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Etiqueta: creatividad

Divagar con foco

Si nos imaginamos a una persona creativa, a la gran mayoría se le viene a la cabeza una persona que está constantemente soñando, divagando de un tema a otro, de manera desinhibida, sin foco, conectando con ese hemisferio derecho lleno de fantasía y caos. Pero, ¿funciona así el cerebro creativo?

En el pensamiento creativo interviene sin duda la red de imaginación, situada en la parte frontal y parietal, responsable de divagar y dejar a la mente fluir libre. Es la razón por la que en muchas ocasiones se nos ocurren ideas en la ducha o al hacer deporte, cuando dejamos de lado el control permanente y permitimos a la mente divagar y generar asociaciones inesperadas. Pero hay mucho más.

Las personas más creativas crean grandes conexiones entre esta red de imaginación y la red ejecutiva del cerebro, responsable de la atención. Dejan volar la imaginación, pero bloqueando distracciones externas y permitiéndose aislarse. En el libro “Rutinas cotidianas”, Mason Currey encuentra una similitud entre diferentes artistas a lo largo de la historia: todos compartían momentos largos concentrados en los que crear, teniendo una gran habilidad para concentrarse y trasladar la atención. Prestar atención para imaginar, focalizarse para soñar, nos hace personas más creativas.

Además de eso, las mentes creativas son capaces de cambiar de manera intuitiva de modo según el momento del proceso creativo en el que se encuentran, dando más importancia a la red de imaginación o a la red ejecutiva, desarrollando una gran flexibilidad cognitiva. Incluso, en algunos momentos tienen lo que muchos investigadores han denominado “atención con fuga”, que les permite concentrarse al mismo tiempo que permiten el paso de información “irrelevante”, combinando la capacidad de foco con distracciones sensoriales. 

Todo esto pueden parecer contradicciones y desafiar los paradigmas que nos han transmitido. Pero la creatividad nace en las intersecciones entre procesos mentales que nos han hecho ver como antagónicos. El profesor de psicología de la Universidad de Claremont, Mihaly Csikszentmihalyi, que lleva años estudiando el proceso creativo, describe así a los perfiles que desarrollan una mentalidad altamente creativa: “si tuviera que expresar en una palabra que hace estas personalidades distintas del resto sería complejidad. Muestran tendencias de pensamiento y acción que en la mayoría de la gente están segregadas. Muestran extremos contradictorios, en lugar de ser un individuo, cada uno de ellos se comporta como una multitud».

No hay creatividad sin escucha

En las sesiones de formación, que hacemos con jóvenes y profesionales senior para desarrollar la creatividad, la creencia suele ser que el principio de un proceso de creación es un brainstorming, ponerse a idear. Pero, ¿con qué creamos? A veces olvidamos que creamos con la ”mochila” que tenemos: las conversaciones que hemos tenido, los libros que hemos leído, los lugares a los que hemos viajado, lo que hemos observado por la calle o en el supermercado… Igual que nuestros primeros antepasados creaban con lo que sentían en la naturaleza, lo que habían observado en sus salidas de caza, los ruidos que percibían de animales, que luego plasmaban en sus pinturas en las cuevas. A veces olvidamos que como esos prehistóricos creamos porque somos exploradores. Siempre la creación es posterior a la exploración. Cuanta más rica sea esta, más rica será la primera. Y explorar no deja de ser escuchar.

No nacemos teniendo todas las ideas en nuestra cabeza, nos convertimos en creadores porque aprendemos a escuchar. No puede existir el ingenio sin escucha. Ser permeables a la realidad, conectar con el mundo, nos hace mejorar nuestro potencial creativo. Descubrir nuevas visiones cambia nuestra mirada, y eso a veces da miedo, pero nos sorprende, nos agita, nos abre nuevos mundos de posibilidades que no nos planteábamos, y esto impulsa nuestra imaginación.

La complejidad de escuchar en el mundo en el que vivimos es que requiere un tiempo lento, dilatar el proceso, y eso choca con la inmediatez y una cantidad que nos venden continuamente, una rapidez atropellada que haciendo imposible la escucha, hace también inviable una creación profunda y con sentido. Solemos sentir, en sesiones donde guiamos proyectos creativos en equipo, que esta fase genera incertidumbre y se quiere pasar rápidamente a la siguiente, como si hubiera que ganar una carrera de 100 metros, como Alicia en el País de las Maravillas corriendo sin saber a dónde. Desde Dynamis les enseñamos en este trayecto que escuchar es vivir la incertidumbre como algo apasionante, donde estamos descubriendo lugares desconocidos, donde nos sumergimos para detectar un gran para qué, que de sentido a nuestro movimiento.

Otra barrera es que nos creamos “películas” en nuestra cabeza que explican cómo funciona el mundo, nos aferramos a ellas y no escuchamos, sino que oímos mientras tenemos en mente nuestra respuesta, el final de la historia. Nos condicionan nuestras creencias y prejuicios. Nuestro papel en las formaciones y mentorías es muchas veces liberar de estas ideas preconcebidas para lograr una escucha abierta y consciente. Si sabemos escuchar, hay señales en cualquier rincón, incluso en los gestos, los silencios, las emociones… Escuchar es un desafío, pero solo así podemos abrir la verdadera creatividad.

El baile creativo de abrir y cerrar

Un proceso creativo es como un baile, un movimiento que va oscilando entre la divergencia y convergencia de la mente. Tienes que saber cuando dar cada tipo de paso. O mejor, tienes que sentirlo para captar cuándo es el momento. Uno de los problemas que nos encontramos al ser facilitadores en procesos de innovación es que los equipos no saben leer cuándo es necesario aplicar cada habilidad. Crear no es poner post-its, es entender este baile.

El pensamiento divergente consiste en abrir. Al pensar en la creatividad lo primero que viene a la mente son ideas, respuestas. Pero los grandes innovadores pasan la mayor parte del tiempo encontrando preguntas. Ser creador es ante todo ser explorador. No podemos ser críticos si no hemos metido previamente vivencias ricas en la mochila. Para poder crear con valor, antes debemos descubrir los matices, encontrar colores diversos, escuchar otras voces. Necesitamos ir más allá de nuestra burbuja, de las posiciones extremas, de lo convencional, de lo superficial, desafiando nuestras propias suposiciones. Para ser explorador antes que juez debemos poseer humildad para indagar en lo desconocido y no ser encadenados por nuestras sesgadas opiniones.

El pensamiento convergente supone cerrar. Una vez tengamos un mundo múltiple ante nosotros, es el momento de elegir. Necesitamos seleccionar para encontrar soluciones concretas que transmitan y transformen. Hace falta crear un camino que aporte valor a otros, trazar un rumbo que genere dirección. Abrir hace que de forma natural te acabes perdiendo en algún punto del proceso y por eso es vital tener la capacidad de volver a encontrar el foco. Ahora si, el espíritu crítico juega su papel esencial, para ayudarnos a analizar y priorizar. Pero cuidado: sin franqueza y confianza la crítica solo será una batalla de egos. Al crear un entorno donde esos dos ingredientes sean elevados, la colaboración crítica alcanzará su máximo nivel. Con ello, las grandes innovaciones.

Encontrar el balance entre ambas habilidades no es fácil. Primero, porque muchos no las han desarrollado. Aquellos que se han impulsado a entrenarlas, tendrán la capacidad de saber leer de forma intuitiva cuándo usar cada una. Como un baile, sabrán de forma natural cuándo introducir cada paso. Además, por nuestra personalidad y vivencias, cada uno tenemos una tendencia natural a un tipo de pensamiento creativo diferente. Solo trabajando en equipos diversos en mentalidad podremos multiplicar la capacidad creativa.

Aún habiendo desarrollado esas habilidades y teniendo un equipo diverso, crear supone que al fluir, te pierdes. Por ello, es vital tener ojos que te ayuden a tener una visión global y te den luz en el proceso. El rol de los facilitadores y líderes debe ser crear un entorno saludable donde pueda ocurrir este baile, vigilar lo que debilite este ambiente y ensamblar formas diversas de pensar. Su papel debe ser transmitir la filosofía y ofrecer feedback ante los pasos de baile, sabiendo al mismo tiempo mantenerse alejados para crear espacios abiertos donde se pueda bailar con autonomía. Porque este baile creativo es una balanza entre guía y libertad. Crear no va de herramientas, sino de mentes.

Reflexiones impulsando la creatividad en emprendedores

El mes de octubre estuvimos formando a emprendedores en habilidades transversales, dentro del programa Sherpa de FEDA en Albacete. Mientras volvía a Madrid en tren reflexioné sobre la experiencia. Las reflexiones en trenes y aviones no son causales para mí. Algo tienen que cuando subo a ellos y miro por la ventana siento que encuentro un oasis que canaliza toda la energía que tengo dentro, que da quietud a una cabeza en permanente ebullición, sentido a todo el movimiento, desconexión externa traducida en conexión conmigo misma, con mis valores, con dónde quiero ir y, sobre todo, por qué. Ojalá encontremos siempre un gran balance entre reflexión y acción, consiguiendo hacer una parada para no perder lo importante ante la rutina, para asimilar al aprendizaje diario.

Me fui interiorizando la gran necesidad que hay de impulsar a que los emprendedores en España rompan el miedo al riesgo y al fracaso que nos paraliza como país. Pero no desde un eslogan vacío que nos empuja a fracasar porque sí, como ovejas de un rebaño al precipicio, sino entender estrategias concretas para que el fracaso sea una oportunidad de aprendizaje creativo. La resiliencia no es solo sobreponerse de los baches del camino, sino ante todo, tener las perspicacia de romper paradigmas viejos y diseñar nuevas formas creativas de ver el camino.

Me fui convencida más aún de que no ser creativo hoy es ser analfabeto, de que es esta una de las grandes habilidades a potenciar. Me fui con la rabia de interiorizar cómo la educación nos corta el tesoro más poderoso que traemos de serie: una imaginación infinita. Si se corta de niños es muy complejo volverla a coser. Pero siento que es un reto apasionante que merece la pena cuando ves la emoción de aquellos que descubren lo que han perdido y se mueren por volverlo a recuperar. Es crítico abrir burbujas que nos condenan, para cuestionarnos modelos interiorizados y romper dogmas rígidos que nos encorsetan. La creatividad es una actitud ante la vida.

Me fui con la convicción de que todo cambio profundo empieza cambiando la mentalidad y que muchos conflictos externos son en realidad internos. Muchos de los obstáculos que vivimos vienen de no sabernos escuchar, de no querer profundizar, de no entender las razones ocultas por las que actuamos, de no encontrar lo prioritario. Ayudar a otros a destapar estas batallas internas es muy complejo pero tremendamente estimulante.

Me fui con la sensación más clara de una gran ironía de este siglo: en un mundo hiperconectado, la soledad es enorme. Muchos emprendedores lo que necesitan realmente es que se les escuche. Necesitan a alguien que les ayude a mirar desde fuera, a comprenderse, a entender su caos. Necesitan motivación, autoconocimiento y curar su autoestima. Necesitan un encuentro con alguien que les ayude a entender su montaña rusa. Buscan algo tan simple y tan complejo como sentirse escuchados, como un café al sol en medio de una discoteca oscura.

Me fui reforzando más mis porqués. Siempre que formo a otros y les ayudo a descubrirse o destapar acabo entendiendo mejor mis razones. Creo que no hay nada más potente para enfrentarse a la rutina del día a día y para dar sentido a los cambios, que entender el núcleo que te mueve. Quiero seguir creando innovadores, porque creo que es lo que nos dará valor en un futuro que es hoy. Quiero ayudar a que España descubra que tiene talento creativo, solo que necesita mantenerlo en el caso de los niños, potenciarlo en el caso de los jóvenes y repararlo en el caso de los adultos. Quiero seguir ayudando a otros a pensar de forma lateral, a romper dogmas, a escuchar con empatía, a redefinir problemas y a mirar desde nuevas perspectivas.

Me fui sabiendo que para aportar verdadero valor hay que haber sentido el barro. Quiero seguir viviendo experiencias diversas y enriqueciendo mi mochila para poder enseñar de forma profunda, expandiendo mi mundo para poder expandir otros mundos. Quiero no olvidarme nunca de seguir viviendo experiencias en la primera línea de batalla porque desde ahí se aprende realmente de qué va el juego, con mezclas y matices que no se aprecian desde  los mandos globales del cuartel. Creo que no hay que renunciar ni al cuartel ni a la batalla, pues el valor transversal se encuentra uniendo estrategia y experiencia, una alimentando a la otra. Quiero aplicarme mi propio cuento y seguir abriendo mi mente para enseñar mejor. Ser aprendiz antes que maestra.

 

 

 

 

 

Creatividad frente al mar

Pensamos en la creatividad como un artista pintando en su taller, un publicista ideando en su agencia y un músico componiendo en su estudio. De repente, todo encaja y se les ilumina la “bombilla” que les lleva a la idea perfecta. Pero… ¿te has preguntado cómo es su vida más allá de ese taller, agencia y estudio?

Pensamos que salir fuera implica distraerse con estímulos externos que contaminan nuestro objetivo creativo. Entonces, nos encerramos en nosotros mismos, amarrados a esos lugares conocidos. En las sesiones de innovación hay algo que es siempre muy difícil de conseguir con los equipos implicados: impulsarles a salir fuera. Es un reto enorme conseguir que se empapen de opiniones ajenas, cambien de lugar y observen sin juzgar. Nos han enseñado siempre a crear entre cuatro paredes. Pero la antesala a cualquier proceso creativo, la base de esta mentalidad, se encuentra fuera.

Las ideas creativas surgen de inputs guardados en el “almacén” de nuestro cerebro, que generar después conexiones que llevan a la creatividad. Estos inputs son vivencias en forma de conversaciones, relaciones, viajes, retos, lecturas… que combinados con emociones y reflexiones propias generan nuevas asociaciones. Es imposible enriquecer estas vivencias reduciendo nuestros estímulos a cuatro paredes. 

El secreto de las personalidades creativas es una curiosidad insaciable por la vida, que les lleva a generar una enorme diversidad de experiencias. Lo que creamos es único porque nuestras experiencias vitales lo son. Robert Glasper, pianista y compositor, asegura: “si no tuviera vida más allá del piano me daría miedo pensar cómo sonaría” y Elvira Sastre, escritora, confiesa: “en la poesía es inevitable dejar una parte de uno mismo”.

Necesitamos salir al mundo y combinar nuestras percepciones de formas diferentes. Inventemos nuevos retos y caminos que alimenten áreas de nosotros que desconocíamos. Exploremos lo  desconocido. Este verano, imaginemos, pero mejor frente al mar. Vivamos, para poder ser y crear con identidad. Porque no hay nada mas potente que dejar una parte de ti en cada creación.

El potencial creativo escondido

Pensamos en los proyectos, las empresas y cualquier creación como productos terminados, listos para ser siempre lo que se pensaron en un inicio, inamovibles, cuando todo alrededor se mueve constantemente. Hacemos lo mismo con la sociedad, juzgando el ahora con paradigmas de ayer, anclados en unas normas sociales que ya no tienen sentido, que necesitan reinventarse, repensarse. Y, sin darnos cuenta, hemos trasladado este enfoque a las personas. Las tratamos como productos acabados cuando realmente están en proceso.

Nos centramos en educar de forma homogénea, volcando unos conocimientos para andar mañana en un mundo que ya no existirá en lugar de destapar el potencial creativo que tenemos para crear el futuro. ¿Por qué no aplicar el enfoque lean startup a las personas? ¿Y si la educación y la vida pudiesen ser una manera de descubrir el potencial escondido en cada uno basado en la experimentación, el aprendizaje validado y la interacción con otros?. Porque experimentando podemos descubrir aquello que ni nosotros sabíamos que existía dentro, podemos aprender basándonos en pruebas reales y crear un prototipo personal para lanzarnos al mundo. Como además somos proceso, podemos cambiar sin miedo al encontrar nuevos matices que nos hagan sentir más llenos, formando una identidad con la que nos sintamos más cómodos y realizados. Podemos reinventarnos para encontrar el mejor encaje.

Según el informe GEM 2018-2019 los elevados porcentajes de población española que tienen miedo al fracaso, un 43%, dejan ver que supone un importante obstáculo para el emprendimiento. Tenemos miedo a experimentar, no solo con ideas, sino con nosotros mismos. Seguimos patrones marcados, sin salirnos de la línea, porque nos han enseñado a replicar para evitar el error. Para educar mirando hacia el futuro debemos trasmitir que jugar a descubrirse significa moverse y retarse y con ello, poder chocar; pero, quizás, poder también encontrar, lanzándonos, un increíble potencial desconocido.

“No hemos de preguntarnos qué necesita saber y conocer el hombre para mantener el orden social establecido, sino ¿qué potencial hay en el individuo y qué puede desarrollarse en él? Solo así será posible aportar al orden social existente nuevas fuerzas procedentes de las jóvenes generaciones” (Rudolf Steiner)

El futuro en la era de inteligencia artificial: creatividad, imaginación, pasión (y filosofía).

Llevo un tiempo dándole vueltas a un vídeo que vi hace unos días y me gustó mucho. En él, Jordi Nomen (profesor y autor del libro El niño filósofo) explica razonadamente por qué los niños y las niñas deberían aprender filosofía para desarrollar su pensamiento crítico. Además, también incide en la necesidad de que abramos nuestra mente, nos hagamos siempre preguntas y reflexionemos. Esta última frase me parece clave en el contexto en el que vivimos, y sobretodo, en el que a priori nos va a tocar vivir en un futuro muy próximo.

El avance de la inteligencia artificial es un hecho. La semana pasada por ejemplo, Google presentó al mundo Duplex, un nuevo sistema de IA que completa tareas de forma independiente interactuando con seres humanos mediante llamadas telefónicas. Esto supone un cambio de paradigma, ya que se propone que el robot no sea quien atiende la llamada sino quien la solicita. En este vídeo (o en este otro) podéis  comprobar que es imposible distinguir al robot de la persona real al reservar mesa en un restaurante o pedir cita para cortarse el pelo.

Pero y si para ciertas cosas los robots podrán tener el mismo desempeño (o mejor) que  nosotros, ¿cómo podremos las personas diferenciarnos y aportar un valor irreemplazable en el futuro?

Por el momento, los estudios realizados en inteligencia artificial avalan que hay ciertas capacidades cognitivas en las que las máquinas están muy lejos de poder manejarse de forma independiente. Curiosamente, gran parte de ellas coinciden con las que Jordi Nomen defendía desde un punto de vista filosófico al principio de este texto. 
La habilidad de aprender y hacerse preguntas, organizar, plantear y resolver problemas, la capacidad de analizar y entender el entorno… O especialmente el desarrollo de la imaginación, la creatividad y la pasión por las cosas.

Y es que la filosofía va íntimamente ligada al desarrollo de la tecnología y la inteligencia artificial, por lo que no es ninguna sorpresa que la universidad de Oxford (una de las más importantes del mundo) oferte ya una licenciatura híbrida de informática y filosofía.

En el futuro (dicen los expertos), las máquinas asumirán los trabajos físicos, los repetitivos o aquellos que requieran grandes volúmenes de información, por lo que la diferenciación pasará porque potenciemos nuestra curiosidad, el aprendizaje transversal y el pensamiento crítico para realizar tareas únicas.

¡Bienvenida, filosofía!

“ Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender. ”  Ortega y Gasset

Impulsando HUMANUP LAB, primera aceleradora de potencial emprendedor

La misión es despertar el talento emprendedor de los jóvenes, transformando su potencial en proyectos de vida real y con ello en fuerte motor de crecimiento para cada comunidad de España.

HUMANUP LAB nace de nuestra experiencia en Dynamis Consultores, con un equipo especializado en identificación y desarrollo de talento. El aprendizaje que llevamos dentro es la chispa para esta nueva aventura.

El mayor obstáculo para el emprendimiento en España es la falta de habilidades emprendedoras. Se necesitan grandes ideas, pero sobre todo, personas con una mezcla especial de actitud y competencias para ponerlas
en marcha. Personas capaces de impulsarse a si mismas.

Somos conscientes de que el inicio de un camino emprendedor no tiene certezas absolutas sino curvas en las que explorar continuamente. Por ello, ayudaremos a jóvenes inquietos y creativos a explotar y desarrollar sus
capacidades y canalizar su energía para que sean ellos mismos quienes aceleren su propia naturaleza emprendedora.

Un laboratorio de emprendimiento que cambia las reglas. Una experiencia de dos meses con una combinación de la vertiente humana, a través el desarrollo de competencias emprendedoras clave y la vertiente startup,
permitiendo a los jóvenes becados conectar con el mundo emprendedor, descubrir su talento, trabajar su marca personal, canalizar su energía y aprender metodologías de innovación.

La primera edición tendrá lugar en junio en el espacio de innovación y emprendimiento La Nave en Madrid. El 1 de mayo abriremos inscripciones y empezará el proceso de selección de 20 jóvenes inquietos, curiosos y creativos con gran potencial emprendedor de entre 18 y 25 años. Toda la experiencia en https://humanuplab.es

#HUMANUPLAB

¿Puedo descubrir y desarrollar mi potencial?

Existen algunas personas que a lo largo de su vida o su trayectoria profesional se lamentan porque dicen o creen no haber descubierto su talento, su capacidad para hacer, su potencial para crear o desarrollar. Para descubrir aquello de lo que cada uno es capaz, son necesarias algunas premisas de partida que conviene recordar.

  1. Creer en uno mismo o en las personas que forman nuestros equipos de trabajo

Recordemos la historia de Ben Carlson, el que fuera precandidato republicano y que inspiró la película «Manos Milagrosas». Un neurólogo que saltó a la fama 1987 cuando logró separar con éxito y por primera vez en la historia a dos bebés siameses.

Carlson fue un mal alumno en su infancia y creció en barrios desfavorecidos de Detroit y Boston. Sin embargo el empeño de su madre porque leyera dos libros a la semana y el respaldo de uno de sus profesores que creyó en él, despertó en Carlson todo el potencial que años después lo lanzó a la fama.

En ocasiones, no basta con que otros crean en nosotros, el primer paso es que uno crea en sí mismo y en lo que puede dar o llegar a dar.

Existe muchas veces un símil entre la vida escolar y la profesional, cuando el maestro (que no profesor) consigue dotar de sentido el aprendizaje o cuando el líder es capaz de dibujar aquello que va a emocionar y por tanto a movilizar a su equipo de trabajo. En cualquiera de las dos circunstancias, las personas encuentran el porqué para activarse y moverse.

 

  1. Descubrir dónde puedes brillar

Un punto clave para conseguir descubrir y desarrollar nuestro potencial, es cuando conseguimos descubrir cuál es el vértice del triángulo que forman estas tres premisas básicas:

  • Qué es importante para mí
  • Qué me gusta hacer o me proporciona placer
  • En qué destaco o soy bueno
  1. Aprender del fracaso y aceptarlo como parte de nuestro desarrollo

Normalmente los grandes éxitos vienen detrás de numerosos fracasos. Debemos estar dispuestos a ello, sabiendo que éstos, nos acercan al sitio donde queremos llegar. Esto no siempre es posible, dado que no todas las empresas son capaces de proporcionar esa sensación de que «no pasa nada» si te equivocas o fracasas.

  1. Trabajar nuestra resiliencia

Si los padres de un niño que empieza a caminar, no dejan que éste caiga y se vuelva a levantar probablemente el niño no aprenderá que tiene la capacidad de enmendar su error y que la repetición le llevará a tener éxito. Las consecuencias de que las cosas sean fáciles a corto plazo, pueden traernos consecuencias negativas a largo plazo. Debemos aprender a salir fortalecidos de nuestros fracasos, para seguir intentándolo.

  1. Generar rutinas

De nada me sirve saber la teoría para patinar, sino me pongo a practicarlo. Nuestro cerebro se modela a través de repeticiones y de rutinas, también de pensamiento. Solo de este modo podremos educar nuestras emociones, que son clave para la acción.

  1. Aceptarse y trabajar el pensamiento positivo.

Aceptarnos significa querernos con nuestras virtudes y defectos, trabajando por y para nosotros, creyendo en lo que hacemos sin pensar en lo que otros pensarán sobre ello o sobre nosotros mismos. Solo cuando alineamos nuestro ser con nuestro hacer visualizando lo positivo de cada momento y acción, estaremos segregando endorfinas que harán que aflore nuestra capacidad para crear, para innovar y saldrá a la luz nuestro potencial.

 

La actitud, una elección personal

Todas las especies nacen, crecen, evolucionan y desparecen. También ocurre en el ser humano que si quiere subsistir, debe adaptarse a los cambios. De ahí, que hoy día en el ámbito empresarial, se valoren especialmente algunas competencias profesionales como la flexibilidad, la innovación, la creatividad…ya que gracias a ellas, una persona es capaz de reinventarse, de crear y adaptarse al contexto o circunstancia que le toque abordar.

Tanto si eres empleado como emprendedor, debes tener en cuenta lo importante que es rodearse de personas con estas habilidades y con una buena actitud, ¿por qué? Sin duda enfrentarnos a la vida personal o profesional con un talante positivo, mejorará nuestra calidad de vida y la de los que nos rodean.

Y es tan fácil como decidir que es así como queremos actuar. Una buena o mala actitud sólo depende de nosotros, no así lo que nos sucede, pero sí el modo en que lo afrontamos. Recuerda por tanto, que tienes un cien por cien de influencia sobre tu actitud.

En las organizaciones, los profesionales con actitud positiva son clave para propiciar un buen ambiente de trabajo, fomentar la creatividad,  crear líneas de actuación y encontrar oportunidades. No siempre somos conscientes de que esta actitud no aparece de forma automática, sino que debemos activarla y trabajarla para conseguir que contagie al de la persona que tengo más cerca y mejorar así mi entorno.

Un proceso de coaching, puede ser un buen método para sacar la mejor versión de nosotros mismos y  responder a los hechos desde la actitud positiva. Así pues, después de saber que la actitud es una elección meramente personal, ¿tú qué decides?