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Cuando una promoción se convierte en una maldición…

Una promoción profesional es una noticia generalmente bien recibida. El aumento de la responsabilidad es un reconocimiento de la empresa por los resultados conseguidos y va acompañado de un incremento salarial. Pero la promoción también implica la adaptación a una nueva situación profesional que no siempre se ve apoyada internamente y, que en algunas ocasiones, se convierte en un duro proceso de aprendizaje con algunos obstáculos en el camino: problemas en las relaciones con otros compañeros ante el cambio de atribuciones, estrategias anticuadas para los nuevos problemas, miedos ante el incumplimiento de las expectativas generadas, etc.  

Ante esta situación, algunos profesionales buscan este soporte en el Personal Training y encuentran el asesoramiento y el acompañamiento para conseguir una rápida y eficaz adaptación a la promoción. De esta forma, sortean “la maldición” de los primeros 100 días de la nueva posición.  

Desde nuestra experiencia en el apoyo en estos procesos, los profesionales que consiguen el éxito en la promoción se caracterizan por los siguientes comportamientos:

  • Aunque tienen una especialidad profesional, saben abrirse a desarrollar otras nuevas, lo que les permite hacerlo bien en diversas de posiciones.
  • Transmiten serenidad y tranquilidad ante situaciones de estrés.
  • Saben aceptar los errores y aprenden de ellos.
  • Se centran en los problemas relevantes, discriminándolos de aquellos que aunque hagan mucho “ruido” no tienen importancia estratégica.
  • Saben gestionar y relacionarse con todo tipo de personas.

El personal training para la rápida adaptación al cambio de posición ayuda a enfocarse a lo que es realmente prioritario y a adquirir las nuevas estrategias que garanticen la empleabilidad presente y futura.

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Lo que haces desde el corazón, puede ser tu trabajo.

Algunas personas tienen la suerte de descubrir a lo largo de su vida, el secreto de la felicidad. Son capaces de saborear el regalo que es una vida, un trabajo, una pasión y a veces, no sólo lo viven ellos, sino que también lo comparten y transmiten a otros.

Hace unos días, tras escuchar el testimonio de Emilio de Villota, ex­-piloto de Fórmula 1 y padre de la fallecida María de Villota, reflexionaba sobre varias cosas:

1. María tenía un talento reconocido para el automovilismo y luchó y trabajó para poder desarrollarlo y disfrutarlo. No debemos renunciar a nuestros sueños, porque si trabajamos por ellos, pueden hacerse reales.

2. Somos aquello que vivimos. Allí donde ponemos nuestra energía, nuestros anhelos, nuestras fatigas se va dibujando nuestro yo. María era el run run de los motores antes y después del accidente. Su fortaleza como ella misma decía, venía de esa pasión que tanto la movía.

3. El talento tiene que ver con el placer porque al hacer lo que amas, lo disfrutas.

4. Todos tenemos una mejor versión de nosotros mismos. En nuestra mano está que la descubramos y potenciemos o la escondamos.

5. Si tenemos la suerte de escucharnos y descubrir nuestra pasión, nuestra vocación, merece la pena darle forma, empaquetarla para ponerla en valor. María descubrió que tras su accidente sentía la necesidad de acostarse cada día, sabiendo que había hecho algo por otros y creó una fundación.

6. A veces, no hace falta tener ojos, para tener una mirada, ¿cuál es la mía?

Sólo haciendo las cosas con pasión existe la oportunidad de dejar huella, ¿cómo sería la mía?

 

Las ocho claves del pensador activo

Las reuniones son habituales en muchos equipos. Es frecuente que muy a menudo se tenga la sensación de que semana tras semana las reuniones de equipo se desarrollan de la misma manera; cada persona ocupa su lugar y desempeña su papel… Cuando una persona tiene asignado un rol es difícil “escapar” de él aunque sepamos que no siempre nos favorece. Un proceso de Personal Training permite analizar qué rol se juega en un equipo, cuál es la contribución de dicho rol y optimizar su ejecución.

Las “ocho claves del pensador activo”  que compartimos aquí, son las buenas prácticas que un profesional ideó durante su proceso de personal training.

  1. Piensa antes de actuar
  2. Evita actuar basándote en el estado de ánimo o en las circunstancias
  3. Escucha, no siempre tienes que hablar tu el primero
  4. Busca información para definir la situación o problema
  5. Identifica tu ámbito de influencia y trabaja desde ahí
  6. Enfócate a la solución, no al problema
  7. Cuestiónate si te haces buenas y variadas preguntas, o si das por válido el primer enfoque
  8. Si lo que estás haciendo no funciona, haz algo diferente

¿Cuál era el rol de este profesional en el equipo?

Este profesional tenía un carácter muy espontaneo lo que le impulsaba a llevar la iniciativa en numerosas situaciones. Como sus compañeros sabían de esta pauta, sólo tenían que esperar a que él tomara su posición ante cualquier problema o discrepancia; esta dinámica provocó que fuera conocido entre algunos mandos como “el peleón”. Durante el  personal training se analizó el rol ocupado en el equipo y se entrenaron diferentes formas de actuar que velasen por continuar con un rol activo pero más reflexivo ante las situaciones críticas.      

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¿Conoces quién te acompaña?

Es paradójica la cantidad de información que aprendemos de otros animales en nuestros estudios de primaria y secundaria, y lo poco que sabemos sobre comportamiento humano; parece que hasta que no llegamos a la vida adulta no se despierta el interés… Los avances de las ciencias sociales para aportar modelos e investigaciones que explican las pautas de actuación de las personas han traspasado el espacio de los especialistas y son cada vez más accesibles para cualquier profesional.  De hecho, un proceso de personal  training se inicia generalmente con un ejercicio de autoconocimiento.

Este ejercicio facilita enormemente los pasos posteriores porque da claridad a la persona sobre sus pautas de actuación habituales y da firmeza a los pilares sobre los que posteriormente se construyen los objetivos de entrenamiento. En nuestra experiencia, este ejercicio aunque puede generar recelo en un principio, es de las acciones más valoradas posteriormente. Tal vez, es porque necesitamos conocer a la persona que nos acompaña desde siempre, conocernos a nosotros mismos es descubrir las preferencias que nos impulsan y los miedos que nos frenan.

Nos gustaría compartir aquí, algunas de las actitudes características cuando se aborda el ejercicio de autoconocimiento:

  • El que descubre que es más normal de lo que pensaba”; hay personas que creen que lo que les pasa a ellos, no le sucede a nadie más. Es sorprendente lo que tranquiliza descubrir que siendo único como persona, algunas de nuestras actuaciones son compartidas con otros profesionales.
  • El que pone atención a sus fortalezas”; a los educados en el perfeccionismo como eslogan de vida, para quienes parece que solo existen los ámbitos de mejora, el ejercicio de autoconocimiento les permite poner un nuevo foco que ilumina los aspectos que le hacen destacar en su desempeño profesional.
  • El que se explica sus puntos ciegos sin dramatizar”; algunas personas parecen mostrar una seguridad en sí mismas desbordante, tan desbordante que no admiten ninguna crítica, cuestionamiento, o “pero” a alguna de sus actuaciones. Aceptar, sin drama, que no se es infalible suele ser un buen paso para mantener la autoestima saneada.
  • El que prefiere no conocer demasiado… hasta que se encuentra consigo mismo”; hay profesionales que les genera cierto miedo descubrir una imagen reflejada de sí mismos, como si al hablar consigo mismos fueran a encontrar un “lado oscuro”. Generalmente, cuanto más nos conocemos, más nos aceptamos y amamos a nosotros
  • El que confirma lo que ya intuía”; algunas personas se conocen muy bien a sí mismas, pero les da seguridad confirmar con una especialista ese conocimiento, es como si esas intuiciones ganasen objetividad.

Un ejercicio de autoconocimiento es un buen punto de partida en el personal training, ¿se puede evolucionar, asumir retos, mejorar… sin saber quién eres? Es como querer optimizar el funcionamiento de un equipo informático del que no se conoce el software.

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Dime cómo ocupas tu tiempo y te diré quién eres

La gestión del propio tiempo puede generar productividad y satisfacción personal,  también lo contrario; puede ser una fuente de insatisfacción continua. Cada vez es más frecuente que los procesos de Personal Training tengan su origen en la insatisfacción que provoca la sensación de “no ser dueño de nuestro tiempo”, como si el tiempo fuera manejado por terceros.

Si preguntas a una persona dime cómo ocupas tu día a día, qué haces y cuánto tiempo dedicas a cada actividad, descubres inmediatamente quién es. Las personas que hacen un personal training para mejorar la gestión de su tiempo, lo primero que aprenden es que cada uno decide cómo invierte su tiempo más de lo que imagina. También, que existen una serie de ideas en formato de mandato, es decir, órdenes que obedecemos sin cuestionamiento, que condicionan significativamente la gestión de nuestro tiempo si vivimos “atrapados” en alguna de ellas.

  • ¡Complace! Di a todo y a todos que sí. Una persona prisionera de este mandato, dedicará la mayor parte de su tiempo en trabajar para las necesidades de otros y dejará las propias en último lugar, incluso algunas de ellas quedarán sin hacer…
  • ¡Sé fuerte! No se puede pedir ayuda. Este mandato hace que cuando la persona está sobrecargada de tareas evite comunicar su situación y solicitar apoyo pues actuar así sería mostrarse como una persona incapaz y débil.
  • ¡Apresúrate! No pienses, actúa. Este mandato no siempre provoca insatisfacción a corto plazo pues parece que la actividad desenfrenada indica un alto rendimiento. El problema surge cuando se toma conciencia de que se está agotado físicamente pero no se ha aportado ningún valor con tanta actividad.
  • ¡Sé perfecto! No se pueden cometer errores. La consecuencia de este mandato es que cualquier tarea se prolongará todo el tiempo disponible en aras de garantizar que todo esté controlado y no haya ningún error.
  • ¡Esfuérzate! Sólo tiene valor lo que implica un esfuerzo. No es fácil huir de este mandato, parece que los trabajos tienen que ser innovadores, únicos, etc. cuando hay tareas que requieren sencillez y su valor recae precisamente en esto.

¿Por qué son tan peligrosos estos mandatos? Porque están socialmente admitidos, incluso tienen muy “buena prensa”, pero son ¡imposibles de cumplir!

¡Me siento competente ante los cambios pero, si es posible, que no sean imprevistos!

La generación de los jóvenes que se está cerca de incorporarse al mercado laboral ha nacido en una época de cambio y podríamos pronosticar que convive con éste de forma más adaptativa que generaciones anteriores. Veamos si es así… Hoy, compartimos con vosotros los resultados de la investigación[1] con el talento joven y el cambio.  

En este ámbito, hemos utilizado el modelo autoeficacia de Schwarzer. La autoeficacia hace referencia al sentimiento de confianza en las propias capacidades antes situaciones estresantes. A los indicadores de este modelo hemos añadido algunos indicadores específicos de la vivencia del cambio evitando hacer mención al sentimiento de autoeficacia.

Los datos indican que el sentimiento de autoeficacia general ante situaciones difíciles y estresantes es muy elevado. La respuestas a ítems como “tengo confianza en que podría manejar eficazmente situaciones inesperadas” se han concentrado en las frecuencias más altas de la escala: muy habitual y bastante. La mayoría de los ítems tienen porcentajes entre el 95-100% en este intervalo de la escala.

Si bien en este panorama de sentimiento de autoeficacia, hay dos ítems que destacan, siendo su porcentaje también alto, solo llegan al 70%. ¿Qué ítems son estos?

  • Las situaciones inesperadas me gustan.
  • Prefiero trabajar con gente que es diferente a mí, en opiniones, ideas…

Es paradójico que el mismo talento joven que declara  “mi deseo es encontrar un entorno profesional que me exija estar cambiando y aprendiendo continuamente” de forma abrumadora, también manifieste su dificultad para trabajar con personas diferentes a sí mismas y que no les agraden los imprevistos.

En la actualidad, son muchas las iniciativas que abogan por equipos multidisciplinares y diversos pues sus resultados suelen ser más innovadores. Pero para que esto ocurra es básico estar abierto a ver en lo diferente una oportunidad y no una amenaza; esta es la esencia del trabajo en equipo, generar sinergias en la diversidad.

Por otro lado, esperar cambio con control, es una expectativa algo irreal en muchos momentos, los imprevistos forman parte del día a día como los minutos o las horas…En todo caso, parece que el talento joven siente más capacidad para bregar en las aguas del cambio, que gusto por el cambio inesperado.

Teniendo en cuenta estas conclusiones, tal vez haya que considerar la necesidad de control que el talento joven parece desear y trabajar para reducir éste si se quiere que estén más adaptados a los cambios.      

 

[1] Con el objetivo de conocer cómo es el talento joven que está llegando a las empresas hemos abordado una investigación con jóvenes que están cursando sus últimos años universitarios y que han sido identificados por su talento para un programa de desarrollo en competencias: Factoría de Talento www.factoriadetalentoadecco.es

¿Sentirse importante, querido, competente? ¿Qué busca el talento joven en las relaciones interpersonales?

Las relaciones interpersonales son una necesidad básica, como demostró Will Schutz, si bien las características de los contactos que necesitamos difieren de persona a persona. En esta ocasión, compartimos con vosotros los resultados de la investigación[1] con el talento joven en el ámbito de la comunicación.

En este ámbito, hemos utilizado el modelo de relaciones interpersonales construido por Schutz. Este autor demostró que en las relaciones con los demás buscamos satisfacer tres tipos de necesidades: involucración (sentirse importantes), influencia (sentirse competente) y conectividad (sentirse querido), pero no todos damos igual prioridad a cada una.

Las puntuaciones más elevadas con los jóvenes que han participado en la investigación han sido las referidas a la involucración, 95%; esta hace referencia a cuánta atención y contacto deseas de los demás en un grupo y a cuánto involucras tú a otras personas en ellos. Estos jóvenes necesitan y buscan contacto en los grupos y esperan sentirse importantes y reconocidos por sus miembros. No es casual que esta generación lidere el uso de las redes sociales, para ellos ser conocidos socialmente es un valor.

La influencia pone el peso en la responsabilidad que cada uno queremos asumir ante las situaciones y cuánto deseas que otros te guíen e influencien. Aquí es importante resaltar un pequeño dato. El porcentaje de la influencia expresada, es decir, la que ejerce uno sobre los demás, es un 91%. La deseada, dejarse influir por otros, siendo una puntuación media alta, es significativamente más baja, un 64%. Este porcentaje indica que el talento joven se siente más cómodo trabajando en situaciones estructuradas y bien definidas con objetivos e instrucciones claras.

En cuanto a la conectividad, los porcentajes han sido más bajos que en las dos anteriores, 70%, y más distribuidos entre las 4 posiciones de la escala de frecuencia.

Parece que el talento joven quiere popularidad e influencia, y un entorno profesional donde la incertidumbre sea moderada.

[1] Con el objetivo de conocer cómo es el talento joven que está llegando a las empresas hemos abordado una investigación con jóvenes que están cursando sus últimos años universitarios y que han sido identificados por su talento para un programa de desarrollo en competencias: Factoría de Talento www.factoriadetalentoadecco.es

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Personal Training para trabajar el Impacto y la Influencia

Una de las habilidades que mejor pueden trabajarse a través del Personal Training es el Impacto y la Influencia. Muchas personas en este tipo de procesos de desarrollo personalizados manifiestan sus problemas para “ser escuchados”, para tener presencia en los grupos y para que sus ideas sean tenidas en cuenta.

Existen cinco grandes ideas clave a trabajar de manera personalizada cuando se trata de potenciar desempeños positivos en esta competencia:

  1. Si te muestras inseguro, pierdes impacto. Y obviamente, cuando alguien se muestra inseguro, es porque lo está. Porque no conoce sus capacidades, no cree en ellas o no tiene suficiente seguridad sobre aquello de lo que habla. O tiene miedo escénico. 
  1. Si no participas, no estás. Ya lo dice el refrán: el que calla, otorga. Una persona que tiene dificultades para impactar e influir, suele necesitar desarrollar estrategias que le obliguen a tener una cierta presencia en los grupos. 
  1. Si no escuchas, reduces las posibilidades de que te escuchen. Y muchos te dicen: “¡si yo escucho!”. Pero esto es como la mujer del César, que tiene que serlo y también parecerlo. No es suficiente con escuchar. Es necesario que el otro lo sepa, que tenga claro que tienes en cuenta lo que te dice. 
  1. Primero pensar, luego hablar. Más que nada, para evitar decir cosas de las que luego te arrepientas. Y también para estructurar tus ideas siguiendo un hilo conductor. Los grandes comunicadores de la historia, no lo eran por sus grandes habilidades para improvisar. 
  1. Si nos aburrimos, desconectamos. Para impactar e influir, tenemos que generar recursos que nos permitan sorprender y captar la atención. Porque si no lo logramos, da igual lo muy interesante que pueda ser lo que tengamos que contar.

Es primordial, por tanto, para alcanzar resultados positivos en cuanto al impacto e influencia, potenciar la presencia activa en los espacios de comunicación en los que la persona participa, tanto desde la escucha como desde exposición propia, siempre desde el equilibrio, evitando que rasgos de carácter introvertidos (que me invitan a estar en segundo plano) o extrovertidos (que me invitan a tener mucha presencia), sean los que condicionen la actuación.

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¿Cuál es el liderazgo preferido del talento joven que llega?

Implantar políticas de RRHH que sean eficaces con las diferentes generaciones que hay en la organización es uno de los retos de la gestión de RRHH. Con el objetivo de conocer cómo es el talento joven que está llegando a las empresas hemos abordado una investigación con jóvenes que están cursando sus últimos años universitarios y que han sido identificados por su talento para un programa de desarrollo en competencias: Factoría de Talento www.factoriadetalentoadecco.es

El estudio realizado se ha centrado en conseguir conocimiento en liderazgo, comunicación y cambio. En esta primera entrega, avanzamos los resultados más relevantes respecto al liderazgo.

  • El liderazgo “Visionario” y “Timonel” son los estilos elegidos preferentemente.
  • El estilo menos valorado es el “Directivo”.
  • El líder “Coach” se mantiene por igual en todas las posiciones.

A los jóvenes talento se les ha pedido a través de un cuestionario que establezcan una jerarquía siguiendo su preferencia entre los 6 estilos de liderazgo presentados; los estilos utilizados son los identificados por Goleman, Boyatzis y Mckee.

El liderazgo “visionario” se ha elegido en primera posición por un 33%; el 61% lo ha seleccionado en una de las 3 primeras posiciones del ranking. El liderazgo “visionario” genera un entorno de trabajo altamente positivo marcando un objetivo claro que resulta movilizador y donde se deja espacio para la innovación y la asunción de riesgos calculados. Los jóvenes talentos están diciendo con su elección “dime cuál es el objetivo y dame libertad para que proponga la forma de conseguirlo”.

El estilo “timonel” también ha sido elegido de forma destacada, un 58 % lo han elegido en una de las tres primeras posiciones. El liderazgo “timonel” es útil con colectivos a los que les gusten los desafíos y quieran resultados excelentes, pero puede generar un exceso de presión si no se utiliza con cautela y convertir el deseo del resultado excepcional más en una tensión que en un estímulo.

Un 47% han colocado al liderazgo “directivo” en última o penúltima preferencia. Algo que caracteriza al talento es la no aceptación del ordeno y mando y el seguimiento incondicional de directrices sin explicación o argumento que las justifiquen. El estilo “directivo” es claro y directo y espera seguimiento inmediato; es útil en situaciones de cambio rápido y emergente pero no puede ser sostenido en el tiempo.

El líder “coach” ha repartido las valoraciones prácticamente por igual entre las 6 posiciones del ranking como si se hubiera utilizado como estilo “comodín” en la respuesta. Tal vez el talento joven necesita ganar experiencia para encontrar valor a un estilo que reta y busca maximizar el potencial.

Con estas conclusiones nos preguntamos: ¿las empresas tenemos las condiciones necesarias para atraer y retener un talento que busca objetivos estimulantes y espacio para la innovación?

¿Cuándo y dónde empieza la gestión de los Recursos Humanos?

A menudo me hago esta pregunta, sobre todo ahora que tengo la oportunidad de relacionarme no sólo con el entorno empresarial, sino también con el universitario y el de colegios.

Hasta este momento no tenía ninguna duda. Daba por hecho que en las empresas debía gestionarse sí o sí el capital humano, el talento, los procesos, los procedimientos internos…en definitiva las personas, y trabajar así asuntos de base como son la definición de puestos, las competencias asociadas a ellos y establecer políticas de selección, formación evaluación y retribución, sin plantearme antes una necesidad más temprana.

Pero cuando a veces, delante de profesionales hechos y derechos, con cualidades técnicas inmejorables, tenemos que trabajar determinadas competencias que pueden parecer de «cajón», nos rasgamos las vestiduras. ¿Cómo es posible que un genio o una persona con talento no termine de brillar porque le faltan competencias como la capacidad de trabajar en equipo, la asertividad o la empatía?, ¿esto no puede evitarse o prevenirse?

Hoy creo que puedo aportar una respuesta a esta cuestión. Nadie nos enseña a trabajar estas habilidades hasta que llegamos al entorno empresarial y a veces, ni eso. Y mientras tanto, ¿este gap hasta mi inmersión en el mundo adulto quiere decir que mi vida como niño o como adolescente no requiere de la puesta en práctica de éstas y otras habilidades? Indudablemente no. Creo firmemente que desde que nacemos y hasta que nos morimos, aunque somos seres individuales, vivimos en sociedad y esto requiere idealmente de unos recursos que toda persona tiene o debería tener más o menos trabajados para convivir exitosamente con las personas que nos rodean. Pero como nadie nace sabiendo ( o casi nadie) es necesario que nos guíen y el camino debería empezar en los propios colegios. Allí tenemos nuestras primeras ocasiones para sentir empatía, para liderar proyectos, para ser asertivo, para reconocer nuestras fortalezas, nuestras debilidades. Y el camino continúa después en la universidad o en la formación profesional, donde indudablemente nos preparan con unos conocimientos en su mayoría técnicos, hacia el mundo profesional.

Pues bien, si queremos profesionales competentes, eficientes, preparados… debemos comenzar a guiar sus caminos desde bien temprano. Es necesario suscitar el interés, la inquietud por saber, la capacidad de automotivarse, de conocerse y de aprender a relacionarse con los otros y con el entorno en edades tempranas y consolidar en nuestra juventud, todo ese descubrimiento y aprendizaje para llegar a ser profesionales preparados que se reciclen y mejoren sus competencias con el paso del tiempo.

El camino es largo y la responsabilidad de todos…¿damos un primer paso?

 

¿Qué me pasa doctor?

Es una pregunta muy habitual cuando ante una serie de síntomas que no asociamos con enfermedades comunes, no encontramos una solución que nos ayude a aliviar el malestar que sentimos y por tanto necesitamos la ayuda del médico.

Si hacemos una símil al mundo empresarial, bien podemos decir que cuando las empresas “enferman”, los departamentos o el personal de Recursos Humanos suelen ser los médicos que diagnostican las situaciones y proponen las “curas”. Y es que en toda organización, se dan circunstancias que requieren de la definición de puestos de trabajo, de la preparación de manuales de acogida, de una correcta gestión de los reajustes del personal o la evaluación del desempeño, entre otras.

Pero no todo debería ser curar, también se pueden poner en marcha acciones para “prevenir”, por ello no debemos pasar por alto la importancia del papel que juegan los Recursos Humanos a la hora de desarrollar el sentido de pertenencia, el liderazgo o el compromiso de los empleados con la empresa. Un buen clima laboral ayuda a mejorar la productividad, la identificación, la implicación, la reducción del absentismo, ayuda también a reducir los conflictos, retener al personal y aumentar la satisfacción general.

En cualquier caso, lo ideal es que la forma de diagnosticar y proponer soluciones sea “ad hoc”, que decir, que tras el estudio de la “sintomatología”, se ofrezcan soluciones especializadas y personalizadas ya que cada persona y cada empresa requiere de unos ”tratamientos” concretos y específicos.

Al final, el objetivo último es cuidar a nuestros empleados y atraer talento a nuestra empresa;  serán nuestros propios empleados los que atraigan trabajadores eficientes que se convertirán en  nuestros prescriptores.

En tu día a día, ¿qué es lo primero?

Todos sabemos que un día consta de 24 horas, 144 minutos o 86.400 segundos. Partiendo de esta verdad absoluta, lanzamos al lector unas cuantas preguntas para reflexionar sobre cómo gestiona su tiempo, distribuye sus tareas y da respuesta a las demandas surgidas a lo largo de esos valiosos minutos.

  • ¿Cómo distribuyo mi tiempo en las diferentes parcelas que conforman mi vida: personal, laboral y social o relacional?.
  • ¿Qué puedo incorporar de nuevo a mi vida personal y profesional que suponga un cambio positivo sustancial en la gestión de mi tiempo?
  • ¿Disfruto por igual de los tiempos asignados a cada parcela de mi vida?

Quizás para responder a estas cuestiones, baste con contestar a una sola pregunta: en mi día a día, ¿qué es lo primero? A partir de ahí desgranamos el quid de la cuestión.

Cuando empezamos nuestra jornada muchos de nosotros tenemos esa continua sensación de “no llego”, “no veo a mi familia”, “no puedo practicar deporte”, “necesito más horas”… Para acabar con estos pensamientos y sensaciones debemos aprender a decidir y elegir mejor en qué cosas invertimos el tiempo del que disponemos. Para ello hemos de tener en cuenta cuatro conceptos que a veces olvidamos, pero que sin embargo son claves a la hora de mejorar nuestra gestión del tiempo: la eficacia frente a la eficiencia y la importancia frente a la urgencia.

La eficacia frente a la eficiencia, porque al ser eficaces, estamos asegurando que hacemos lo que debemos hacer, frente al hecho de hacerlo bien (el fin frente al cómo); cuando somos capaces de equilibrar ambos, estamos haciendo un buen uso de nuestro tiempo.

La importancia frente a urgencia; nuestro tiempo debe estar enfocado en las cosas importantes, no en las urgencias que casi siempre surgen cuando no somos capaces de anticiparnos a las tareas y atenderlas en el momento oportuno, lo cual hace que nuestras rutinas se conviertan en urgentes y resten nuestro tiempo de atención a las cosas importantes.

Si quieres convertirte en una persona eficaz debes tener en cuenta el principio de Paretto que dice: “los elementos críticos de un conjunto, constituyen en general, sólo una minoría.” Esto se traduce al hecho de que el 20% de trabajo de una persona constituye el 80% de sus resultados.

Así que si quieres ser una persona eficaz, deberías:

-Acostumbrarte a incorporar en tu día a día la rutina de planificar tareas (decidir qué has de hacer) y programarlas (decidir cuándo haces qué).

-Tratar de finalizar tus tareas sin interrupciones. Cada interrupción, supone un “retomar”, que nos resta tiempo en la ejecución de la actividad.

-Ser consciente de que las tareas importantes normalmente requieren de más tiempo que las urgentes, por tanto si las vamos desplazando en nuestras agendas, respondiendo antes y siempre a lo urgente, las primeras se volverán eternas.

Encontrar el equilibrio entre el trabajo mal acabado y el perfecto. Este punto de rentabilidad máxima lo alcanzamos cuando de manera natural e intuitiva realizamos un trabajo con calidad pero siendo conscientes del resto que tenemos en espera.

Y recuerda: “un tiempo para cada cosa, y cada cosa a su tiempo”.