía del desierto, se reencuentra, dando cierto sentido así a la más que cuestionable praxis de su maestro (Fletcher, el otro protagonista de esta historia).

Una historia que ganó 3 Oscar, 2 premios BAFTA, 1 Globo de  Oro, entre otros reconocimientos. Algo más de dos horas de película con contenido intenso para pensar y una banda sonora para deleitar los oídos.